El monocultivo no deja ver el futuro

Adrián Rovea, asesor del CREA Ascensión, propuso estrategias para el control de malezas resistentes en una reciente Jornada de Actualización organizada por los grupos del Sur de Santa Fe en Venado Tuerto.
"Una producción basada en la siembra de 22 millones de hectáreas de soja contra cuatro millones de hectáreas de trigo y cinco millones de maíz no es sostenible a largo plazo", indicó el especialista al agregar que "la conservación de los recursos debe ser una premisa básica", señaló Rovea.
“Hoy desarrollamos una agricultura de bajos costos que genera innumerables inconvenientes, como las malezas resistentes a herbicidas y la degradación física y química de nuestros suelos. En cambio, pensarla como un sistema brindaría muchas ventajas”, advirtió, crudamente, Adrián Rovea.
Luego agregó que hay una problemática de malezas resistentes que crecen en el invierno y que involucra a la rama negra, yuyo colorado, sorgo de Alepo, flor de Santa Lucía y parietaria debilis, como especies predominantes, y chloris spp. y capín, como especies emergentes.
Rovea señaló que para asegurar una soja rentable en el sur de Santa Fe hay que pensar en un paquete tecnológico de mediana o alta calidad, que incluye fungicidas, insecticidas de última generación y un nivel intermedio de fertilización, lo que suma alrededor de 240 dólares por hectárea solamente de insumos y sin tener en cuenta a las malezas problema.
Pero, si se agrega que hay que controlar rama negra, sorgo de Alepo y yuyo colorado, se debe pensar en 350 dólares por hectárea, más las pérdidas de rendimiento que pueden ocurrir.
Pero -según el técnico- hay alternativas de manejo basadas en tecnología de procesos que ayudan al control de estas especies. Por ejemplo, Rovea sostuvo que es preferible apostar a un maíz tardío, ya que con los herbicidas utilizados convencionalmente en este cultivo (atrazina más hormonales) se controla fácilmente a la rama negra y el yuyo colorado.
Si se quiere controlar sorgo de Alepo o capín en el maíz tardío, el esquema de costos aumenta, pero dada la estabilidad que tiene el tardío, el incremento en el costo no es de alto impacto como sí lo es en soja de primera.
Con la siembra del cereal en segunda fecha se pueden controlar las malezas antes de la cosecha, que es en junio, julio o agosto. Para tal alternativa, el avión aplicador es una herramienta fundamental, indicó Rovea.
“Desde el punto de vista de los costos, el maíz tardío sería una alternativa válida para controlar malezas resistentes. La cuestión es que no se puede cultivar el total del área con él, sino que se lo debe incorporar gradualmente. Una empresa que tiene 80%-90% de soja no puede pasar de un año a otro a 50% de maíz y 50 de trigo/soja. En esa situación, se puede pensar en cultivos de cobertura”, propuso el técnico.
Los puentes verdes constituyen una excelente herramienta para mejorar la infiltración del suelo, disminuir la erosión y controlar malezas resistentes. “Hace 15 años se trabajaba con otro concepto en cultivo de cobertura: buena generación de biomasa y muerte, para aportar materia orgánica al suelo. Esta estrategia no estaba mal desde el punto de vista de la acumulación de cobertura, pero le restaba potencial al cultivo siguiente porque el perfil se secaba y se inmovilizaban nutrientes aprovechables”, recordó Rovea.
El concepto actual procura lograr un mayor equilibrio. “Luego de la siembra otoñal, a principios de septiembre se seca al cultivo de cobertura con un herbicida para evitar un alto consumo de humedad y nutrientes. Con ese esquema, en los potreros con cultivos de cobertura controlamos las malezas problema invernales y disminuimos el crecimiento de sorgo de Alepo, que es más fácil de dominar”, destacó. Desde el punto de vista de la física del suelo estamos incorporando raíces de gramíneas para mejorar infiltración y estructura.
Para lograr un enfoque sistémico, Rovea destacó que es indispensable conocer la ecofisiología de las malezas y dedicarle mucho tiempo a la observación.