PARA MAXIMIZAR EL RENDIMIENTO DE SOJA

Hay que corregir las deficiencias de fósforo y azufre

El cultivo de soja es el que históricamente menos se fertiliza en Argentina, apenas el 62% de la superficie sembrada.
Además, esta fertilización se aplica con dosis bajas (arrancador). Esto genera un desbalance importante que se va acentuando en aquellos lotes que tienen una alta repetición de soja a lo largo de los años. Esta fertilización tradicional, aunque efectiva, no logra aprovechar el potencial de rendimiento del cultivo.
Los nutrientes necesarios para maximizar los rendimientos de este cultivo son Fósforo y Azufre. El Nitrógeno es el nutriente que la soja requiere en mayores cantidades. La fijación biológica que se desarrolla en los nódulos de las raíces cubre eficientemente los requerimientos de este nutriente, haciendo innecesaria la fertilización.
Sin embargo, otros nutrientes tienen impacto en la nodulación y deben ser tenidos en cuenta al momento de realizar un plan de fertilización.
Tanto el Fósforo como el Azufre inciden fuertemente en el número de nódulos, su peso y su actividad, por lo que su efecto sobre el cultivo de soja está muy ligado a una mejor nutrición nitrogenada.
Pero, ¿estamos manejando bien estos nutrientes? ¿Cuáles son los rendimientos alcanzables si liberamos al cultivo de las limitantes de fósforo y azufre?¿Cuál es la forma más eficiente de agregar Fósforo al cultivo de soja?

Red de ensayos Fertilizar

Con el objetivo de responder a estas preguntas, Fertilizar está conduciendo una red de ensayos de largo plazo en lotes con monocultivo de soja.
En estos ensayos se fertilizaban todas las parcelas con azufre hasta cubrir sus requerimientos y con Fósforo probando diferentes dosis y formas de aplicación.
La red incluyó sitios en distintos lugares de la región pampeana (9 de Julio y Ferré -Buenos Aires; Carcarañá -Santa Fe y Rio Cuarto –Córdoba) y fue realizada en conjunto con el INTA y la Universidad de Río Cuarto.

Resultados para distintas dosis de Fósforo

En el acumulado de 3 años, los resultados confirman que la práctica del productor agropecuario promedio (una dosis de arrancador a la siembra de entre 40 a 80 kilos por hectárea de superfosfato triple) es válida ya que logra un incremento de rindes de 186 kilos por hectárea.
Si bien esta respuesta es rentable para el productor, estas dosis no alcanzan para lograr los máximos rindes. En estos mismos ensayos encontramos que existe una respuesta de 675 kilos por hectárea respecto del testigo, cuando fertilizamos con dosis altas de Fósforo (100 a 150 kilos por hectárea de superfosfato triple) demostrando que la dosis de base de arrancador está limitando los rendimientos.

Formas de aplicación de Fósforo (P)

La dosis tradicional utilizada se adapta perfectamente al concepto de “arrancador” y tiene la comodidad de poder realizarse cómodamente al momento de la siembra.
Una dosis alta a la siembra puede complicar esta labor, ya que sobrecarga de trabajo a la sembradora y además puede generar problemas de germinación, si el fertilizante se coloca muy cerca de la semilla. Sin embargo en la red mencionada se identificó que la forma más eficiente de agregar Fósforo al cultivo de soja es la aplicación dividida: 70% anticipada en el invierno al voleo en superficie y 30% como arrancador a la siembra.
Esta estrategia de fertilización generó una respuesta promedio en todos los sitios de la red de 949 kilos por hectárea, logrando ser una práctica rentable y práctica, que además permite mantener el balance de fósforo del suelo.

Rentabilidad de la fertilización y efecto sobre el suelo

 Si tenemos en cuenta los precios relativos actuales, la fertilización con altas dosis tuvo retornos económicos mayores al  100%.
El suelo además terminó con una ganancia en el fósforo disponible lo que representa un aumento de capital por hectárea de 60 a 150 dólares la hectárea durante los 3 años.

Impacto de la fertilización de soja

Si extrapolamos estos resultados de ensayos a los suelos argentinos que presentan niveles de P disponible por debajo del umbral de respuesta a la fertilización, podríamos estimar un aumento de la producción nacional de soja del orden de las 4,2 millones de toneladas y un incremento en el consumo de fertilizantes de 610.000 toneladas al año.


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