La realidad nos está diciendo que en la AFA cambiaron para no cambiar nada. Cuando en el horizonte futbolero asomaba con fuerza el retorno a los campeonatos largos, los clubes optaron por un híbrido que avala la prosecución de las competencias cortas pero con la inclusión de un sistema de descensos que se definirá sumando el Apertura y el Clausura.
De esta forma, los integrantes del Comité Ejecutivo le dieron la espalda -y esto no es muy común-, al criterio que pretendió instalar Julio Grondona, en el sentido de volver al método de antaño o sea 38 fechas, todos contra todos.
Además de firmar el certificado de defunción a las siempre discutidas “promociones”, los clubes terminaron instalando un sistema de descenso que, inicialmente, no resulta del todo claro. El último -sumando ambos certámenes- se va directo a la “B” y los dos peores promedios de los últimos tres campeonatos seguirán el mismo camino.
Dudas
Las dudas apuntan a que no queda claro por qué uno perderá la categoría por lo hecho en un año y los otros en tres torneos. Tampoco qué pasará con aquel equipo que con un promedio “saludable” ocupe el último lugar en la competencia anual.
Particularidades más particularidades menos, quedó flotando en el ambiente que la supuesta reestructuración no termina de atacar los problemas de fondo. Las contiendas cortas han dejado al descubierto la locura que impera en los clubes que ya han dejado sin trabajo a once directores técnicos en la misma cantidad de fechas del actual Clausura.
Por ser los actuales certámenes de rápida definición, ha resultado prácticamente imposible apostar al trabajo, al tiempo, y consecuentemente al futuro. Los entrenadores arrancan su gestión con la renuncia en el bolsillo, porque saben que tres partidos malos significarán el adiós al cargo porque la punta quedó lejos o el descenso muy cerca.
Las competencias con más desarrollo dejan espacio a los bajones y las recuperaciones de los equipos y ese era uno de los aspectos que hubiera resultado positivo de cara al futuro.
Mientras muchos hinchas esperaban el cambio con los brazos abiertos, el martes en la Casa de la calle Viamonte se advirtió desde muy temprano que los clubes asociados tenían el voto casi cantado a favor de los dos torneos cortos. Argumentaban los dirigentes que con el sistema actual se duplica el atractivo y la posibilidad de sumar títulos.
La realidad marca que a más fechas, mayor justicia ya que sería muy difícil, casi imposible, que el campeón no sea el mejor del año.
Justificativos
En cuanto a la violencia, a la locura que impera alrededor del fútbol, los márgenes de dramatismo no tienen que ver con más o menos fechas. Hicieron mal quienes eligieron este elemento para justificar tal o cual sistema. La violencia sólo se combatirá con un plan sensato que involucre a todos los actores, y en esto nada tiene que ver los formatos de las competencias.
Los números cantan que desde la aplicación del actual cronograma (1991-1992) la alegría mayor fue para River, Newell’s, Boca, Vélez, Independiente, San Lorenzo, Racing, Estudiantes, Argentinos, Banfield y Lanús, los dos últimos por primera vez. O sea, once campeones en dos décadas con este formato.
En definitiva, todas las fórmulas que se tiraron sobre la mesa para modificar los diagramas del fútbol criollo quedaron en amagues. La mayoría optó por transitar la zona gris: será un torneo largo, con dos campeones y todos felices.
ENFOQUE FUTBOLERO
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