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Hugo Luis Ochoa: Un basquetbolista y futbolista de primera línea

Se destacó en los dos deportes. Nacido en Villa Belgrano, frente al club San Martín, llegó a jugar ambas disciplinas en Quilmes de Mar del Plata. En La Feliz recibió el premio “La Maquinita”, en básquet, en 1966.

Nací en el barrio de Villa Belgrano, frente al club General José de San Martín. Calle de tierra, por supuesto. Fui a la escuela 18 que me quedaba a una cuadra de casa.

El club San Martín era completamente abierto, la cancha de básquet era de polvo de ladrillo. 

Nosotros en el barrio jugábamos a todos los deportes. Fútbol en la calle, básquet, pelota a paleta, que en ese tiempo había en el club San Martín.

Los pibes del barrio teníamos una rutina pactada. El club abría a las cinco de la tarde. Comenzábamos con la paleta hasta que llegaban los ferroviarios que salían a las seis de la tarde y media hora después nos sacaban poco más que a patadas de la cancha. 

Nos íbamos a regar la cancha de polvo de ladrillo hasta que bajara el sol y se pudiera jugar. En el mientras tanto nos poníamos a jugar a las bochas y después a la cancha de básquet.

Yo jugaba al fútbol y al básquet al mismo tiempo. Al fútbol en el club Rivadavia.

En 1957 me tocó la colimba y nos fuimos a probar con el Chacho Villafañe a Independiente de Avellaneda. Al año siguiente ya cumplía los 20 años y estaba Omar Crucci en Independiente de técnico. Fuimos con la tercera especial a jugar a Mar del Plata y cuando volvimos fue sincero conmigo. Me dijo que había muchos en mi puesto, que había que pedir el pase, que se complicaba todo porque con los del club no tenían que gastar un mango.

La cuestión que Chacho se quedó y yo me vine. El era menor que yo. Volví a Junín desesperado, no quería jugar más al fútbol porque me hicieron trizas la ilusión.

Me vinieron a buscar de Rivadavia y le dije que jugaba un año a canje del pase. Fue en 1958. Al año siguiente estaba practicando con la selección de Junín y me vinieron a buscar de Rojas para la selección de allá. Salvo el negro Muñoz que era de Pergamino y Rojita que era el wing izquierdo, el resto todos de Junín. Estaba Juan Torres, Baldo, Proglio, la China Ayala, el Negro Tomeo y otros que ya no me acuerdo.

Jugamos un partido allá y lo ganamos. Nos cruzamos con Junín. Fue en la cancha de Mariano Moreno. Cuando entramos a la cancha nos putearon en todos los idiomas posibles. Y le ganamos uno a cero.

Fuimos a jugar la final contra Mar del Plata. Perdimos uno a cero en el estadio de San Martín, en 1959.

Y en 1960 me vinieron a buscar de Peñarol de Mar del Plata. Fuimos con Vargas y otro muchacho más. Lo que pasó fue que sucedieron una serie de problemas, que no pudimos entrenar nunca con Peñarol y después de un mes en un hotel nos mandaron de vuelta. 

Pero yo me quedé porque la China Ayala tenía un hermanastro que trabajaba en el casino. Y en el Casino trabajaba Cornejo, un gran jugador que tuvo Quilmes. Me contactó con él y me fui a practicar a Quilmes. Hicimos un partido en Nicanor Otamendi y al lunes siguiente me citaron para ir al club para arreglar el tema del pase. Salía ochenta pesos moneda nacional, en 1960. Un platal.

Me trajo un muchacho de la comisión de Quilmes –que ya en ese entonces era una potencia- y ellos abonaron el importe del pase.

Pero en Quilmes estaba Gañete Blasco, un gran periodista y técnico de básquet. Y él me conocía. Entonces cuando yo entré al club Quilmes y fui al primer piso a arreglar, estaba practicando la primera de Quilmes. Y, lógicamente, me vieron e hicieron correr la bola de inmediato.

Entonces cuando cierro el acuerdo para jugar al fútbol me dicen “tráigase el pase del básquet también” y así fue.

Estuve casi diez años en Mar del Plata. Me fue bárbaro. Con el fútbol no fuimos campeones, pero con el básquetbol ganamos muchísimos títulos.

Pero en el medio, a los dos años, me vine porque no tenía un trabajo fijo. Y me llamaron a los diez días que me habían conseguido un pique y que urgente tenía que ir que estaban peleando el descenso contra Unión y habían ido a un partido decisivo. El laburo era nada menos que en el Banco Popular Argentino. Era un jueves y el lunes tenía que estar allá para jugar.

Y me fui el fin de semana. Cuando llegué no sabían cómo recibirme. Fue una locura. Ganamos el partido del lunes que fue todo una fiesta y a los quince días entré de auxiliar en el banco. Trabajé cinco años de bancario.

Yo estaba en una sucursal del banco, en Alberti. Al lado había un bar que trabajaba bien. Nosotros íbamos en la media hora de refrigerio y a veces íbamos hasta la terminal. A mí se me dio por alquilar el bar, con otro muchacho de Quilmes. Al poco tiempo se abrió mi socio. Y con mi señora seguimos al frente. Iba todo viento en popa, pero cuando venían los proveedores tenía que ir a arreglar. Entonces el gerente me llamó y me dio a elegir. Y me quedé con el bar. Si la agarraba con la pala.

Pero llegó el invierno. No había gente circulando, se trabajaba poco y nada. Lo tuve que subalquilar y ya no fue lo mismo.

Yo iba a un Chinatown que el dueño  era el Zurdo Amiano, de la zona de 9 de Julio. Resultó que se lo alquiló a Raul Bernao, que jugaba en Independiente de Avellaneda de wing derecho y Hugo Trucchia que era arquero. Y como me conocían me tomaron de mozo. Estuve trabajando un tiempo largo hasta que lo vendieron y en 1970 me vine a Junín.

Estando en Mar del Plata integré el seleccionado de la Provincia de Buenos Aires. Tenía 17 años. Fuimos campeones Argentinos en Salta en 1964. Integraban el equipo Beto Cabrera, Lito Fruet, el Vasco Goizueta,  Ricardo Gorrasi de San Nicolás, el Negro De Lizazo, Quique Biurrun, García Avalos, Requi, Teté Barreneche, Lousteau y yo. En la final contra Córdoba la Garza Fruet se paraba en las puntas y no fallaba. Y Córdoba hizo entrar a Piamonte, derecho para pegarle a Fruet.  En una jugada le pegó  directo a la nariz. Y con la cara ensangrentada, Fruet le gritaba en la cara el doble a Piamonte. Histórico.

La base era el equipo de Bahía Blanca, que cuando jugábamos con los de Junín no le podíamos ganar nunca. 

Una vuelta, estando en la colimba en Mercedes, integré la selección de esa ciudad. Y vinieron a un provincial De Lizazo, Fruet y Cabrera. No los pudieron parar en todo el certamen.

Ya en el ´70 en Junín jugué en San Martín hasta los 41 años. Fui campeón antes de irme y cuando volví. Cuando Argentino inauguró la cancha hizo un torneo y lo ganamos nosotros. No nos dieron el premio de la bronca que tenían. Me acuerdo que yo tenía un Renault Gordini y no tuvimos mejor idea que pasar por la puerta del club. Nos apedrearon el auto. Le ganamos a un equipazo con los hermanos Biurrun, José Gashp, Beto Vignolo.

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