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ENFOQUE

Curiosidades y desventuras de la Rural

En la historia de la Exposición Rural de Palermo, con Juan Domingo Perón en el gobierno, las relaciones con la Sociedad Rural también fueron malas, dado que el proceso de sustitución de importaciones era rechazado por los ruralistas.
Ni Perón ni otros miembros de su gestión asistieron a las exposiciones. Años después, con Perón en el exilio, fue muy celebrado el paso por la Rural del presidente de facto Juan Carlos Onganía –que había derrocado a Arturo Illia- ya que con sus ansias imperiales “resucitó” la carroza presidencial, utilizada en los primeros años del siglo XX, y desfiló con ella por la pista central en 1968.
Se trataba de la misma carroza tirada por caballos que había usado la Infanta de Borbón años antes.

Democracia y guerra de discursos
En 1988, después de la definitiva recuperación democrática, la pista central de La Rural de Palermo fue testigo de una verdadera guerra de discursos entre el presidente de la Nación, Raúl Alfonsín –que había aplicado retenciones a las exportaciones agropecuarias- y Guillermo Alchourón, presidente de la SRA.
Todo comenzó con los silbidos y el abucheo de las tribunas en un frío y lluvioso día de invierno. “¡Que se vaya, que se vaya!”, le gritaban desde la tribuna. “Algunos comportamientos no se consustancian con la democracia, porque es una actitud fascista el no escuchar al orador. No creo que sean productores agropecuarios”, les dijo Alfonsín, a los gritos, blandiendo el dedo índice de su mano derecha como un sable.
Explicó: “Son los que muertos de miedo se han quedado en silencio cuando han venido acá a hablar en representación de la dictadura. Y son también los que se han equivocado y han  aplaudido a quienes han venido a destruir la producción agraria argentina. No son los trabajadores agropecuarios”, exclamó en un histórico discurso.

Piñas van, piñas vienen
Los primeros años del menemismo presentaron un inesperado romance entre el presidente peronista y el campo, como relataba el humorista Tato Bores en uno de sus recordados monólogos: “Fui a parar a La Rural, donde como todos los años hay dos olores inconfundibles que hacen las delicias de grandes y chicos: el olor a choripán y el olor a bosta. Entro y me lo encuentro a mi gran amigo Alchourrón y le digo ‘¿Contento?’. ‘Tato, cómo no voy a estar contento, sacaron las retenciones, el gobierno peronista no nos llama más oligarcas y además ahora formamos parte de la revolución productiva’, dijo mientras miraba fijo a un jubilado que estaba parado delante de un gran campeón shorthorn con pancito abierto y un poco de chimichurri.
Le digo: ‘sí, bueno, pero mire que el presidente también dijo que ahora todo el mundo va a tener que pagar impuestos empezando por los que tienen la vaca atada’. ‘Tato, Tato, usted sabe que el presidente es muy jodón, dice esas cosas por decirlas, nomás’, dijo mientras salía disparando atrás de un desocupado que a toda costa le quería serruchar el peceto a un novillito”.
En 1993, cuando el amor del campo se resquebrajaba, quizás temiendo pasar por una situación similar a la de Alfonsín, para su visita a La Rural, Carlos Menem reclutó una “fuerza choque” del Mercado Central, de donde se nutría –y nutre- el justicialismo bonaerense para “blindar” sus actos.
Ese grupo de changarines, encabezado por un tal “Batata” –nadie sabía su nombre por entonces- arremetió a las trompadas limpias contra todos los que tenían “cara” de opositores en las tribunas, aún antes de que comenzara el discurso del Presidente.
Hubo piñas, empujones, arremetidas y hasta una persona arrojada escaleras abajo. Días después se supo que “Batata” era un empleado de Alberto Pierri, paladín del peronismo bonaerense de entonces, pese a que el dirigente negó conocerlo. Ni siquiera la hija y la suegra del por entonces Secretario de Agricultura de la Nación, Felipe Solá, lograron escaparse de las piñas. “Las sentaron de traste”, contó el funcionario.
El hecho tuvo una repercusión tan grande que durante varios años los medios de comunicación utilizaron el término “batatas” para referirse a los patoteros.

Una Rural sin vacas
El 2001 fue muy extraño para la muestra “ganadera” ya que por primera vez en 114 años no hubo vacas, ovejas ni cerdos. La ausencia de los principales protagonistas de la exposición –obligada por el último gran brote de aftosa en el país- forzó al presidente Fernando De la Rúa a hacer una mención al enorme problema sanitario: “No fuimos serios, ahora pagamos las consecuencias”, asumió.

El toro Cleto
En 2008 sí pudieron exhibirse animales, y vaya que fueron noticia, al menos uno de ellos.
Así en pleno conflicto entre el gobierno y el campo, después del voto “no positivo” del vicepresidente Julio Cleto Cobos en el Senado de la Nación (desempatando una votación a favor de los intereses del campo) un particular toro Shorthorn fue noticia en todo el país.
Ocurrió que unos días antes de la exposición, los medios registraron –como todos los años- el ingreso del primer animal al predio. Y el primero en llegar se llamaba precisamente Cleto, como el vicepresidente, distanciado de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Para completar la “carambola”, el criador de Cleto se llamaba “Néstor”, como el ex presidente enfrentado con el campo. Ese año tan convulsionado, además, presentó otras curiosidades, por ejemplo la presencia en la muestra de Raúl Castells, líder del Movimiento Independiente de Jubilados y Pensionados (MIJD).
Castells, que había apoyado desde el primer momento la lucha del campo, recibió la promesa del presidente de la Sociedad Rural Argentina, Luciano Miguens, de darle 100 vacas que serían  destinadas a Chaco, Salta y Jujuy.

Mascherano y después
Más cerca en el tiempo, el furor por el mundial de fútbol Brasil 2014 pegó fuerte entre los argentinos y hasta llegó a la tradicional exposición de Palermo, un reducto mucho más relacionado con el polo o las bombachas de campo que con los botines.
Allí nació, a mediados de julio de ese año un ternero Angus que fue bautizado “Mascherano” en homenaje al mediocampista de la selección nacional, uno de los jugadores más emblemáticos del  mundial de fútbol que había finalizado dos semanas antes.
Fue el primer ternero que nació durante la muestra y sus dueños aseguraron que, al igual que el jugador de fútbol, estaba destinado a ser un gran campeón en el campo argentino.
En definitiva, “la ganadera” es, desde sus inicios, una de las exposiciones más importantes y renombradas del país, por sus méritos pero también por sus contradicciones.
Eso sí, nunca pasó desapercibida, como lo demuestran las más variadas manifestaciones artísticas referidas al evento, como la canción “Bailando en la Sociedad Rural” de Alfredo Casero:
“Bailando en la Sociedad Rural/bailando en la Sociedad Rural/Yo te vi sentada en un caño/tu bota de gamuza se encajó/en la bosta de un toro campeón/ y caíste de bruces ante mí/¡sanguche de chorizo! (…) Tú no vas a olvidar jamás/cuando robé tu corazón/tras aquel Massey Fergusón”.

 (*) Periodista especializado. Autor de “Historias de la Carne”. 

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