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LA ERA MACRI EN MARCHA

Entre el cambio político y la incertidumbre económica

Empezó su mandato decidido a tomar la iniciativa. Mauricio Macri sabe que las primeras semanas de un nuevo gobierno son vitales para su relacionamiento con la sociedad, la misma que lo puso en la Casa Rosada con un imperativo concreto: terminar con la lógica de confrontación política que instaló el kirchnerismo como una forma de ejercer el poder.
En sus primeros pasos al frente de la Casa Rosada, Macri cumplió a rajatabla con ese pedido mayoritario. Desde la convocatoria a los ex candidatos que compitieron con él por la Presidencia, pasando por el almuerzo de ayer con los gobernadores provinciales en la quinta de Olivos, existe en el flamante jefe de Estado una clara voluntad de apertura política.
Otros dos elementos se suman a esta lista que exhibe el macrismo para mostrarse como la antítesis del kirchnerismo: la caída del polémico memorando de entendimiento con Irán y la advertencia judicial al ex vicepresidente Amado Boudou para que no abandone el país. Aunque Macri sostuvo ante la Asamblea Legislativa que no quiere que haya "jueces macristas".
La oleada de "nueva política" que se desparrama por distintos ámbitos del poder alcanza, por el momento, para que el Gobierno postergue los primeros anuncios económicos, pese a que los empresarios advierten que el nivel de actividad está paralizado desde que Macri ganó el ballotage. Mientras tanto, los aumentos de precios suman preocupación a los consumidores.
La situación económica es la que genera, en efecto, el mayor grado de incertidumbre en estos días finales de 2015. Y algunos hechos no contribuyeron a aplacarla, como una ríspida reunión entre el designado presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, y los principales banqueros del país. En sentido contrario, es muy positiva la intención de sanear el INDEC.
El desembarco del experimentado economista Jorge Todesca y de Graciela Bevaqcua, ex directora técnica del organismo, desplazada por Guillermo Moreno, es una buena señal para la recomposición de las estadísticas del país. También fue bien recibida la marcha atrás del Gobierno con su inicial negativa a exceptuar el aguinaldo del impuesto a las Ganancias.
Pero la gran incógnita que abrió el nuevo gobierno sigue sin tener una respuesta: ¿Cuál será el precio del dólar, frente a una cotización actual notoriamente retrasada? Tanto Macri como su ministro de Finanzas, Alfonso Prat Gay, confirmaron que será levantado el cepo cambiario, aunque no dieron precisiones. El funcionario descartó además decretar un feriado bancario.
Sin embargo, cualquiera que haya pasado por un banco en los últimos días puede dar fe de lo dificultoso que fue realizar una operación debido a constantes caídas "del sistema", tanto en entidades públicas como privadas. A sabiendas de esta situación, el Gobierno trata de ganar tiempo articulando un cambio político, mientras empieza a ordenar las cuentas del Estado.

El paraguas de Olivos
En un contexto de incertidumbre económica, Macri recibió a los gobernadores de las provincias en la quinta de Olivos. Uno de ellos deslizó que el Presidente no hizo allí un pedido explícito para que apoyen las medidas que estudia Prat Gay, aunque algunos más cercanos a Cambiemos, como el mendocino Cornejo, lo reclamaron a modo de respaldo institucional.
De todos modos, a los presentes en el quincho de la quinta presidencial les quedó en claro que si el Gobierno nacional no logra corregir las variables macroeconómicas, a las provincias se les hará cuesta arriba el año próximo. En algunas de ellas, como Buenos Aires y Santa Cruz, la caja disponible no resulta suficiente siquiera para pagar los sueldos y aguinaldos de diciembre.
En su discurso de apertura del encuentro, Macri avisó a los gobernadores que el Estado nacional "no será un bombero" para las provincias, aunque en lo inmediato las tendrá que auxiliar para garantizar la paz social a fin de año. A su lado estuvo la gobernadora Vidal, quien acaba de definir con máxima crudeza que las arcas bonaerenses están "en quiebra".
Pese a este escenario adverso, Macri estuvo de buen humor. "¿Pudieron encontrar el camino a la sala o ya se habían olvidado?", preguntó con una sonrisa a los periodistas en Olivos. Al Presidente no se le escapaba el dato de que la última vez que habían tenido acceso a la quinta fue en 2011, cuando Cristina Kirchner presentó a Boudou como su compañero de fórmula.
Macri prosiguió en la misma tónica al referirse a los gobernadores: "Luego de agradecer la convocatoria, pasaron a quejarse de la calidad de la comida y el café", bromeó el Presidente. Aunque en verdad, los mandatarios provinciales entienden que se trata de un nuevo punto de partida para la relación entre la Nación y las Provincias, desvirtuada en la era kirchnerista.

La nueva oposición
Como cualquier gobierno que se precie de serlo, la administración macrista ya dio señales de estar interesada en "formatear" una oposición para la etapa que se abre. Así como el kirchnerismo lo eligió al propio Macri como su "enemigo público número uno", en su lógica de confrontación, el PRO prefiere una oposición moderada, con la que pueda dialogar y concertar.
Así se entiende que ya hayan desfilado por la Casa Rosada los ex candidatos a Presidente Daniel Scioli, Sergio Massa, Margarita Stolbizer y Adolfo Rodríguez Saá. Con todos ellos, especialmente con el líder del Frente Renovador, el nuevo gobierno tendrá que tener una buena sintonía en el Congreso, donde está lejos de contar con mayorías propias.
En el Senado, donde el Frente para la Victoria ostenta una mayoría absoluta, la bancada que conduce el rionegrino Miguel Ángel Pichetto hizo un gesto de buena voluntad cuando aceptó apoyar a Federico Pinedo para la presidencia provisional del cuerpo, una designación que a la postre le sirvió para quedar a cargo del país en esas 12 horas de vacío entre Cristina y Macri.
Pero la "buena onda" de Pichetto se acabaría en días. El jefe del bloque del FpV ya anticipó que hará valer el peso de la mayoría para que su bancada se quede con la presidencia de las comisiones clave, como Presupuesto y Asuntos Constitucionales. Pichetto es naturalmente un negociador, pero bajo la influencia de Cristina Kirchner puede llegar a endurecer posiciones.
La ex presidenta dejó el poder central tras doce años de permanencia y por la forma en que encaró la transición, se infiere que dirigirá a los suyos a una confrontación directa con el macrismo. Por la magnitud que tuvo la concentración del 9 de diciembre en la Plaza de Mayo, sería un error del nuevo gobierno ignorar el liderazgo de Cristina, pese al cambio de época.
La división del peronismo entre los ultra K, los gobernadores y el PJ ortodoxo; y los seguidores de Massa y De la Sota, es pura ganancia para el nuevo Presidente. De hecho, el salteño Urtubey reclamó ayer desde la puerta de la quinta de Olivos que el Partido Justicialista haga una interna abierta en marzo próximo, para renovarse con la elección de sus autoridades.
El joven mandatario parece estar un paso adelante que el kirchnerismo duro, más preocupado por estas horas con la continuidad de los canales Encuentro y Paka Paka o el programa 678. También, por la necesidad de reubicar a cientos (quizá miles)  de funcionarios y militantes que quedaron en el llano. Todas preocupaciones que están alejadas de la realidad cotidiana de los argentinos.

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