Nací en Junín en el barrio Mayor López. Una barriada tranquila, calle de tierra, mucho descampado y todos los vecinos eran amigos y solidarios.
Donde todos los chicos íbamos juntos a la escuela y volvíamos en manada. Llegábamos de la escuela y nos íbamos a jugar a la pelota. No había distinción de varones y mujeres. Todos juntos jugábamos desde la pelota hasta lo que se ocurriera: carreras, escondidas, en las plantas haciendo chozas o cavando hoyos para cocinar los camotes. Era la vida de ese momento, no había celular ni computadoras.
Fui a la escuela número 12 con Evangelina García, Laura Reyna, Evangelina Villaflor, Ariel Collman, Daniel Piotte. Y al secundario fui al Normal, cambiaron los compañeros, todo distinto. Con algunos seguimos viéndonos como Fabiola, Laura, Evangelina.
Siempre me gustaron los deportes. Iba a gimnasia deportiva, hacía vóley, básquet y atletismo.
Después me dediqué al atletismo. Iba a la primaria y una maestra que era afín a Los Flamencos invitó a todo el curso para competir en una carrera que se hacía en el barrio Loreto, que había una pista.
Y fuimos todos a correr. A mí me gustó y comencé a correr con Los Flamencos que en ese momento estaba de entrenador Juan José Ibáñez.
Íbamos a entrenar al parque Borchex. Hacíamos pruebas de fondo porque en ese momento no estaba el complejo.
Comenzamos a competir en la zona: Salto, Arrecifes, Pergamino, Chivilcoy.
La carrera que me marcó fue cuando fuimos a Venado Tuerto. Nosotros lo que conocíamos era el parque Borchex. Y llegamos a la pista y vimos todas las vallas. Pensamos ¿para qué será esto? Nunca habíamos visto una valla ni sabíamos cómo se saltaba.
Y competimos en vallas sin haberlo hecho nunca. Por supuesto que no ganamos. Lo que pasa es que el chico de ahora tiene otra formación que el de antes. Nosotros jugábamos en la calle y los alambrados del barrio los saltábamos limpitos. Entonces tuvimos que saltar y saltamos, sin técnica, como cualquiera salta un palo que se le interpone en el camino.
Fue la sensación del momento de encontrarme con una pista completa que tenía para hacer todas las actividades de campo que hay en cualquier otra.
Andaba muy bien en las carreras de cross country, las competencias que se hacían en la Laguna de Gómez. Acá se corría al lado del canal, que tenía las montañas de tierra.
Y después íbamos a los provinciales y nacionales de cross donde comencé a entreverarme.
Más tarde vino el complejo y ahí estaban las pruebas de campo. Estaban los profesores del CEF, René Armani y Cari Mollier.
Entonces entrenábamos la parte de fondo con Ibáñez y nos íbamos luego al complejo para seguir con lo otro. Primero empezamos jugando en lo que era colchoneta con gimnasia deportiva, empezamos a usar las colchonetas de alto y comenzamos a saltar vallas. Fueron ellos quienes nos empezaron a enseñar.
Y seguí después con René Armani que fue mi profesor en las pruebas de campo y salto en alto.
Recuerdo haber ganado en Rosario, Santa Fe, Mar del Plata, en el Cenard de Capital.
Afuera en Chile y Ecuador. Algunas veces tuve las marcas y la clasificación para ir afuera y no me llevaron.
Pero las dos veces que tuve la oportunidad de salir gané en Chile y Ecuador. En Ecuador salté la misma marca que en Chile, pero por un nulo quedé tercera. Igual hice podio.
En la Argentina no me acuerdo cuántos títulos logré, pero fueron muchos. Logré marcas individuales, estuve en equipos de la Provincia y las pruebas combinadas.
Después me dediqué exclusivamente al salto en alto.
Terminé la escuela secundaria a los 18, me quedé un año acá y a los 20 me fui a estudiar a Buenos Aires. Si bien tenía la beca en el Cenard, dejé de competir. Hice algún torneo, pero sin estar preparada.
El atletismo me dejó muchas cosas lindas, muchos recuerdos. El compartir con chicos distintas vivencias, el conocer.
Antes uno no tenía la posibilidad de viajar como ahora. Hoy el chico tiene más ventajas. Antes si no viajabas, no conocías; hoy con internet ves todo.
Tuve muchas satisfacciones, recogí una legión de amistades y fui muy feliz con lo que hice.<
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