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LA PROVINCIA | ANÁLISIS POLÍTICO DE LA SEMANA

Onda sísmica con réplicas en Calle 6

Daniel Scioli quería que algún otro gobernador K se precandidateara para la presidencial del 2015. Cree que una puja en la interna (del PJ) fortalecería, de cara a la general, al espacio y al que resultara ganador (obviamente, confiado -encuestas de conocimiento e imagen mediante- en que ese ganador sería él). Pero el deseo se le cumplió a medias, porque en estos días efectivamente un par ya se le plantó nítidamente como contendiente, pero no dará la pelea desde su despacho de provincia sino desde un sillón privilegiado de la Casa Rosada.

Esa es la conclusión que decantaba, este fin de semana largo, en el sciolismo tras los cambios que Cristina Kirchner dispuso en su gabinete, más allá de que algunos voceros obedientes salieran a decir que la designación del chaqueño Jorge Capitanich en la Jefatura de Gabinete de la Presidencia no generó inquietud alguna en la gobernación bonaerense, sino al contrario.


Kicillof y el modelo


Apenas conocidos esos cambios, en el equipo de Scioli se declaraba más inquietud por la designación de Axel Kicillof en Economía que por la de Capitanich. Una reacción basada en el criterio de que con el joven de formación marxista -como les gusta definirlo a algunos sectores del propio oficialismo-,  Capitanich no podría incidir en las decisiones económicas.

Es que en una primera lectura los movimientos en el gabinete de Balcarce 50 parecían generar, para la aspiración presidencial del Gobernador, una preocupación: con Kicillof al mando, la profundización del modelo anticipada por la propia Cristina no aportaría soluciones a los problemas económicos que más preocupan a la clase media, con la inflación y el cepo cambiario a la cabeza. Algo que afectaría en principio a cualquiera que fuera el candidato presidencial del oficialismo. Pero también aportaba un alivio: al no poder influir sobre el rumbo económico, Capitanich -a quien le reconocen criterios en esa materia más afines a los del sciolismo-, en particular, no podría desde su nuevo rol capitalizar como propias eventuales mejorías en las demandas ciudadanas vinculadas a la economía.


Una tromba en la Rosada


Pero el chaqueño irrumpió como una tromba en el gabinete de Cristina, dispuesto a incidir y a hacerlo notar. Si tuvieron un toque sísmico los movimientos en ese equipo, no fue tanto por los nombres de quienes se fueron y quienes llegaron como por el arrollador cambio de acción y estilo que Capitanich parece dispuesto a instalar.

Una primera conferencia de prensa en la que habló de todo, la promesa de contacto diario con el periodismo -¿al estilo Carlos Corach durante el gobierno de Menem?-, detalladas opiniones, definiciones y anuncios sobre cuestiones económicas y de todos los asuntos de gestión sobre los que fue consultado, y reuniones con sectores empresarios, sindicales y políticos, marcaron la hiperactividad, la apertura y la energía con que el nuevo jefe de Gabinete de Cristina desarrolló sus primeros cuatro días de gestión.

Por eso, de aquella primera evaluación centrada en Kicillof, el sciolismo pasó a mirar con detenimiento el desembarco de Capitanich en la gran vidriera nacional.

No pocos creen que con esta designación, la Casa Rosada -Cristina- quiso, decididamente, parar al chaqueño en el ring para disputarle al bonaerense la candidatura presidencial en la interna del espacio oficialista.


Recalculando


Lo cierto es que en la Gobernación ya se habla de una evaluación y eventual redefinición de los grandes trazos fijados en la estrategia hacia el 2015. Scioli deberá disputar con Capitanich, primero, el alineamiento de los otros gobernadores -un objetivo en teoría más fácil de conseguir desde la jefatura de Gabinete de la Nación; y un rol destacado en la conducción del PJ.

Claro que el lugar privilegiado que alcanzó Capitanich para la tarea de instalarse como candidato presidencial tiene sus riesgos, de acuerdo a las evaluaciones ya en danza en el sciolismo. Si al Gobierno le va mal en esta transición, el chaqueño será el más perjudicado de todos los  competidores posibles. Pero algunos analistas advierten que, en ese caso, ningún candidato podría llevar a buen puerto la nave del oficialismo en la elección general.

En suma, Scioli se ha encontrado con un competidor interno de fuste y con herramientas privilegiadas -en principio-, bastante más temprano de lo que esperaba.

También en el massismo siguen con lógica atención el impacto y las posibles incidencias de los cambios en el elenco de funcionarios de Cristina. Sus dirigentes apuntan a señalar, por lo pronto, que algunas de esas movidas -concretamente, la salida de Guillermo Moreno- fueron una decisión forzada por la campaña de críticas y planteos que el sector que conduce Sergio Massa desarrolló en ese sentido.

En las primeras evaluaciones de ese espacio tienden a concluir que la profundización del modelo anunciada no solucionará los problemas que han distanciado al kirchnerismo de la gente. No cambiará nada, evalúan algunos de sus referentes. Pero de cualquier modo, también para Massa se abre la incógnita sobre cómo decantará en la opinión pública un gobierno más activo y más enfocado en algunas de las inquietudes centrales de la gente -si se mantiene el perfil que Capitanich le imprimió en estos días-  y sobre las chances del postulante presidencial que lo represente en el 2015.

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