RECLAMO DE LA INDUSTRIA EDITORIAL

Preocupación por el faltante de papel para imprimir libros

La Cámara Argentina del Libro denunció que no se consiguen algunos gramajes

La Cámara Argentina del Libro (CAL), que nuclea a unos 500 editores, distribuidores y librerías, denunció la “falta de papel” en el país, problemática con la que no coinciden la Federación de la Industria Gráfica y Afines ni las dos únicas productoras de papel que hay en Argentina, aunque reconocen desajustes en la distribución y aseguran una “regularización” del abastecimiento “en los próximos 30 días”.

¿Falta papel? El sector editorial responde que sí, preocupado: “El papel está escaseando hace meses y algunos formatos o gramajes están faltando. En la industria editorial usamos fundamentalmente papel obra, que es el blanco, o el Bookcel, que es color más amarillo, los dos están faltando, especialmente el Bookcel”, explica Martín Gremmelspacher, presidente de la CAL.

La explosión del packaging para e-commerce a raíz de las nuevas demandas planteadas por la pandemia global del Covid -en su versión aislamiento- sea probablemente el motivo de una falta de papel a nivel global que ahora se siente en Argentina, pero editoriales e imprentas locales piden una respuesta eficaz a una situación que se agiganta cuando piensan en las ediciones que planeaban presentar en la 46ta. Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, sin duda el acontecimiento cultural del año que regresará en abril de manera presencial tras dos años de ausencia.

María Inés Redoni, presidenta de la Cámara Argentina de Publicaciones (CAP), diagnostica que “la escasez de papel para los libros es un problema que afecta hoy a la industria editorial internacional de distintas formas. El mundo del libro está experimentando los impactos logísticos negativos del Covid debido en gran parte a la escasez de mano de obra y suministro y a problemas de transporte. En la Argentina, el papel de fabricación nacional Bookcel también ha sufrido estos problemas y hoy no es posible encontrarlo en el mercado. Hoy se están usando otros papeles para reemplazarlo”.

Ese reemplazo no pasa sin consecuencias para quienes editan libros: el papel de un volumen puede determinar la identidad de una colección y su ausencia alterar de manera crítica los planes editoriales ya que si escasea el papel que nutre mayormente los libros literarios por su calidad para la lectura -como es el papel ahuesado marca Bookcel que en nuestro país fabrica Celulosa Argentina- los sellos se ven obligados a postergar sus planes. Como cuenta Juan Manuel Pampín sobre los títulos de Ediciones Corregidor: “Algunos de nuestros libros se imprimen con papel obra, los de ensayo, por ejemplo, pero la mayoría de lo que publicamos, lo hacemos con el ahuesado porque el color es más suave, hace más amena la lectura y le da otra presentación al libro”.

Frente al reclamo de las editoriales medianas y pequeñas, Juan Carlos Sacco, de la Federación Argentina de la Industria Gráfica y Afines (Faiga), plantea otro escenario: “Es falso decir que falta papel. La industria papelera argentina es superavitaria: tenemos los papeles obra, clásicos, de escritura. El problema es que los gráficos pasamos de un periodo de muy baja producción por razones económicas al que se sumó la crisis sanitaria global del Covid, pero ante decisiones inteligentes del gobierno se han vuelto a hacer libros en Argentina y eso es lo importante”.

En esa misma línea, Ignacio Duelo, gerente de comunicaciones de papelera Ledesma, coincide en que “el papel obra es superavitario” y “dentro del papel obra, el ahuesado es una especialidad”.

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