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OPINIÓN

Los riesgos que genera el “exceso” de pesos en el país

El plan del Gobierno carece de consistencia porque no ha incluido ninguna señal creíble de que intentará reducir el exceso de pesos de la economía.
Sólo se ha depreciado el peso contra el dólar a un ritmo superior a la inflación, pero sin que otra ancla nominal reemplace el rol de contenedor de la inflación que tuvo el tipo de cambio hasta 2012.
El acuerdo de precios y salarios tuvo siempre la debilidad de no estar acompañado por el componente ortodoxo que se requiere en cualquier programa serio de estabilización.
Para peor, ahora parece difícil mantener una pauta cercana al 26% donde se ubica la inflación real.
Si el comienzo del verano transcurre sin medidas fiscales significativas, el Gobierno deberá sortear varias pruebas:

*) Hacer frente a la reducción estacional de la demanda de dinero que tiene lugar sobre finales de enero/comienzos de febrero de todos los años. Esto ocurrirá en un contexto de abundancia de pesos por la emisión relacionada a los pagos de aguinaldos de empleados estatales y jubilados, y en el cual se arrastra un exceso de pesos como consecuencia del gran “corralón” que generó el endurecimiento del control de cambios de finales de 2011. Debe recordarse que existe un “monetary overhang” no inferior a 5% del PBI que históricamente se ha resuelto con un golpe de devaluación e inflación.

*) Detener el drenaje de reservas, ya que el stock actual (neto de los depósitos de las entidades financieras en el Banco Central no es suficiente para hacer frente a los vencimientos de deuda pública y privada de los años 2014 y 2015. Además, debe recordarse que una parte importante de las reservas no son líquidas (el oro y los DEGs) y que requieren de operaciones complejas y costosas para poder convertirse en tales.

*) Evitar una aceleración de las pautas de los aumentos salariales en un contexto de inflación creciente.

Dos vías de ajuste

La decisión de no avanzar en una mejora fiscal significativa expone a la economía a un ajuste por dos vías alternativas (o a una combinación de ambas). Resolver el “exceso” de pesos por medio de una aceleración en la tasa de inflación y resolver el “faltante” de dólares a través de una recesión que reduzca las importaciones.
La economía siempre ajusta de alguna manera, pero es preferible que ello se haga de manera ordenada con una participación activa del Gobierno. Si, en cambio, el Estado no está dispuesto a ordenar sus cuentas, no puede esperarse que los sindicatos y empresarios sean los únicos que hagan el esfuerzo.

El control de precios

Si el equipo económico opta por endurecer el control de precios como única herramienta, esa medida terminará en desabastecimiento, como la triste experiencia de Venezuela deja claro.
Los controles que empezaron desde 2005, en general, fueron por períodos cortos, excepto en los mercados mayoristas de la energía, la carne y el trigo, donde la intervención gubernamental generó desastres de proporciones y que llevará varios años recomponer.
Luego de varios años de excesos populistas y ante la ausencia de un nuevo golpe de suerte que mágicamente cuadrara las cuentas públicas y la cuenta externa, era obvio que hacía falta ajustar el gasto doméstico a la oferta sostenible de largo plazo.
La decisión de ir por el “nunca menos”, deteriorando el déficit fiscal y confiando en los controles, sólo agravó la magnitud de los problemas.
En 2013, la economía disfrutó de “un buen año” con crecimiento del 3% e inflación de 26% sólo porque usó el último stock disponible, perdiendo reservas del Banco Central a un ritmo superior a los 1.000 millones de dólares por mes. Esa facilidad no estará disponible en 2014. Por eso nos espera un año duro, con riesgo de recesión e inflación en aumento.


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