None
ANALISIS

Escándalo entre el “Chori” Domínguez y Ricardo Caruso Lombardi

Al fútbol le están sobrando gestos y actitudes de mal gusto y eso no es bueno. El juego, lo más importante y atractivo de este deporte que pese a todo sigue congregando a multitudes, se ha visto lamentablemente superado por intervenciones muy poco felices de sus actores principales.

Al fútbol le están sobrando gestos y actitudes de mal gusto y eso no es bueno. El juego, lo más importante y atractivo de este deporte que pese a todo sigue congregando a multitudes, se ha visto lamentablemente superado por intervenciones muy poco felices de sus actores principales. Y varios son los casos que han alcanzado notoriedad por estos días y le dan marco a esta penosa escenografía. El propio Boca, a 50 días de salir campeón, se vio envuelto en una trama más cercana a la farándula que al fútbol donde estuvieron involucrados el DT, más algunos de sus jugadores, y hasta casi le cuesta la cabeza a Falcioni.
Ahora acabamos de ser testigos de un duelo de muy mal gusto entre dos "selectos" cultores de los gestos que le hacen muy mal al fútbol: Ricardo Caruso Lombardi y el Chori Domínguez recurrieron al peor de los lenguajes para agredirse en medio del partido entre River y Quilmes.
Los dos tienen antecedentes suficientes en esta materia. Los dos apelan cotidianamente a un "show" que nada tiene que ver con el deporte, que no le hace nada bien al espectáculo y representa ni más ni menos que una falta de respeto al que paga para mantenerlo: el público.
¿No llegó la hora que se castigue como corresponde este tipo de excesos? Domínguez, un jugador de larga experiencia aquí y afuera, tuvo este año más de un traspié: terminó muy mal su participación en uno de los clásicos de pretemporada, se peleó con Cavenaghi -su propio compañero- en pleno partido y ahora acusó al entrenador quilmeño de "pagarle" al árbitro para que favorezca a su equipo en el partido del sábado.
Caruso Lombardi se sumó al "circo" con insultos y mímicas para el olvido mientras se retiraba del campo expulsado.

Revuelta

Durante la revuelta xeneize -iniciada también por un cruce entre Cvitanich y Falcioni durante un encuentro por la Copa- se escuchó, como tantas otras veces, que "lo que nos dijimos quedó en el vestuario por una cuestión de códigos...".
Si hay tanta preocupación por los códigos, ¿por qué los actores principales de nuestro fútbol muestran tanta irritabilidad en público?
Ejemplo: un cambio no esperado en medio de un partido es motivo de rezongos airados, gestos contrariados y hasta alguna trompada al banco de suplentes. Si la idea es que "todo quede en el grupo, entre las cuatro paredes de los camarines", ¿por qué la reiteración de tantas actitudes irascibles en vivo y en directo?
Y Boca, Caruso Lombardi y Domínguez no son la excepción, lamentablemente. Ahí están Independiente y Racing con sus males a cuestas. No encuentran paz pero lo peor de todo es que tampoco tienen fútbol. Ni la locuacidad de Ramón Díaz como tampoco los arranques del Coco Basile -protagonista de un grave altercado con el público tras el partido con Banfield-, alcanzan para tapar los cada vez más pronunciados baches de ideas que observan estos dos "grandes" ungidos de éxitos y puntos.
Resulta evidente que un recorrido por el escenario actual de nuestro fútbol indica que sería prudente que por un tiempo se silencien algunas voces y que empiecen a hablar el trabajo, el juego, la estrategia y la técnica, las verdaderas columnas vertebrales del fútbol.
En este momento salta a las claras que Vélez Sarsfield constituye una de las excepciones a la hora de analizar lo que producen futbolísticamente los veinte animadores del Clausura. Se destaca del resto por su productividad y buen volumen futbolístico. Casualmente, Gareca -su conductor técnico-, no se destaca por sus afirmaciones rimbombantes ni las expresiones que superen la elocuencia normal para un entrenador. Trabaja, eso sí, en silencio y esa es la fórmula.
Las polémicas intervenciones de jugadores y entrenadores que han invadido el ambiente estas semanas no han alcanzado para tapar el enorme déficit que se viene observando en la gran mayoría de los encuentros de los torneos principales.
Tantas palabras huecas en nada ayudan para mejorar el cuadro. Por ahora, la mayoría está en deuda, es tiempo de recomponer la situación y dejar paso a la única verdad: el juego. 

COMENTARIOS