PANORAMA POLÍTICO DE LA SEMANA

El Gobierno aprovecha el clima político

El sistema político argentino se está comportando como si las elecciones del 22 de octubre ya se hubieran realizado. El Gobierno nacional ensaya jugadas propias de quien se siente con más espaldas para aguantar las arremetidas en su contra, mientras que la oposición luce confundida, retraída, sin mensaje unificador, casi a la espera de que termine un partido que está padeciendo.
Ese clima político se torna palpable en la figura de Mauricio Macri. El Presidente pasó de haber tenido un papel modesto en el camino hacia las primarias de agosto -sobre todo en la Provincia y específicamente en el Conurbano- a ponerse sin medias tintas al frente de la campaña de Cambiemos, en una feroz acción de contragolpe que encuentra mal parada a la oposición.
El propio Macri describió su desempeño –y el de su administración- como el del encargado de cuidar una cancha de fútbol. “Nuestra tarea es despejarla, pintar las líneas y poner los arcos. Ustedes son los que tienen que meter los goles”, sostuvo el mandatario ante empresarios luego de que la Justicia federal avanzara con la detención del controvertido sindicalista “Pata” Medina.
Con una concepción liberal en lo discursivo, Macri se presentó como un facilitador para que las relaciones económicas fluyan naturalmente, sin distorsiones, pero en el plano político resultó evidente que la intervención del Presidente fue decisiva para avanzar contra el ex jefe de la Uocra platense. En la Casa Rosada buscaron capitalizar la “lucha contra las mafias”.
Antes de ser llevado con esposas a la cárcel de Ezeiza, Medina había cometido una tropelía que lo terminó condenando, cuando el jefe de Gabinete, Marcos Peña, tuvo una frustrante visita a La Plata a raíz de una protesta de los seguidores del pope sindical. El mal momento que pasó el ministro coordinador llegó a oídos del Presidente. “¡Pero qué se creen estos tipos!”, enfatizó.
El horizonte de 2019
En las evaluaciones posteriores a la detención de Medina, en el Gobierno reinaba el optimismo. Tanto, que se analizó como algo normal que el Presidente se manifestara “abierto” a la posibilidad de ser reelegido en 2019. En Cambiemos saben que hasta ese año habrá paz interna, porque sus figuras -Macri, María Eugenia Vidal, Rodríguez Larreta y otros intendentes- tienen reelección.
Las disputas incipientes que se registran en Cambiemos son propias de los grupos políticos que dejan de sentir la amenaza externa. Así pasó durante años con el PJ, que protagonizó durísimas internas entre Menem y Duhalde; o entre los Kirchner y Scioli. En ambos casos, el peronismo creía que no ponía en riesgo su permanencia en el poder. Lo mismo empieza a sentir ahora el PRO.
Dentro de la coalición de gobierno, ni la UCR ni la Coalición Cívica son para el macrismo socios competitivos por el sillón de Rivadavia, aunque todavía resuena la negativa de Vidal a que Elisa Carrió se postulara este año en territorio bonaerense, donde una victoria sobre Cristina Kirchner la hubiera puesto en carrera.

En el Parlamento
Las internas de Cambiemos se perciben en el Congreso. Allí acaba de renunciar el radical chaqueño Angel Rozas a la presidencia del interbloque oficialista en el Senado -donde se llevaría mal con la vicepresidenta Gabriela Michetti- y hay rumores sobre posibles cambios en la Cámara de Diputados que apuntarían a restarle poder de fuego al titular del cuerpo, Emilio Monzó.
Pero cerca del presidente de los diputados advierten que 2018 será un año “complicado” en el Congreso y que se requerirá de la experiencia y muñeca política de Monzó para aprobar las leyes que envíe el Poder Ejecutivo. Como fuera, una figura en ascenso es el radical cordobés Mario Negri, quien viene de asegurarse una silla en el estratégico Consejo de la Magistratura para 2018.
Negri reemplazará a Gustavo Valdés, el delfín con el que el gobernador correntino Ricardo Colombi apuesta a mantener el poder provincial en las elecciones del domingo próximo. Allí la polarización se registrará con el peronista Carlos “Camau” Espínola, quien recibe el apoyo del PJ orgánico. Pero que no siente una especial predilección por la ex presidenta Cristina Kirchner.
La ex mandataria, que ayer encabezó una caravana a la vieja usanza en González Catán, conserva predicamento en el Conurbano pero su participación en la arena electoral bonaerense tuvo impacto en otros rincones del país, donde se vieron perjudicadas las listas alternativas. En Río Negro, por caso, el gobernador Weterilneck terminó bajando a su candidato que salió tercero.
En esa provincia patagónica se hizo fuerte la línea interna del PJ de la familia Soria, mientras que Cambiemos busca mejorar su performance con alianzas tácticas tanto con Weterilneck como con Miguel Pichetto, aunque estas nunca serán reconocidas oficialmente. En Neuquén, el histórico MPN también padeció la polarización, lo mismo que Massa en la Provincia.
Con ese panorama, el oficialismo agradece por lo bajo la participación de Cristina Kirchner en la compulsa electoral de este año. Y ahora, su objetivo central pasa por revertir los resultados adversos tanto en Buenos Aires como en Santa Fe, donde perdió por escaso margen. “La Provincia ya está”, dijo con tono de certeza absoluta un funcionario que suele repasar las encuestas.
La coalición gubernamental también apunta a mejorar su desempeño en La Rioja y Tucumán, donde espera llegar a la Gobernación en 2019 con los radicales Julio Martínez y José Cano. En La Rioja la apuesta de Cambiemos es tan fuerte que ayer el propio Macri subió al escenario al intendente de la ciudad capital, el peronista Paredes Urquiza, y le partió el PJ a Carlos Menem.
Todos estos movimientos buscan además la consolidación de un bloque de diputados nacionales de entre 110 y 115 integrantes, lo que dejará al presidente Macri a un paso del quórum propio en la Cámara baja. Las proyecciones alimentan la sensación de victoria asegurada de Cambiemos que impera tanto en el oficialismo como en la oposición, pese a que nadie lo dirá abiertamente.

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