ANÁLISIS

El PJ y la táctica de abroquelarse

Abroquelarse todo lo que sea posible, con dos líneas de cuatro que jueguen en campo propio y que desplieguen un dispositivo de cerrojo para frenar cualquier intento del rival por vulnerar la defensa. Así, apelando a la vieja táctica futbolera del “catenaccio” italiano, parece haberse plantado desde ayer el PJ para afrontar el complejísimo escenario político y electoral que se configura con la última etapa de la gestión kirchnerista en el poder y la apertura de una transición que no tendrá controlada.
La aplicación de esa táctica defensiva tiene razones concretas para ser tenidas en cuenta. La primera de ellas es que el oficialismo ha perdido la iniciativa a manos de otras fuerzas políticas -el massismo y el macrismo resultan las más dinámicas- y no le resultará nada fácil recuperarla en un contexto en el que priman los cuestionamientos por la inseguridad y la inflación. Por ende, la determinación de cerrarse para resistir los embates desnuda una lógica de autopreservación.
Ese criterio subterráneo, que impera entre la mayoría de los gobernadores y los bloques parlamentarios del justicialismo, no sigue por cierto la línea trazada por el kirchnerismo duro, que aún apuesta por la posibilidad de que sea la propia Cristina Kirchner quien designe al “sucesor” para su reemplazo en la Presidencia a finales de 2015.

El peso del ataque


Tampoco resulta demasiado funcional a los mandatarios provinciales que aspiran a encarnar la candidatura del oficialismo el año que viene.
De hecho, tanto Daniel Scioli como Sergio Urribarri, Jorge Capitanich o Juan Manuel Urtubey podrían ser asimilados a esos delanteros que son librados a su propia suerte en la táctica del “catenaccio”, por la que son obligados a cargar sobre sus espaldas todo el peso del ataque pero que juegan en notoria desventaja numérica respecto de sus rivales. En la misma situación podría ubicarse al ministro nacional Florencio Randazzo si persiste en su proyecto presidencial.
En ese lote de candidatos, Scioli ha sacado a sus “compañeros” varios cuerpos de ventaja, por imperio de las encuestas de intención de voto. Tanto es así que en el Congreso no son pocos los legisladores oficialistas que aguardan con expectativa el lanzamiento oficial de su postulación, para empezar a actuar más en sintonía con el gobernador bonaerense que con la Casa Rosada. Uno de ellos sería Miguel Angel Pichetto, quien comanda el bloque de senadores nacionales del FpV.
El senador rionegrino se convirtió prácticamente en el rostro del “pejotismo”, a juzgar por su prédica igualmente enfática a favor del menemismo, luego del duhaldismo y actualmente del kirchnerismo. Aunque en los últimos meses viene emitiendo señales para diferenciarse del kirchnerismo y algunos lo comparan -de forma risueña- con Frank Underwood, el protagonista de la serie televisiva norteamericana House of Cards, que en medio de intrigas llega a la Vicepresidencia.

Elección “indirecta”

Pichetto, que sería designado en una de las vicepresidencias del Consejo del PJ, levantó la mano -como todos los presentes anoche en la sede de la porteña calle Matheu- cuando se decidió que las autoridades partidarias serán elegidas en un Congreso el próximo 9 de mayo por medio del “voto indirecto” y no a través de una elección interna. Debieron fijar, para ello, una cláusula transitoria en la carta orgánica para permitir esa situación “por única vez”, aunque se trate de un eufemismo.
Afuera de esta jugada quedaron algunos pocos gobernadores, como el cordobés José Manuel de la Sota, que el próximo lunes recibirá a Sergio Massa en su provincia luego de haber pegado un portazo en un encuentro previo que fue copado por el secretario Legal y Técnico de la Presidencia, Carlos Zannini.
El funcionario estuvo ayer en la sede de Matheu a la cabeza de una delegación kirchnerista de la que formaron parte el ministro Agustín Rossi y el diputado Juan Cabandié.
Pero el kirchnerismo ya no tendría en el futuro la batuta del PJ, porque la Presidenta se asemeja allí a un director técnico cuestionado por los “referentes” de su equipo. Esos jugadores -que por ahora mantienen las rencillas internas en la intimidad del vestuario- son los gobernadores y algunos legisladores de peso que el año próximo deberán defender sus provincias de un aluvión opositor. 

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