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ESTO QUE PASA | ANÁLISIS POLÍTICO DE LA SEMANA

Una carrera en la que es imposible ganar

La Argentina invirtió 400 millones de dólares en una empresa uruguaya. La Argentina quiere cubrir rutas de cabotaje dentro de Chile, pero no la dejan. El massismo lleva adelante una campaña que quiere meter miedo en un tema tan sensible como lo es la seguridad. La Argentina no quiere que LAN se vaya del país. La disputa del Aeroparque es sólo por un hangarcito. Esta semana se batieron récords, y el país parece ir por más. Con un desparpajo notable, fabulaciones colosales aterrizan en la agenda mediática y permanecen como si fueran verdades irreprochables. En el vértigo argentino, la línea roja entre lo cierto y lo falso parece ya destruida. Los ejemplos son abrumadores y sin embargo no parecen alterar el curso de los acontecimientos. Merecen menciones puntuales.

“Inversiones”

La refinería de la Administración Nacional de Combustibles, Alcohol y Portland (ANCAP) del Uruguay a cuya inauguración viajó Cristina Kirchner fue comisionada por los uruguayos, construida por la argentina YPF y pagada por los uruguayos. Sin embargo, ajena a las más elementales pautas de veracidad, la Presidenta se regocijó en Montevideo de que esa planta había sido financiada con capitales argentinos. Rojos de vergüenza, los uruguayos apenas murmuraron, pero Luis A. Heber, el presidente del Partido Nacional, me manifestó la verdad en una entrevista para mi programa Esto que Pasa, por Radio Mitre: “la pagamos los uruguayos. El caso de la ANCAP uruguaya es notable si se la analiza con ojos argentinos. En su propio sitio web la petrolera estatal revela las remuneraciones de su personal, con una máxima de 8.100 dólares mensuales para el máximo cargo y 610 dólares para el inicial más modesto (ver http://www.ancap.com.uy/pdfs/EscalaSalarialActual.pdf). ¿Los argentinos sabemos acaso cuanto les estamos pagando a personajes como Miguel Galuccio, Gustavo Lipovich, Mariano Recalde o Axel Kicillof?
Haber dicho que la Argentina invirtió ese dinero no se diferencia de otras chapucerías igualmente indecorosas. El poderoso viceministro Kicillof, fiel a su preferencia por el sarcasmo soberbio, calificó de “hangarcito” a la base de 2.500 m2 que LAN Argentina tiene en Aeroparque. La empresa opera 14 aeronaves en el país y maneja la tercera parte del tráfico doméstico de este país. ¿Para qué le mojaron las orejas desde La Cámpora? Cuando Roberto García divulgó en su programa La Mirada (Canal 26) el video en el que Recalde aparece blanqueando su intención de suprimir rutas a LAN, el Gobierno se paralizó durante algunas horas. Enseguida vino la réplica filosa de La Cámpora, para la que nunca hay un paso atrás, ni siquiera cuando marchan al precipicio.
Descubrieron una excusa: LAN gozaría del privilegio de los cielos abiertos argentinos, mientras que Aerolíneas Argentinas estaría imposibilitada (por la “derecha pinochetista”) de operar vuelos de cabotaje en la nación transandina. Fue una patraña al cuadrado. Primero, porque Aerolíneas Argentinas ya operó vuelos internos dentro de Chile, hasta ser estatizada por el kirchnerismo. Esos vuelos se suspendieron por falta de financiamiento argentino.
La pretensión de que ahora vuelva a volar dentro de Chile es tragicómica. Con apenas 57 aviones, la flota de Aerolíneas/Austral conecta a duras penas al país. ¿Con qué flota podría hacer cabotaje en Chile, si se tiene en cuenta que LAN dispone de una flota global que incluye 86 aeronaves Airbus y Boeing, 14 de las cuales están afectadas a la Argentina? La empresa chilena, ahora multinacional, dispone de  un parque de casi 160 aviones en total, casi tres veces más que Aerolíneas.
Ayer sábado, por ejemplo, de las 125 partidas programadas en el Jorge Newbery, 83 (el 66%) eran de la compañía estatal y 31 (el 24.8%) de LAN, con once vuelos de otras (Sol, TAM, Gol y Buquebús). De esos 83 vuelos de la estatal Aerolíneas, 66 iban al Interior. Pero la estructura de vuelos revela el patrón turístico estratégico: en un sábado salen de Buenos Aires nada menos que 14 vuelos a Bariloche (seis de Aerolíneas y ocho de LAN) y siete a Iguazú (cuatro de Aerolíneas y tres de LAN).
Diagnóstico obvio: más que conectividad doméstica, lo que pretende La Cámpora es quedarse con la crema de la cosecha, o sea los vuelos de intención turística, gran parte de los cuales se pagan en dólares porque son viajes de extranjeros. Ese mismo sábado promedio, Aerolíneas directamente no vuela a tres provincias argentinas (Catamarca, Entre Ríos y La Pampa).

“Campañas”


El procedimiento de ocultar y negar las realidades fehacientes no parece reconocer límites. Justo en la semana durante la que Mar del Plata volvió a empinarse a la condición de ciudad acosada por una criminalidad insaciable, el jefe de Gabinete del gobernador Daniel Scioli no tuvo mejor idea que reiterar el viejo dogma de Raúl Zaffaroni, según el cual la situación de “inseguridad” del país es producto de una patología psiquiátrica, azuzada por la “paranoia mediática”. Sin mayores vueltas, Alberto Pérez puntualizó que “el massismo lleva adelante una campaña que quiere meter miedo en un tema tan sensible como lo es la seguridad”. Es la misma mirada de la Presidenta.
Esta semana, Cristina retomó su vieja consigna, de acuerdo con la cual los todopoderosos medios de comunicación “concentrados” (sic) son los dueños de la realidad porque disparan “balas de tinta” contra su gobierno. Es la misma proverbial obsesión a la que rendía culto su finado marido: el periodismo es el autor de todas las desgracias argentinas, no el mero cronista de lo que sucede. Con un detalle añadido que revela estos arcaísmos ideológicos: hablar de “tinta” en una era ya casi totalmente dominada por el mundo digital y audiovisual, parecería atestiguar que en la psiquis cristinista, el mundo de 2013 sería casi como el de 1973.
Pese a la rusticidad de estos hechos de distorsión de la realidad, los indicios de la preocupación oficial se van acreditando, sin embargo, lenta e irreversiblemente. En tal sentido, fue muy gráfica la decisión de enviarlo a Martín Insaurralde nada menos que a un programa periodístico de Todo Noticias, la señal de Clarín, para comparecer ante dos editorialistas del tan escarnecido diario, Julio Blanck y Eduardo van der Kooy. Antes eso no era siquiera concebible. Scioli se aventuraba periódicamente a dar la cara ante los medios del Grupo, pero que en la misma semana en la que la Corte Suprema desplegaba dos audiencias sobre la ley de medios con la presencia de emisarios del Gobierno y de ese multimedios privado, la Casa Rosada rompiera la prohibición de que sus figuras se expongan en medios “enemigos” resultó sugestivo. Durante años, la señal TN fue descripta por el Gobierno como “Todo Negativo”, ¿y ahora? ¿Fue un indicio de madurez democrática y una apertura pluralista?
¿O fue una confesión de aislamiento, una manera de salir a buscar audiencias en sectores que ya le han dado la espalda al oficialismo y son inmunes a la aburrida monotonía de la propaganda oficial en los medios del oligopolio gubernamental?
Mentira y verdad, he aquí la cuestión. Requerido de dar respuestas fáciles y rápidas a lo que mostraron los resultados electorales del 11 de agosto, el Gobierno ha reaccionado, según el economista jefe de FIEL, Daniel Artana, con una propuesta que “empeora la calidad del diseño tributario, empeora el resultado fiscal de corto plazo y probablemente termine en un aumento permanente de impuestos”. ¿Las razones? La reducción de impuestos es transitoria si el mínimo no imponible no es ajustado automáticamente por inflación, y el aumento de impuestos es más permanente si es aprobado por el Congreso. Se podría llegar en unos años a la misma presión tributaria sobre los asalariados y mayores impuestos a dividendos y transferencia de acciones de empresas que no cotizan en bolsa. Explica Artana que los cambios en el mínimo no imponible generan saltos “que llevarán a situaciones inequitativas”, porque la imposición al capital en la Argentina arrastra un viejo problema: favorece a los proyectos financiados con deuda y este sesgo se agrava con la inflación.
La Argentina impone la mayor carga tributaria de la región, más alta que los Estados Unidos, Japón y los países del sudeste asiático y similar a los países europeos mediterráneos. ¿Opciones? Piensa el provocativo Artana que en un año electoral era más fácil para algunos dirigentes de oposición realizar propuestas populistas, pero “se olvidaron que en materia de populismo, ganarle al Gobierno es como pretender ganarle una carrera de 100 metros a Usain Bolt.


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