El Gobierno no llamó a consulta a la embajadora en Londres, Alicia Castro, ni tampoco citó a los representantes del Reino Unido y los Estados Unidos. Ambas medidas hubieran sido correctas de aplicarse el manual básico de la diplomacia, pero por algún motivo la Casa Rosada y el Palacio San Martín están demorando la reacción oficial luego de conocerse las maniobras de espionaje británicas sobre funcionarios y militares argentinos en torno a las islas Malvinas.
El minucioso seguimiento de los espías ingleses "que habría tenido el aval de sus colegas norteamericanos- comenzó en 2010, de acuerdo a documentos secretos filtrados por el ex agente de la CIA Edward Snowden. Tal vez, el Gobierno no confía en el medio que reveló la información en Buenos Aires -el canal de noticias TN-, aunque también existe la posibilidad de que estuviera al tanto de la jugada británica y pensara utilizarla en beneficio político propio.
De otro modo, quedaría expuesta la ineficacia de los servicios de inteligencia nacionales, tanto los civiles como los militares. Solamente el jefe del Ejército, general César Milani, tendría a su disposición una estructura de 1.400 espías, a la que se financia con 500 millones de pesos anuales de presupuesto y que en los últimos años incorporó tecnología de última generación. Claro que en materia de inteligencia, la Argentina atraviesa por una crisis de proporciones.
La muerte del fiscal Alberto Nisman, en enero pasado, destapó una olla que venía levantando presión en los últimos meses, y que finalmente llevó a la administración de Cristina Kirchner a disolver la ex SIDE y crear la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), una estructura a cargo del incondicional Oscar Parrilli. El ex secretario de la Presidencia dispuso de inmediato la cesantía de Antonio "Jaime" Stiuso, el agente que por décadas manejó los hilos de los servicios criollos.
Stiuso, cuyo paradero actual es desconocido para las autoridades gubernamentales, fue desde el primer minuto de la investigación del atentado contra la AMIA quien abonó la tesis de que la masacre terrorista había sido organizada desde Irán, por lo cual la firma del memorando entre Buenos Aires y Teherán para conformar una "comisión de la verdad" desestimó su trabajo de años. Por eso el Gobierno decodificó la denuncia de Nisman como un contraataque de Stiuso.
Pero lo novedoso del caso es que los espías británicos "de acuerdo con los documentos del topo de la CIA- consideraban a la Argentina como un aliado de Irán desde hace más de cinco años, sobre la base de la alianza que habían establecido los fallecidos Néstor Kirchner y Hugo Chávez, el caudillo bolivariano de llegada directa al líder persa Mahmud Ahmadineyad. Tanto a los ingleses como a los estadounidenses los preocupaba el acercamiento con Medio Oriente.
Y al parecer, en Londres no tuvieron ningún reparo para emprender tareas de espionaje sobre la Argentina, sobre todo de aquellos funcionarios o militares que tuvieran relación con temas vinculados a las Malvinas. A su vez, en Washington estaban más interesados en ponerle un freno a la influencia chavista en la región. Por ende, la confluencia de intereses entre ingleses y norteamericanos tenía un punto destacado en los canales de diálogo subterráneo con Irán.
Por cierto que esos canales existían, como lo prueban las escuchas telefónicas que se incluyen en la denuncia de Nisman, aunque hasta el momento no hay elementos para afirmar que hayan traspasado la informalidad y el tanteo de personales periféricos como Luis D´Elía y Alejandro "Yussuf" Khalil. Sin embargo, las conversaciones oficiales avanzaron a tal punto que el canciller Héctor Timerman se reunió en secreto con su par iraní en varias oportunidades.
El contrasentido de la historia radica en que, mientras los ingleses hurgaban en los contactos reservados de la Argentina e Irán, los estadounidenses "que estaban al tanto del espionaje ordenado por Londres- avanzaban por su parte en negociaciones que actualmente llevan al presidente Barack Obama a anunciar un acuerdo con Teherán en materia nuclear. Aunque en su país no se acusa a los persas, como aquí, de haber asesinado a 85 personas en un atentado.
Malas relaciones
Por un sinnúmero de razones, la relación entre la Argentina y los Estados Unidos no atraviesa por su mejor momento. De hecho, la secretaria adjunta para la región del Departamento de Estado, Roberta Jacobson, acaba de afirmar que la economía nacional "está en muy mala forma" y que existen "barreras a la inversión". Para colmo, la funcionaria hizo esta apreciación a sólo una semana de la Cumbre de las Américas donde Cristina y Obama se verán las caras.
En este contexto, habrá que ver si la Presidenta acude a la cita de Panamá o si se queda en Buenos Aires. Los chispazos con Washington incluyen por cierto al sector empresarial, que levantó la guardia ante la inhabilitación del máximo responsable del Citibank, Gabriel Ribisich, por parte del Banco Central para operar en el país luego de que la entidad firmara un acuerdo con los "fondos buitre" por el pago a los bonistas, en la causa que lleva el juez Thomas Griesa.
En medio de estos conflictos internacionales, los candidatos a la sucesión presidencial tuvieron distintas reacciones. Por un lado, Daniel Scioli optó por tocar la fibra emotiva y dijo que tomó "con indignación" la revelación del espionaje británico, mientras que Sergio Massa exigió un repudio de todas las fuerzas políticas porque "el ataque no es contra el Gobierno, sino contra el país y su soberanía". El reclamo del tigrense apuntaría a un pronunciamiento de Macri.
Es que el Frente Renovador rastreó unas declaraciones del alcalde porteño que datan de 1997, cuando era presidente de Boca Juniors, en las que se preguntaba por el sentido de seguir reclamando la soberanía de las Malvinas cuando la Argentina no tenía problemas de espacio en su territorio, como es el caso "dijo en aquel momento- de Israel. El archivo periodístico fue desempolvado ahora que el massismo planea una campaña más agresiva contra el PRO.
En la misma línea debe interpretarse la denuncia ante la Justicia por la cena con empresarios que encabezó Macri semanas atrás para recaudar fondos. Y no debería extrañar que la andanada continúe en los próximos días poniendo en foco la pauta publicitaria del Gobierno porteño. En el massismo justifican la jugada como una "devolución de gentilezas" porque entienden que Macri avaló que su aliada Elisa Carrió tildara de "narco" a su líder político.
Aunque la ofensiva en ciernes también confirma que el jefe del PRO creció en las encuestas, incluso en el Gran Buenos Aires. Tanto, al parecer, que al propio kirchnerismo no le conviene ahora que se caiga la candidatura de Massa, pese a que en los últimos meses fomentó la polarización con Macri como la encarnación del "antimodelo K". Pero todavía falta que corra mucha agua bajo el puente y las sorpresas, en la Argentina, suelen estar a la orden del día.
PANORAMA POLÍTICO NACIONAL
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