Del tambo a las góndolas

La industria lechera reclama la remoción inmediata de todas las restricciones, externas e internas, a la comercialización, desde los ROE, hasta las retenciones, pasando por los precios internos que, finalmente, deberán ser liberados, o continuarán desapareciendo productos de las góndolas, ya que no es posible mantenerlos “congelados” con un 30%, un 35%, o más de inflación.
Entre el precio del litro de leche que reciben los tamberos y los precios de los productos lácteos en las góndolas, hay un abismo. De todas formas, se estima que, de liberarse los precios al consumo, la leche fluida, que constituye más del 25% de la producción total, podría pasar de $ 7,40 el litro, a $ 8,20 (8% a 10% de suba), lo que afectaría a la población de menores recursos, aunque el grueso de la demanda es de clase media que recibe un “subsidio” de precios de parte de los tamberos. Hay otro eslabón, menos conocido y bastante poco controlado, como es la comercialización, donde los márgenes son de lo más variables según negocios y hasta barrios. En forma global, se dice que la brecha de precios en lácteos se amplió del 8% al 20%, pero son pocos o ninguno los datos oficiales para saber lo que estuvo sucediendo (sin hablar, de irregularidades impositivas como las ventas sin factura) que sufren, incluso, los negocios que trabajan en blanco y que tienen la competencia desleal de los que no lo hacen. 

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