Si usted siguió el martes pasado el inicio de las alocuciones en el Plenario de Comisiones de la Cámara de Senadores, tal vez se pregunte quién es Kicillof. Le cuento. La flamante estrella del oficialismo tiene 41 años, un altísimo coeficiente intelectual, realizó una brillante exposición de dos horas y media de duración y además, como si fuera poco, el muchacho tiene pinta.
Pero como siempre pasa, lo nuevo genera reacciones adversas y enseguida lo denostaron por joven, desprejuiciado y hasta porque no se vistió de saco y corbata para ir a tan sacrosanto lugar.
Kicillof ya tiene la fama de "monje negro" del Gobierno y según algunos es el cerebro detrás de todas las grandes políticas económicas. Además, como si fuera poco, es parte de La Cámpora, esta especie de "Armada Brancaleone" creada por los grandes medios y que viene por todo.
Pero si uno corre el velo de los preconceptos y esa imagen instaurada intencionalmente, no verá otra cosa que el ascenso de una nueva generación, formada, preparada, con conciencia social, pensante y actuante.
Raúl Scalabrini Ortiz, en las Bases para la Reconstrucción Nacional de 1957 decía que "si no lo entiende, es que están tratando de robarle". Y Axel Kicillof fue claro como el agua. El portero del edificio donde vivo me decía el otro día: "Hasta mi abuela de 84 años lo entendió". Y no es poco. Más en este país donde nos han hablado tanto, nos han mentido aún más y han hecho tan poco. Por eso este cambio generacional se celebra.
NACIONALES
COMENTARIOS