ESTO QUE PASA

El costo de los votos se hará sentir

Hay números que ahorran infinidad de palabras, sobre todo en un país tan enamorado de ellas. Mientras que los candidatos del Gobierno en las elecciones del ¿remoto? 27 de octubre tuvieron que gastar en la provincia de Buenos Aires 8.15 pesos por cada uno de sus 2 millones 767.694 votos, la lista de Sergio Massa sólo necesitó 3.23 pesos por cada uno de sus 3 millones 776.898 sufragios. No son cifras al voleo. Massa invirtió en su astuta campaña, 12 millones 200.260 pesos, mientras que la lista capitaneada por Martín Insaurralde necesitó 22 millones 548.207 votos. Otra vez: una aritmética imponente, porque el Gobierno tuvo que poner en la provincia de Buenos Aires un 46% más de dinero de lo que necesitó Massa para sacarle al oficialismo una distancia de un millón de votos. Cada uno de estos electorados tuvo valencias significativas; al Gobierno los sufragios le costaron 492% más caros que al Frente Renovador. Pero, ¿qué importa?

Costos

El Gobierno es una reducida colectividad en cuyo núcleo duro no cuentan mucho los costos y las facturas a pagar. Producto exquisito del voluntarismo más empecinado, el kirchnerismo asume como rasgo muy peculiar una obstinada vocación por descreer de la realidad, a la que juzga como producto de las fantasías del enemigo. ¿Sabe que miente el Gobierno cuando lo hace explícitamente? El interrogante admite al menos dos respuestas, porque -en un punto- el grupo gobernante vive inmerso en una blindada convicción sobre la veracidad de sus propias argucias retóricas. Pero, en otro sentido, la agresión contra la verdad no puede ser inocente, como lo demuestra un reciente episodio.
Esta semana, el ministerio de Defensa a cargo de Agustín Rossi tuvo un alto nivel de exposición mediática. Por una parte le recordó al país que una colección de ilustres protagonistas del espectáculo habían sido prohibidos hace unos 35 años por el régimen militar de otrora. Pero, además, Defensa tuvo que tragarse el sapo de que la desvencijada y prácticamente no-operativa Fuerza Aérea Argentina canceló su participación en un ejercicio militar americano a realizarse en Brasil con aporte de Venezuela y los Estados Unidos, entre otros países. Rossi alegó que la “demora” en autorizar el envío de las reliquias aéreas nacionales al ejercicio Cruzex Flight 2013 se debió a que el Gobierno, después del bochorno de la fragata Libertad incautada en Ghana, dijo ser muy prudente. Una mentira pura y dura: los aviones militares no son embargables, pero si a alguien se le ocurriera la idea, ¿Brasil permitiría la humillación argentina?

Aislamiento

Seis países de América Latina, además de los Estados Unidos y Canadá, iniciaron estos ejercicios militares aéreos en el norte de Brasil, evento organizado y coordinado por la Fuerza Aérea Brasileña en las bases aéreas de Natal y Recife, consideradas como las mejores de Latinoamérica: Participan delegaciones militares de ocho países del mundo para demostrar la preparación física y académica de su personal, casi un centenar de aeronaves y más de dos mil militares abocados a prácticas para misiones especiales de combate aéreo entre cazas, así como salto de paracaidistas de fuerzas especiales. Aviones y helicópteros de guerra de Canadá, Chile, Colombia, Ecuador, Estados Unidos, Venezuela y Uruguay participan. Ya en 2008, la Argentina había quedado fuera de este ejercicio luego de llegar tarde a aprobar la autorización para que militares argentinos salieran del país. Ahora ya estaban alistados los viejos A4-AR, que la Argentina iba a llevar desde la base Reynolds, en San Luis, hasta Brasil. “Pasamos quince meses planeando el ejercicio. Estamos seguros de que todo sucederá como estaba previsto. Lamento que Argentina no participe”, dijo delicadamente el brigadier brasileño Mário Luís da Silva Jordão, director del “Cruzex Flight 2013”.
La decisión cerril de reducir hasta su virtual inexistencia operativa a las Fuerzas Armadas de la Argentina no es un mero producto del “progresismo” supuestamente anti militar. Por el contrario, dos regímenes sudamericanos alineados en un marco ideológico radicalizadamente anti occidental, piensan y proceden exactamente al revés. Los militares venezolanos, que gobiernan de hecho su país como socios del régimen de Nicolás Maduro y su descascarado chavismo, se han pertrechado gruesamente con aportes de Rusia y China, mientras que el ecuatoriano Rafael Correa está a punto de comprar en Rusia una flotilla de helicópteros artillados Mi-171 y cazabombarderos Su-130, tal como reveló esta semana el periódico estatal Rusia Hoy, distribuido en la Argentina por el diario La Nación. El rearme de Ecuador es financiado por créditos blandos del régimen de Vladimir Putin. La misma fuente reportó que en una muy reciente gira de negocios por América del Sur, el ministro ruso de Defensa, Serguéi Shoigú, cerró estratégicos tratos con Brasil y Perú. A los peruanos, Rusia les entregará 24 aparatos Mi-171SH, que llegaran junto a talleres de reparación y mantenimiento a cargo de las FF. AA. rusas. El gobierno de Lima ya despachó a 68 pilotos militares para formarse en bases dentro de Rusia. El caso de Brasil es aún más fuerte. El gobierno de Dilma Rousseff está poniendo broche a la compra de un sistema ruso de defensa antiaérea Panstsir-S1 de corto y largo alcance, así como también se analiza la adquisición de sistemas portátiles de misiles antiaéreos Igla-S. Lo cierto es que Brasil ya le compró a Rusia sistemas de defensa aérea y helicópteros MI-35.

Argucias

A la luz de estos hechos, el balbuceo argentino es patético. ¿Es para opacar tamaño bochorno que Rossi desempolvó casos tan conocidos y obvios que a nadie asombraron? Sobrecoge la cantidad de personas muertas en esas viejas listas, a la que se aferró el Gobierno para seguir regando el cantero de su relato. Entre otros: Héctor P. Agosti, Pedro Aleandro, Emilio Alfaro, Pedro Asquini, Saulo Benavente, Antonio Berni, Alejandra Boero, Augusto Bonardo, Carlos Carella, Julio Cortázar, Córdova Iturburu, Dardo Cúneo, Agustín Cuzzani, Jaime Dávalos, Edmundo Eichelbaum, Leonardo Favio, Juan Carlos Gené, Ernesto Giudice, Rodolfo Kuhn, Lidia Lamaison, Raúl Larra, Julio Márbiz, Tomás Eloy Martínez, Marcos Merchensky, Bárbara Mujica, Lautaro Murúa, Luis Politti, Juan Carlos Portantiero, Osvaldo Pugliese, Rodolfo Puiggrós, Gregorio Selser, Mercedes Sosa, David Stivel, Jacobo Timerman, Osiris Troiani, David Viñas, Héctor Yánover, Atahualpa Yupanqui. Mientras el ministro de Defensa de la Argentina evoca las condenables prohibiciones a personas ya fallecidas hace décadas, los gobiernos de la región no se distraen. Lo que el ministro Rossi no consigue ocultar es que las razones de este faltazo argentino no derivan de demoras burocráticas, ni del temor a embargos. La verdad es que los aviones de la Fuerza Aérea de este país están prácticamente en tierra, así como los buques de la Armada pasan la mayor parte del año anclados en puerto.
La Argentina no tiene, afortunadamente, ninguna guerra convencional por delante, al menos en un corto y mediano plazo. Desactivados los delirios hipotéticos de guerras con los vecinos durante los gobiernos de Raúl Alfonsín y Carlos Menem, este país podría arreglárselas sin hipotecarse en arsenales sofisticados, pero el problema es que naciones fronterizas (Chile, Brasil) y muy cercanas (Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela) tienen otras ideas. La superficial negligencia argentina revela una aproximación infantil a las cuestiones estratégicas, algo que se potencia por la insistente manía oficial en alterar la verdad de los hechos para encubrir asuntos que pretende ocultar.

Guerras

Pero si las guerras territoriales son hoy impensables en esta parte del mundo, la realidad de cara a otros enemigos muy tangibles y amenazantes, es muy diferente. La Argentina está inerme en los cielos ante la proliferación de aviones que aseguran el comercio masivo de drogas y se desplazan sin que la Aeronáutica tenga la más mínima posibilidad de derribar nada, nunca y en ninguna parte. Otro tanto le pasa a la Armada respecto de la pesca no autorizada en el Atlántico. Es sintomático que el Gobierno divague “revelando” prohibiciones archi conocidas, de personas largamente fallecidas. Es la pugna entre la realidad y la fantasía, entre los hechos y la retórica. Lo que pasó con los votos del 27-X es revelador. Haber pagado 492 pesos más que los ganadores por cada voto debería haber hecho reflexionar al Gobierno, o a la presidente Cristina Kirchner, quien va retornando, pero muy de a poco, a su trabajo formal de primera mandataria.

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