TIEMPOS DE CRISIS

Hacia una sociedad con mejores adultos

Hoy estamos viviendo un tiempo de crisis de valores, crisis familiar, crisis educativa, crisis social. Pero esto no surgió de un día para otro, algo se fue gestando hace tiempo atrás. ¿Cuándo? No se sabe, pero sí sabemos que esto que nos está pasando hoy es el resultado de fallas en varios niveles de la formación de un ser humano.
Los que tenemos más años vividos sabemos que hubo un tiempo diferente. Sin negar el avance tecnológico y sus virtudes, las cuales nos satisfacen y reconocemos que son muy importantes y necesarias, también pensamos que en la misma escala pero a la inversa los valores han ido decayendo muy fuertemente.
La familia cambió y los cambios son necesarios porque debemos hacer respetar nuestros derechos y si algo salió mal lo mejor es buscar nuevas vivencias para que la vida sea lo mejor posible. Ser feliz es un derecho de todos, pero esto no implica aceptar la violencia, la indiferencia que se está viendo hoy en día. Violencia desde el hogar hasta las instituciones formadoras de un joven.
La educación es un tema de vital importancia, por lo tanto pedimos a los centros educativos que atiendan todos los requerimientos que surgen del avance de las sociedades.
Hoy, como están dadas las cosas, es imposible que esto suceda. Un niño llega a la escuela con lo visto y oído en su hogar, ellos aprenden más por lo que ven que por lo que se les dice.
Como adultos, ¿debemos replantearnos que les estamos dando a nuestros hijos, que ven de nosotros?
Ellos repetirán en su vida adulta los modelos internos que  armaron en los primeros años de vida. Es necesario que nos proyectemos hacia un futuro no tan lejano para visualizar la sociedad que les vamos a dejar; depende de nosotros, los adultos, el futuro de nuestros niños. No descuidemos la función parental, ya que ésta es intransferible.
Nada se logra desde la comodidad o el egoísmo. La crianza implica tener que renunciar muchas veces a lo que nos resulta placentero en pos de la salud mental de los más pequeños.
Atenderlos en sus necesidades de afecto y físicas, escucharlos, protegerlos, que ellos sientan el amor que profesamos tenerle y cuidarlos de todo tipo de peligro son las prioridades esenciales.
No están en el sistema educativo, como instrumento para el cambio social, las condiciones de llenar nuestras expectativas frente a situaciones como la violencia intrafamiliar, los embarazos prematuros, los suicidios en adolescentes, el abuso infantil, el consumo de drogas, la pornografía y la influencia de los medios de comunicación. Si bien colabora y en gran manera en ello nos compete a nosotros la familia formar a un niño sano física y psíquicamente.
El sistema educativo y los planes curriculares de nuestros centros de enseñanza, deben, no solo suministrar información, sino transmitir los conocimientos adecuados para que nuestros niños y jóvenes puedan asumir retos, como el manejo de la presión de grupo, la toma de decisiones acertadas, el desarrollo del pensamiento crítico, el fortalecimiento de la autoestima con una actitud positiva frente a la vida, los derechos humanos y ciudadanos, basados en valores éticos y morales.
Es por ello que hay que plantearse, tanto desde la enseñanza obligatoria, como desde el núcleo familiar, si la formación en valores que estamos ofreciendo a nuestros jóvenes es la más adecuada para ser agentes de cambio hacia una sociedad más justa, respetuosa y competitiva
Padres de familia, medios de comunicación, autoridades y educadores, debemos tener presente que somos modelos a imitar, razón más que suficiente para que cada día seamos mejores hombres y mujeres, ciudadanos ejemplares en busca de niveles de excelencia académica, ética y cultural.