Alberto Fernandez
Alberto hará un repaso de la “pesada herencia” macrista que decantó en el préstamo más grande que concedió el FMI.
PANORAMA POLÍTICO NACIONAL

El conflicto entre Ucrania y Rusia blanqueó las trabas que frenan el acuerdo con el FMI

El cierre del pacto por la deuda se vio afectado por el aumento en el costo del gas natural licuado que importa Argentina y pone más dudas sobre el cumplimiento de las metas para reducir el gasto público. La tensión con el kirchnerismo. La oposición pide una condena firme al régimen de Putin.

La guerra en Ucrania no solo obligó al Gobierno a reclamar con una calibrada firmeza a la Federación Rusa “cesar las acciones militares” mientras se cuidaba de condenar el ataque autorizado por Vladimir Putin, a quien solo tres semanas atrás había invitado a utilizar Argentina como “puerta de entrada a Latinoamérica”, sino también a postergar una vez más el anuncio de un entendimiento con el FMI que hoy luce empantanado no solo por el desacuerdo del kirchnerismo sino también por la desconfianza de los burócratas del organismo. En Washington hay dudas en cómo se logrará reducir el déficit fiscal.
En Casa Rosada nuevamente procrastinaron el envío del mentado proyecto de acuerdo que había previsto para este fin de semana y, al igual que ocurrió en su momento con el fenecido plan económico plurianual, no se sabe cuándo desembarcará en Diputados. Ayer en el Palacio de Hacienda reconocían que “por ahora no tenemos seguridad. Podría ser el lunes, pero estamos a la espera de alguna indicación”. La urgencia está dada en que el martes Alberto Fernández deberá hablar ante la asamblea legislativa en la inauguración de las sesiones ordinarias y una parte basal de su discurso estará centrada en la necesidad de culminar las negociaciones para evitar un default que echaría por tierra la tenue recuperación de la actividad.

Las tarifas
En las últimas horas el ENRE (Ente Regulador de la Electricidad), confirmó una suba del 22 por ciento promedio en las boletas que distribuye Edenor y Edesur, menos de la mitad de la inflación proyectada para el año, lo que impediría una reducción de subsidios por esta vía. La guerra en el este de Europa no solo impulsó el precio de la soja sino que disparó el precio del Gas Natural Licuado (GNL), que la ex-Enarsa compra en invierno para asegurar la provisión del fluido ante el mayor consumo. Algunas consultoras estiman que hoy vale casi cuatro veces más que en 2021 por lo que este año las importaciones costarían unos US$4500 millones adicionales, un gasto que no sería compensado por la suba de los commodities.
En este marco, la meta de alcanzar el 2,5 por ciento de déficit del PBI que se informó hace un mes con el principio de acuerdo con el organismo multilateral de crédito hoy parece de difícil cumplimiento. Otro efecto no deseado de la incertidumbre por el conflicto bélico es un probable fortalecimiento del dólar y un mayor crecimiento de la inflación por el encarecimiento de los alimentos. Si bien la suba de precios le sirve a Economía para licuar el gasto público, afectaría el crecimiento de la actividad económica.

Diferencias
Tampoco ayudan al Ejecutivo las diferencias hacia adentro de la coalición oficial que explican el fracaso de la convocatoria a sesiones extraordinarias más que cualquier actitud que haya exhibido la oposición. El portazo de Máximo Kirchner a la jefatura de bloque del FDT aún resuena en la coalición de gobierno pese a los esfuerzos por mostrar fotos de ocasión entre el camporista Wado de Pedro (Interior) y “albertistas” como “Juanchi” Zabaleta (Desarrollo Social). Esa tensión cambió la intención del Ejecutivo de hacer ingresar el proyecto por la cámara alta y que tenga un pasaje amable frente a la mirada de Cristina Kirchner para, así, facilitar su ulterior aprobación en Diputados.
En la víspera, la senadora kirchnerista Juliana Di Tullio blanqueó, en un reportaje radial, las diferencias con el cronograma de repago que prevé el entendimiento. “Diez años es muy poco para pagar esta friolera de US$40 mil millones, son seis años si piensas que cuatro son de gracia”, señaló al tiempo que se quejó de la falta de información oficial y de la filtración de presuntos borradores del pacto “que solo hicieron ruido”. Reconoció que “las metas fiscales también merecen más explicación y cuál va a ser el costo en el pueblo” del ajuste y cerró con una frase que explica el desafío que tiene el Presidente para intentar trazar una agenda propia: “Somos la fuerza mayoritaria de este Gobierno”.
No habrá acompañamiento de La Cámpora ni de sectores alineados al Instituto Patria en su estrategia contra el pago de la deuda en la marcha al Congreso del 1° de marzo. Organizaciones sociales como el Movimiento Evita y una parte de la CGT, sin el moyanismo presuntamente, ya avisaron que concurrirán para dar apoyo al jefe de estado. Pero habrá ausencias si consideramos, por ejemplo, la multitud que se congregó en Plaza de Mayo tres días después de las elecciones legislativas con la excusa de la celebración del Día de la Militancia.

Agenda propia
Hay una intención del Presidente de “cabalgar arriba del PJ” para ir trazando una agenda propia que, en su entorno anhelan, pueda concluir con su proyecto de reelección en 2023. Parece difícil en medio de la puja con el kirchnerismo. Empero, A. Fernández participó el miércoles en el Rectorado de La Plata de un acto de la Juventud Universitaria Peronista enfrentada con La Cámpora y al otro día viajó hasta Catamarca donde, bajo el manto del Justicialismo, también encabezó varias actividades.
Pareció más equilibrista hacia la interna del Frente de Todos en la postura que tomó Argentina respecto a la avanzada rusa en Ucrania: sin condenar el ataque ni la responsabilidad de Putin en el mismo, pidió terminar con “acciones militares” y respetar la “integridad territorial” de los países según prescribe la ONU. Pero a las pocas horas el representante argentino en la OEA evitó votar en contra de la invasión moscovita. Allí talla fuerte el kirchnerismo.

“Toma de decisiones”
El encuentro llevado a cabo en el Centro Naval de Vicente López, a unas diez cuadras de la Quinta Presidencial, no solo mostró la intención de dar voz a los socios menores del espacio, como el bonaerense Emilio Monzó o el cordobés Luis Juez, sino también ir diagramando una estructura de “toma de decisión” que evite futuros choques dialécticos a través de los medios.
Con Patricia Bullrich, el radical Gerardo Morales y el “lilito” Maxi Ferraro presentes, por caso, quedó claro que no hay lugar en la mesa de decisiones para Marcos Peña, tal como intentó sugerir Mauricio Macri. El otrora poderoso exjefe de Gabinete dejó heridas en sus entonces socios de Cambiemos. Hoy asesora, en las sombras, a Horacio Rodríguez Larreta como a otros dirigentes en su rol de consultor privado.
También hubo lugar para las denuncias contra el Ejecutivo por la demora en la asistencia a una Corrientes diezmada por los incendios. Al igual que un día más tarde lo hizo en el Senado el formoseño Luis Naidenoff, pidieron la salida del Gabinete del ministro Juan Cabandié (Ambiente). A. Fernández no echará al funcionario e incluso hará foco en el crecimiento que, según su relato, registró su ministerio en el discurso del martes próximo. Aunque el oficialismo necesite los votos de JXC en caso de enviar el acuerdo con el Fondo al Parlamento, se descuenta que el jefe de Estado hará un repaso de la “pesada herencia” macrista que decantó en el préstamo más grande que concedió el FMI en toda su historia.

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