ENFOQUE

Regresa el fútbol, ¿Volverá el juego?

Esta noche arrancará en Mar del Plata, cuando jueguen River y Estudiantes, la serie de partidos amistosos que pondrá en marcha un semestre futbolístico cargado de torneos locales e internacionales, en la previa del Mundial 2014 en Brasil, con algunos interrogantes y una duda esencial: ¿Volverá el juego que falta en nuestras canchas de la mano del regreso del calendario del fútbol?
Concluidos los balances de fin de año, la etapa que comienza plantea otra duda importante: ¿Cómo hará el fútbol argentino para enderezar su funcionamiento a partir de un tobogán que a puro vértigo está llevando a los clubes a un lugar peligroso, como es el de las finanzas que crujen y la plata que no alcanza?
Y una cosa está totalmente relacionada con la otra: la balanza de ingresos y egresos es muy negativa para casi todos los clubes, salvo los que lograron aprender a manejar la austeridad sin que se les suelte a la cadena, punto que sigue condicionando su accionar, y por ende la conformación de sus planteles.
De ahí al juego, hay un paso. Porque los planteles no pueden mantenerse durante un año completo, y muchas veces ni siquiera durante seis meses un equipo titular completo con sus respectivos suplentes.
Entonces, la búsqueda del juego histórico que es parte de la identidad del fútbol argentino, queda gravemente herida: “Y, si no me conviene, me voy a jugar a Chile, a México, a Brasil”, cuando no pueden mencionar países del vasto mapa futbolero de Europa. Eso se escucha de boca de los jugadores que saben que forman parte de un negocio, pero que no desconocen lo que significa el fútbol para la cultura popular de estas pampas.
En esa ratonera, los clubes empiezan a descubrir algo tan elemental como el aire: el único ingreso genuino que tiene la mayoría de ellos, con excepción del lote inalcanzable de algunos grandes que recaudan por publicidad y otros pocos ordenados, es el dinero de la televisión.
Eso es lo que dijeron en estos días desde el endeudado All Boys hasta el casi quebrado Colón, pero también es una realidad para el desfinanciado River Plate tras la gestión devastadora de sus últimos presidentes.
Como eje principal de esa ratonera, está el desequilibrio que hay entre ingresos y egresos, en donde los abultadísimos contratos siguen pagando fortunas por el obsoleto concepto de “prima”, más los sueldos más los premios. Cifras escalofriantes que empiezan a resquebrajar las paredes de los clubes y marcar grietas tremendas en sus finanzas.
Allí entonces harán falta ideas y voces criteriosas que digan “no” cuando hay que decir que no, y que sepan llamar a tiempo al remís con rumbo a Ezeiza cuando alguno lo amenace con irse a jugar al exterior.
En medio de ese panorama desolador en cuanto al cuerpo principal del fútbol criollo, está el juego, la pelota, el estilo y la estética que por cierto no reclaman todos por igual, ya que a esa práctica nacional de las hinchadas de pedir el triunfo sea como sea se le suman dirigentes oportunistas, jugadores y técnicos “vendehumo” y también parte de un periodismo amañado en esas lides.
El estilo, cabe recordar, es lo que forma la idiosincrasia del juego de un país, y esa brecha es muy grande entre lo que muestra la Selección nacional a cinco meses del comienzo del Mundial -con un potencial formidable en ofensiva- y el resto del fútbol argentino, en donde la mayoría de los jugadores y entrenadores dicen que admiran a nivel internacional al Barcelona, y en el plano local respetan a Newell´s, Vélez, Lanús y el San Lorenzo del último semestre.
Pero en la cancha, cada fin de semana, ese juego no se reproduce en la mayoría de los estadios y son pocos los que se animan a esos principios.
“Las presiones no bajan sólo desde la tribuna, o desde las dirigencias. Ustedes, los periodistas, muchas veces se suman cuando un equipo pierde tres partidos y salen a pedir la cabeza del entrenador”, dijo en la últimas horas Lucas Bernardi, ese muy buen volante de Newell´s cuando le preguntaron en un programa de TV si se juega mal por culpa de las presiones. Los dejó mudos, por cierto.
En el regreso del fútbol profesional, entonces, la expectativa será la de siempre: Que el juego reemplace al aguante, que nadie olvide que el negocio se edificó sobre la base del deporte más hermoso del planeta, que un equipo sigue siendo un conjunto y que las individualidades no tienen destino sin una perspectiva colectiva.

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