None
Manuel Lois y Camila Avacca, con la “profe” Cristina, en los Bonaerenses 2017.
DISCAPACIDAD

El aporte de la “profe” Cristina Capelli para que los chicos disfruten del deporte

Trabaja en la especialidad desde hace veinte años y en su última experiencia acompañó a Natalia López en la delegación que representó a Junín en las finales de los Juegos Bonaerenses. En diálogo con Democracia, repasó sus inicios y habló del accidente que la marcó para siempre.

La “profe” de educación física Cristina Capelli desarrolla un trabajo silencioso, de bajo perfil. Concentra todas sus energías en ayudar a sus alumnos. Hace veinte años que comenzó con el desafío de asistir a deportistas con discapacidad. Su trayectoria es impecable y todos sus logros están relacionados al amor, a la solidaridad, al acompañamiento, a la enseñanza, al aprendizaje y al ejercicio constante de ponerse en el lugar del otro.
Entre sus últimas experiencias laborales, Cristina acompañó a Natalia López (30) en la delegación que representó a Junín en las finales de los Juegos Bonaerenses 2018 que se desarrollaron en Mar del Plata. 
En la charla con Democracia contó esta experiencia, repasó sus comienzos en la profesión, habló de su vida, del accidente que marcó su profesión y de la hermosa relación que se establece con cada uno de sus alumnos.

- Comencemos por la última experiencia ¿Cómo conoció a Natalia López?
- La conocí en lo que hoy es el Centro de Formación Integral. Ella egresó de ahí y el año pasado, al ampliarse la edad de jugadores de Boccia, que es el deporte que ella practica, nos pusimos en contacto para participar en los Juegos Bonaerenses y por suerte nos fue bien. Ella no juega con las manos, lo hace con el pie y por suerte anduvimos muy bien. De hecho ganamos la instancia regional y eso nos permitió llegar a las finales en Mar del Plata. 

“Aprendí que las barreras las ponemos nosotros. Nosotros pensamos que ellos no van a poder y en realidad es al revés. Porque ellos pueden. A su manera, ellos pueden”. 

- ¿Cómo les fue en las finales? Más allá de lo deportivo, debe ser otra experiencia muy linda.
- Excelente. Si bien no pudimos clasificar para las instancias finales, es decir para competir por alguna medalla, al momento de la clasificación nos dimos cuenta de que habíamos competido con los mejores. En el sorteo nos tocó enfrentar a los mejores y esos chicos que nos ganaron después ocuparon los primeros lugares. Pero bueno, una experiencia maravillosa, muy enriquecedora.

- ¿Desde cuándo trabaja con deportistas especiales? ¿Qué recuerda de esos comienzos?
- Hace veinte años que trabajo con chicos especiales. Cuando estaba estudiando educación física tuve un accidente grave que me dejó en sillas de ruedas durante un tiempo. Estuve unos seis meses en silla de ruedas y tardé casi dos años en recuperarme. Me hicieron varias cirugías, caminé también con muletas durante un buen tiempo pero por suerte lo pude superar. Lógicamente que esa circunstancia me  marcó mucho. Pasado el tiempo se dio que me anoté en el ingreso a la docencia, tomo horas en el CEF 126 y me proponen trabajar en especial porque yo tenía conocimientos en reanimación cardíaca. Acepté el desafío sabiendo que no era nada fácil. Probé esos tres meses y me gustó tanto que ya pasaron 20 años. 

- ¿Qué aprendió? 
- Muchas cosas, todos los días los chicos nos enseñan algo. Siempre tienen algo nuevo para enseñarnos. Es algo que lógicamente hay que vivir. Conozco a personas que se las cataloga como normales y que todos los días reniegan por tener que madrugar o porque tienen que ir a trabajar. La realidad de los chicos con los que trabajo es otra. Y ahí es donde uno aprende el poco valor que le damos a lo que tenemos, a nuestros sentidos. 

- ¿Qué más recuerda de los inicios?
- Bueno, fue difícil. Me costaba dormir, pensaba en la realidad de los chicos, en cómo ayudarlos para mejorar. En esto también aprendí que las barreras las ponemos nosotros. Nosotros pensamos que ellos no van a poder y en realidad es al revés. Porque ellos pueden. A su manera, ellos pueden. Todos los días me dan vueltas en la cabeza las formas para poder ayudar a que los chicos progresen y se sientan realizados. 

- ¿Qué momentos la han marcado?
- Una de las primeras veces que fuimos a Mar del Plata me tocó ir con Yamila Roda. Ella estaba en silla de ruedas, lógicamente no camina y cuando se baja de la silla de ruedas se apoya en sus manos y se trasladaba de esa forma, como arrastrando las partes inferiores. Me acuerdo que fuimos a la playa y ella me pidió que la bajara de la silla porque quería ir hasta el agua. No sabía qué hacer, pero confié en ella, la bajamos y fue a su manera, un poco jugando con la arena, hasta el borde del mar y esperó una ola para mojarse. La alegría que ella tenía no te la puedo explicar. Nos hizo llorar a todos los que estábamos ahí.

COMENTARIOS