None
PUNTOS DE VISTA

Los inmigrantes exigen una respuesta humana

Lo que ayer fue “je suis Charlie”, ¿se transformará ahora en “todos somos Aylan?” ¿Esa será la razón por la cual Occidente comienza a mirar uno de los dramas humanitarios más graves de las últimas décadas y acaso una de las “novedades geopolíticas” de comienzo del nuevo milenio?
Más de 3.400 seres humanos, hoy llamados inmigrantes han muerto en lo que va del año al intentar llegar a Europa, un continente que no goza ni de la salud económica para contener a más personas, ni la frescura de ideas como lo señalara el Papa Francisco, y sobre todo avejentado políticamente. ¿Lo antedicho es excusa para mirar impávidos, no solo la muerte sin fin de familias enteras, sino la muerte del concepto de humanidad?
La crisis es humanitaria pero su origen es político. Los líderes europeos fijan cupos migratorios como si sólo fuera un número
Presencié el año pasado en persona la batalla fratricida en la ciudad siria de Kobani y estuve en campos de refugiados de la ONU en territorio turco, experiencia que este medio tuvo la gentileza de publicar, y ya con dos millones y medio de refugiados que meses después llegarían a cinco millones, se vislumbraba lo que hoy es una realidad. Un éxodo forzado, sistemático y metódico de cientos de miles de personas huyendo de la muerte, la destrucción, el hambre y la anarquía.
La crisis es humanitaria pero como consecuencia, el origen es político.
Hoy los líderes europeos acuerdan fijar “cupos” para repartirse el peso de la oleada migratoria como si fueran números sin más, negando tomar las decisiones que pueden frenar la movilidad forzada desde territorio sirio, y eso es frenar la guerra en Siria, detener la matanza y la disolución del estado en manos del ejercito mal llamado islámico, un grupo de asesinos que aniquilan todo a su paso en un falso uso de Dios.
Inclusive cuando la única solución sea la difícil, y políticamente incorrecta decisión de enviar ejércitos de tierra y no sólo bombardeos que no han hecho mella alguna en ISIS.
Europa ya sabe lo que se siente al abandonar causas que luego se vuelven con más fuerza contra ellos. El caso del continente africano en el final del siglo XIX y principios del XX lo demuestra, como la ausencia de planificación y compromiso con algo que se siente lejos, para luego sentirse muy cerca, demasiado cerca para el gusto de los líderes políticos del viejo continente. Que forzados por la opinión pública mundial y la realidad a sus puertas han decidido abrir Europa en una decisión con final abierto.
Una vez más la comunidad, la sociedad de individuos con culturas diferentes, pero valores comunes se adelanta a sus líderes y a gritos ofrece en algunos casos como -el de Islandia que fue uno de los primeros en ofrecer su territorio y sus familias para cobijar a más de cincuenta mil refugiados-, para transformarlos de meros y despreciados inmigrantes en personas que merecen respeto, cuidado, amor y oportunidades de ser felices insertados en una comunidad.
Pasado mañana, viernes -y con la presencia del papa Francisco, que hará uso de la palabra- comenzará en la ciudad de Nueva York la 70º Asamblea General de las Naciones Unidas, donde se anunciarán los nuevos Objetivos de Desarrollo del Milenio para los próximos quince años, es una gran oportunidad para que el liderazgo y la gobernanza global se presenten a la altura de un mundo que pide y exige seguir siendo humano. <

(*) El autor es director ejecutivo de la Fundación Pro Humanae Vitae, con status consultivo especial en la ONU.

COMENTARIOS