El economista Gary Burtless, de Brookings Institution, presenta ahora otra perspectiva sobre el gasto del gobierno en los ancianos. Otra gente, como yo, se ha quejado durante años de que el gobierno es demasiado generoso, especialmente con los ancianos prósperos. Esa generosidad, sostenemos, perjudica a los jóvenes. No es cierto, dice Burtless.
La cuestión fundamental, expresa Burtless, es si “elevar los desembolsos de los programas para los ancianos reducirá los gastos en los programas para los niños, especialmente las inversiones en la escolaridad.” Si es así, las reducciones para los ancianos pueden justificarse “para hacer lugar a los gastos de los jóvenes.” El argumento general es demasiado exagerado, expresa Burtless.
Tengo dos problemas con su análisis. El primero, aunque los gastos de Jardín de Infantes al 12° grado no han caído significativamente, hay indicios de que podríamos estar en un momento decisivo. Segundo -y más importante- nuestros subsidios para los ancianos amenazan otros rubros aparte de las escuelas. Están desplazando muchas otras actividades del gobierno, desde Defensa hasta la red de seguridad social para los que no son ancianos. El gobierno popular (el Seguro Social y Medicare tienen un enorme apoyo) penaliza a un gobierno sensato.
Generalmente, soy admirador de Burtless. En el curso de los años, a menudo lo cité. Es un investigador riguroso, que va donde los datos lo llevan y no donde lo conducen sus preferencias personales. Pero en este caso, creo, se apartó de la realidad.
Burtless no disputa la preponderancia de los gastos de los ancianos. “Kids Share”, un informe emitido anualmente por el Urban Institute, compara los gastos federales. En 2011, los gastos por cada persona de 65 y más años sumaron casi 28.000 dólares, mientras que los gastos en niños de 18 y menos años fueron de alrededor de 4.900 dólares, una ratio de casi 6 a 1.
Pero, un segundo, dice Burtless. La mayor parte del gasto gubernamental para los niños tiene lugar en el ámbito de los estados y localidades mediante las escuelas públicas. Cuando se incluyen esos gastos, el desequilibrio es “menos extremo que el presupuesto federal” solo. Es cierto. Pero aún así, el desequilibrio es enorme. En lugar de 6 a 1, la ratio cae a 2,3 a 1.
Y lo que es más importante, dice Burtless, no hay pruebas de que los gastos en los ancianos hayan desplazado realmente la financiación escolar. Entre 1980 y 2011, los gastos por estudiante después de la inflación se elevaron casi un 80%, informa el Departamento de Educación.
Lo que Burtless no dice es que esa tendencia podría haberse detenido o revertido. En 2011, los gastos por estudiante después de la inflación estaban un 7 por ciento por debajo de su pico de 2008. Se están cortando algunos programas federales. En 2014, las subvenciones de educación cayeron un 4 por ciento; Head Start, un 2,5 por ciento, informa “Kids’ Share”. Podemos esperar más de lo mismo. A medida que más norteamericanos cumplan 65 años, los gastos en sus programas gubernamentales reducirán otros gastos federales. En cualquier año, el viraje es modesto, pero con el pasar del tiempo se va sumando.
He aquí otras cifras de “Kids’ Share”. Se proyecta que entre 2000 y 2025, los gastos en los ancianos (Seguro Social, Medicare y la parte de Medicaid no relacionada con los niños) se elevará de un 38 % a un 49% del presupuesto federal. Mientras tanto, la porción de los niños cae de un 8,5 % a un 7,7 por ciento. Defensa cae de un 16 a un 12%, y todos los otros programas bajan de un 28 a un 19 por ciento.
No todos los gastos gubernamentales son útiles, pero tampoco son un derroche.
Nos engañamos si pensamos que la reducción de los programas de los no-ancianos no tendrá consecuencias adversas. Como porción de la economía, los gastos de Defensa han sido reducidos a niveles anteriores a la Segunda Guerra Mundial. En un mundo inestable, ¿es eso sensato?
Mi conclusión: El foco de Burtless en las escuelas es demasiado estrecho. El mundo que dejamos a nuestros hijos necesita de un gobierno equilibrado y competente. Lograr eso es difícil en el mejor de los casos, pero lo estamos haciendo más difícil todos los días.
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