En el oficialismo bonaerense cada vez anidan menos dudas. Va ganando a paso acelerado la presunción de que habrá al menos un Kirchner en la boleta electoral del Frente para la Victoria.
El abanico de alternativas pone en primera fila a Máximo, el hijo de la Presidenta. Su nueva aparición pública y las posteriores declaraciones de varios de sus laderos, robustecieron la idea de que su nombre pudiera aparecer al tope de la lista de candidatos a diputados nacionales por la Provincia.
Esa posibilidad con cierto nivel de certeza puede que abra un escenario nuevo. Y que impacte en las campañas y los armados que se venían delineando tanto en el oficialismo como en la oposición.
El apellido Kirchner en la contienda electoral no es un elemento inocuo. Por el contrario, quizás decante en un proceso de fuerte polarización electoral entre el oficialismo y alguno de los sectores de la oposición.
“Galvaniza el voto propio”, evaluaban, por caso, cerca de Daniel Scioli, donde se observaba un beneficio adicional: la presencia de Máximo en una lista única de diputados nacionales creen que acotaría el margen de maniobra del ministro Florencio Randazzo, competidor del Gobernador en las Primarias. “El Flaco se queda sin discurso. ¿Cómo va a hacer para diferenciarse si los dos vamos con Máximo”, evaluaban.
No era el único análisis que surgía en los corrillos peronistas. Esa probable apuesta fuerte en la Provincia era leída como la decisión del kirchnerismo de jugar todas sus fichas a ganador. Aventaría así los rumores de aquél hipotético escenario que tanto se comentó en el oficialismo sobre un supuesto plan K de “ir a menos” en este turno electoral para reagrupar la tropa con vistas a 2019.
Nuevas especulaciones
Luego del plenario de San Martín en el que apuntó a relanzar su campaña y blindarse en territorio bonaerense, Sergio Massa parece haber retomado la idea de avanzar hacia una síntesis en la oferta provincial de su espacio.
A ese objetivo contribuyó la decisión de Felipe Solá de apartarse de la carrera por la Gobernación, en un gesto que fue celebrado en el massismo en donde se pretende que sea imitado por al menos otros dos de los anotados en la pelea.
Por estas horas corre fuerte la versión de que estaría encaminada la interna entre Francisco De Narváez y Darío Giustozzi. De confirmarse, sacaría de la grilla al intendente de Malvinas Argentinas, Jesús Cariglino, y a la diputada provincial Mónica López.
Salomónicos, en el massismo hablan de fórmulas compartidas: De Narváez con Cariglino y Giustozzi con López. Puede que ese espíritu de unidad no contenga a algunos de los protagonistas.
Cariglino, en ese caso, podría optar por ir por un nuevo mandato en su distrito. Sería además, el deseo del propio Massa en tren de realimentarse desde la Provincia: el tigrense pretendería que todos los intendentes vayan por un nuevo período de gobierno para potenciar sus propias chances.
Ese deseo impregna de interrogantes el proyecto provincial de Giustozzi. En el propio Frente Renovador las opiniones están divididas en relación a si el ex alcalde de Almirante Brown le dará batalla a De Narváez o si, por el contrario, se replegará a su distrito.
La alternativa de un De Narváez solitario concurriendo a las Primarias de agosto no surge a esta altura como un escenario descabellado. Se admite en diversos estamentos del massismo como una posibilidad que no habría que descartar.
Y se enlaza con una presunción que va ganando terreno en el Frente Renovador: que en los armados del FpV y del acuerdo UCR-PRO también habrá listas únicas para la categoría de Gobernador.
“Van a ir Julián Domínguez y María Eugenia Vidal”, especulan. Y añaden: “En ese escenario, no convendría ir a dividir los votos a una interna”.
Cuestión de lapicera
En el radicalismo bonaerense por estas horas se libra otra disputa: la de intentar sostener posibilidades de competencia equitativa con sus nuevos socios macristas.
No todos los radicales están en la misma sintonía, pero hay un sector que empuja ir con Gustavo Posse como precandidato a gobernador. El alcalde de San Isidro se lanzará al ruedo en las próximas semanas, pero pretende, como el resto de los radicales, competir con Vidal en igualdad de condiciones, es decir, contar con la boleta presidencial de Mauricio Macri, además de la de Ernesto Sanz.
Es el mismo anhelo de los intendentes que se mantuvieron bajo el paraguas partidario y que no anudaron en forma anticipada sus propios cierres con el PRO.
Pero mientras esa pelea se viene desarrollando, hay otra escaramuza abierta en el seno de la UCR bonaerense y que tiene que ver con quiénes serán los dirigentes encargados de negociar las listas con el macrismo. Quiénes, en definitiva, tendrán la lapicera.
Hace unos días algunos popes radicales negociaron un pronunciamiento público para avalar lo resuelto en la cumbre de Gualeguaychú. Pareció así alumbrar un acuerdo para evitar fracturas de aquellos dirigentes refractarios a cerrar con Macri en la Provincia.
Pero la movida duró pocas horas. Cuentan que el alfonsinismo fue al Comité Provincia con un documento en el que no sólo no se ratificaba lo resuelto a nivel nacional, sino que además reservaba en la conducción bonaerense que lidera el propio Ricardo Alfonsín, la potestad de llevar adelante las negociaciones con otros espacios políticos.
Ante el rechazo de los dirigentes cercanos a Sanz y en medio de los tironeos, finalmente emergió un documento en el que se pide al PRO “igualdad de condiciones” para los candidatos radicales.
Quedó para más adelante la definición de quiénes serán los negociadores y cómo se trasladará a la Provincia el cierre nacional con el macrismo.
LA PROVINCIA/PANORAMA POLÍTICO DE LA SEMANA
COMENTARIOS