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MIRADA ECONÓMICA

Lo que viene... lo que viene...

Para quienes venimos insistiendo en el agotamiento del actual modelo económico, la inconsistencia de la política cambiaria y los graves problemas que causa la inflación, la catarata de renuncias y el consecuente recambio que se produjo esta semana en el ministerio de Economía, la secretaría de Comercio, el Banco Central y la Jefatura de Gabinete de Ministros, son un alivio porque demuestran que el Gobierno reconoce el problema y parece estar dispuesto a hacer algo para ordenar la economía.
La raíz del problema económico actual probablemente esté en la propia matriz del modelo.
Luego de la brusca devaluación del 2002, en la que el peso perdió el 65% de su valor, la economía quedó con tipo de cambio súper competitivo, lo que le permitió generar un superávit de 8.767 millones de dólares en la cuenta corriente del balance de pagos durante 2002 y otros 8.140 en el 2003.
A partir del año 2004, con el dólar estable y la inflación controlada (para enero de ese año los precios mostraban un incremento de sólo el 2,74% en los últimos 12 meses) el superávit de cuenta corriente era un poco menor (porque se habían recuperado las importaciones), pero comenzaron a entrar muchas divisas por ingresos de capitales que veían a nuestro país con muchas oportunidades interesantes de inversión.

Dólares en abundancia

El fenómeno no fue estrictamente local sino que los dólares fluyeron generosamente hacia toda la región, haciendo que las divisas fueran poco escasas y que por lo tanto (como sucede con todas las cosas abundantes) su precio tendiera a caer en toda Latinoamérica.
En Argentina, en particular, por la triste experiencia del dólar barato de los ’90, el Gobierno no dejó que el precio de las divisa externa cayera, intervino en el mercado comprando dólares sistemáticamente y mantuvo el tipo de cambio en torno de los $3 por billete norteamericano, en un contexto en el que en Brasil, por ejemplo, el dólar se abarataba tanto que pasó de costar 3,70 reales en marzo del 2003 a salir nada más que 2,04 reales cuatro años después.
Así, entre 2003 y 2005 el Banco Central compró 23.263 millones de dólares, pero en 2006 el fenómeno se intensificó y compró nada más ni nada menos que 14.007 millones de dólares.
Ahora bien, ¿de dónde salían los pesos para comprar esos dólares? El 16,1% provino del superávit fiscal, pero el 83,8% de los pesos necesarios para comprar los dólares fueron directamente fabricados a nuevo por el Banco Central; emitidos. Hasta noviembre del 2006 este modelo de dólar alto, superávit comercial y superávit externo, con ingreso de capitales y acumulación de reservas, funcionó a la perfección. Pero en diciembre del 2006 los precios comenzaron a acelerarse. Hasta noviembre de ese año la inflación anual daba 8,2%, sin embargo para noviembre del 2007 ya los precios subían al 26,8% anual.
Ahora bien, cuando una economía mantiene el precio del dólar sin cambios mientras que los precios de los restantes bienes suben por el ascensor (entre enero 2003 y diciembre del 2007 la inflación fue del 67,9%), el resultado es que el dólar queda muy barato, porque aumentan la comida, los alquileres, la ropa, los salarios; sube todo, menos el dólar. Si no hubo una crisis externa en 2007, fue porque los precios internacionales de los productos que Argentina le vende al mundo subieron por las nubes. Los cereales que desde el 2003 habían subido un nada despreciable 29,3% treparon otro 61,6% durante 2007 al tiempo que las oleaginosas que habían aumentado 26,3% durante los primeros 4 años del modelo, escalaron un 46,2% sólo en 2007. Ello implicó que el Banco Central comprara otros 10.474 millones de dólares ese año.

La fórmula de la 125

La respuesta del Gobierno fue la famosa Resolución 125 que pretendió (tarde) imponer retenciones móviles cuya alícuota se moviera de acuerdo a los precios internacionales. Digo tarde porque todos los economistas saben que en países como el nuestro cuando se produce un shock desfavorable los precios suben, pero cuando se revierte el shock no bajan, justamente porque hay inflexibilidades a la baja. Prueba de ello es que hoy la soja no vale más 640 dólares por tonelada, y sin embargo los precios no bajan. Hubo un solo momento en que el Gobierno devaluó y fue entre 2008 y 2009, para enfrentar la crisis financiera internacional y la salida de dólares por la incertidumbre creada por la pelea con el campo.
Pero las distorsiones se siguieron acumulando. Siguió subiendo mucho más rápido la inflación que el dólar y para 2011 la situación cambiaria se tornó insostenible. La fuga de dólares fue tan fuerte que el Gobierno impuso el cepo y desde entonces la brecha entre el paralelo y el blue no hace más que subir; circunstancia agravada porque se evaporó el superávit fiscal y desde el 2010 que el Tesoro se financia con emisión monetaria inflacionaria.

Nuevo elenco

Esta semana cayó el gabinete económico. Kicillof es el nuevo ministro y no está más Moreno.
De momento es sólo un cambio de figuritas y se desconocen aún las medidas para parar la inflación y resolver el problema cambiario (léase eliminar el cepo). Las primeras declaraciones públicas de los funcionarios dieron la impresión de que no comprenden la naturaleza del problema inflacionario y que limitarán al máximo el uso de reservas, encareciendo con impuestos adicionales la compra de bienes suntuarios (como autos importados) y probablemente también el turismo al exterior. Habrá que esperar las medidas, y seguir de cerca la evolución de las Reservas, el dólar y la inflación. 

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