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RELIGIÓN

Dos milagros hicieron que el cura Brochero sea santo

La recuperación sin justificación médica del niño argentino Nicolás Flores Violino, que cuando tenía 11 meses quedó en estado vegetativo y con problemas neurológicos severos tras sufrir un accidente vial en Córdoba fue uno de los milagros que hizo posible que el cura Gabriel Brochero sea canonizado.
Este milagro atribuido al cura Brochero permitió que fuera beatificado el 14 de septiembre de 2013 por Benedicto XI, luego de que el Vaticano lo diera por aprobado.
El 28 de septiembre de 2000, en Falda del Cañete, provincia de Córdoba, la familia Flores Violino –padre, madre, hijo, abuelo y abuela- sufrió un accidente automovilístico que los involucró para siempre con la glorificación de Brochero: una camioneta Ford Apache sin luces chocó de frente al Volkswagen Polo en el que viajaban.
Nora, la abuela, sobrevivió, pero no así su esposo; Sandra Violino, en tanto, quedó con las piernas fracturadas y Nicolás, con 11 meses, quedó tendido en la cinta asfáltica con la cabeza muy lastimada y apenas con vida.
Su papá, Osvaldo, lo socorrió, y en la desesperación, pidió la intercesión del venerable José Gabriel del Rosario Brochero.
Luego de semanas difíciles para la familia, en las que se conjugaba la pérdida del abuelo y la extendida cadena de oración por Nicolás, el médico Vicente Montenegro, que atendió al niño de menos de un año, les informó que cumplieran las promesas que habían hecho, porque lo sucedido con la evolución del niño superaba toda intervención científica.
Hoy Nicolás tiene 16 años, y solo presenta una disminución de la movilidad en la parte derecha de su cuerpo, pero sin llegar a la parálisis. El diagnóstico que le habían dado era de completa discapacidad.
El otro milagro correspondió a la niña Camila Brusotti, quien a los 8 años fue brutalmente golpeada por su madre y su padrastro hasta dejarla inconsciente y en terapia intensiva por dos meses y se recuperó por intercesión del futuro santo.
El 30 de octubre de 2013 se convirtió en un momento crucial para la vida de Camila Brusotti, la niña llegó con pocos signos de vida, golpeada, con lesiones graves e inconscientes a la guardia del Centro Integral de la Mujer y del Niño (Cimyn), de la ciudad de San Juan.
Llegó en brazos de su madre, Alejandra Ríos quien le confesaba a los médicos que la nena "se había caído del caballo" y por eso su estado crítico, pero los médicos que asistieron a niña, no le creyeron.
Más tarde, comprobaron que no hubo abuso sexual, pero que las lesiones que presentaba la niña eran producto de la golpiza que le habían propinado su madre y su padrastro, que fueron detenidos y acusados de "tentativa de homicidio y lesiones graves".
Con el tiempo, Camila evolucionó favorablemente y su recuperación milagrosa fue atribuida a la intercesión del cura Brochero, a quien la familia de la niña le rezó.

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