No por conocidos, resultan impactantes.
Los niveles de exclusión social en el Conurbano trepan a cifras conmovedoras y crueles. El 30,9% de los habitantes es pobre y el 6,2% vive en la indigencia.
Según los datos brindados por el Indec, son casi 5 millones de personas afectadas. Esos números se acercan bastante a los que arrojan los últimos estudios que difundió el Observatorio Social de la Universidad Católica.
La cuestión es por demás onerosa. En el propio oficialismo se admite que este cuadro social desde ya inquietante que dejó la gestión anterior, se agravó con diversas medidas “de sinceramiento económico” que generaron pérdida de empleo.
En el gobierno bonaerense este cuadro social no sorprende. Y al mismo tiempo inquieta. Lo admitió hace algunas horas un alto funcionario oficial cuando dijo que el Ejecutivo está trabajando para atender posibles desbordes sociales que se potencian con el fin de año.
No resulta causal que en el “retiro espiritual” que la gobernadora María Eugenia Vidal y la mayoría de sus ministros -dos están de viaje en el exterior- desarrollaron en Chapadmalal, la cuestión social estuviera al tope del debate.
Se habló, por caso, de coordinar las acciones que desarrollan los ministerios de Desarrollo Social, Salud y Educación, focalizados en atender a los sectores sociales más vulnerables y, puntualmente, a los miles de niños que sufren el flagelo de la pobreza.
En el gobierno de Vidal están convencidos de que sin una mejora palpable en la situación social de millones de bonaerenses, el proyecto político de Cambiemos será una quimera.
Y el aporte nacional para atender esta problemática acuciante será clave.
Por eso no sorprendió la presencia del jefe de Gabinete de Mauricio Macri, Marcos Peña, en el encuentro que concluyeron ayer Vidal y sus ministros a orillas del mar.
El Presidente juega en la Provincia buena parte del futuro de su gestión.
El Ejecutivo bonaerense se apresta en esta semana a presentar el proyecto de Presupuesto para 2017: en esos números se develará el volumen de ayuda nacional que recibirá la administración Vidal para ejecutar en el año electoral.
La cuestión social se enlaza con señales inquietantes que llegan a los despachos oficiales. Una encuesta encargada por el gobierno nacional en la provincia ubica a los hipotéticos candidatos a legisladores nacionales de Cambiemos en el tercer lugar de las preferencias de los bonaerenses detrás de los postulantes del Frente Renovador y del peronismo- kirchnerismo.
Otro sondeo que se conoció en las últimas horas ratifica, en parte, esa tendencia. Ubica a Vidal como la dirigente política con mejor imagen en el Conurbano con un 60% de imagen positiva. El problema para el oficialismo es que la mandataria no será candidata. Más complejo es aún para el PRO que en el Gran Buenos Aires aparezcan Sergio Massa, Daniel Scioli y la propia Cristina Kirchner con mejor ponderación que el propio Macri.
¿Cambios?
En medio de esos avatares, Vidal puede que se tope en poco tiempo con la necesidad de ejecutar el segundo cambio de peso en su equipo tras la renuncia-desplazamiento de Carlos Mahíques en el ministerio de Justicia.
Se habla de la salida por motivos personales del Ministro de Infraestructura, Edgardo Cenzón.
El funcionario maneja la obra pública, una herramienta clave para el gobierno provincial. Ya habló con Vidal de su situación, aunque en la Provincia apuestan a que el correr de los días pueda solucionar sus inconvenientes y quedarse en el equipo bonaerense.
Las especulaciones rondan el elenco gubernamental. Habría algunas piezas flojas que Vidal buscaría ajustar con otros nombres. Acaso la eventual salida de Cenzón dispare esas decisiones.
Movidas
Aquellos sondeos empiezan a empujar decisiones en clave electoral. Cerca de Scioli están convencidos de que el ex gobernador será candidato, acaso, en una misma lista junto a Cristina Kirchner.
El kirchnerismo empezó a enviar mensajes de unidad frente a la diáspora que sufre el PJ tras la derrota electoral, hoy transformado en piezas sueltas que no encastran ni en la proyección de un rompecabezas electoral.
Los intendentes, dueños del poder territorial que conserva el peronismo, crean grupos casi por semana.
Están los Esmeralda, los Fénix, el grupo de los Ocho del sudoeste provincial y un nuevo nucleamiento de alcaldes del interior cuyo rasgo distintivo parecería ser su empatía con el Papa Francisco.
Ninguno de ellos está dispuesto a reconocer liderazgo al otro. Difícilmente, además, terminen coincidiendo en un armado electoral. Y muchos de ellos, además, no parecen proclives a ir una vez más atados a una lista con Cristina y Scioli.
Sergio Massa observa ese escenario en el que espera pescar dirigentes.
Algunos de estos intendentes aparecen ya muy cerca del tigrense, quien ensaya por estos día un reingreso al trabajo territorial en la Provincia.
Visitó Bahía Blanca y Mar del Plata, dos ciudades grandes del interior donde tendrá que transpirar, y mucho, para articular una propuesta local atractiva.
En Bahía, además, deberá lidiar con la histórica pelea que protagoniza la familia Linares (Jaime y Virginia) con el ex intendente massista Gustavo Bevilacqua. Los Linares militan en el Gen de Margarita Stolbizer, transformada en una pieza codiciada.
La diputada sería candidata a senadora nacional del acuerdo entre su sector y el Frente Renovador.
En Mar del Plata acaba de sumar al ex medallista olímpico y senador provincial Juan Curuchet. ¿Nace un candidato a intendente?
PANORAMA POLÍTICO DE LA SEMANA
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