OPINION

El descontrol en los clásicos, un protagonista que debe preocuparnos

Los torneos de verano han servido para encender una luz de alerta en torno a las incomprensibles actitudes que asumen algunos jugadores por estos tiempos.

Los torneos de verano han servido para encender una luz de alerta en torno a las incomprensibles actitudes que asumen algunos jugadores por estos tiempos. Por más que estamos en medio de competencias en las que no se juega absolutamente nada, más que la obtención de alguna copa veraniega rápidamente olvidada e ignorada hasta por las estadísticas, los profesionales, para colmo de dilatada trayectoria, han demostrado muy poco de ello observando un descontrol absolutamente reprobable. Y no es que este tipo de exabruptos se puedan justificar en una contienda “por los puntos”, nada de ello, simplemente se pretende enmarcar en qué situación se han dado para hacerlas todavía más absurdas.

El show
de lo impensado

En pocos días, dos clásicos fueron los fieles exponentes del show de lo impensado. Primero cuando volvieron a encontrarse en el Chaco Boca y River y hace muy pocas horas en ocasión del duelo entre los dos equipos de Avellaneda en el estadio José María Minella de Mar del Plata.
La roja contra Chori Domínguez por una entrada muy fuerte contra un jugador xeneize abriría paso a una seguidilla de actitudes sacadas del peor manual de malas costumbres: insultos contra el juez, manoseos, y hasta un puntapié contra el hombre encargado de administrar justicia.
Como si todo fuera poco, el delantero riverplatense tardó varios minutos para “convencerse” de la sanción y dejar el campo de juego, lo que acentuó la posibilidad de generalizar la locura al resto de los equipistas y, porque no, la tribuna.
Lamentable situación pese a que horas más tarde el propio jugador -de dilatada trayectoria, con varios años en el fútbol nacional y el extranjero-, pidiera disculpas públicamente. Tanto tiempo en el fútbol grande debería haber actuado como motor para reflexionar y evitar la explosiva reacción.

Más expulsados

Pero la cosa no terminó allí. El sábado a la noche, rojos y racinguistas se vieron las caras en La Feliz. Buen clima, el clásico a flor de piel en ambas cabeceras y todo dado para vivir una buena noche de fútbol. El juego nos dejó pasajes rescatables, con momentos de emoción y algunas combinaciones para destacar, pero también tres expulsiones.
Gabriel Milito -otro que como el Chori, tiene varios almanaques encima- se fue antes de tiempo por entrarle muy feo a Teo Gutiérrez, que le había tomado el pelo segundos después del gol de Hauche. Muy mal los dos. El de Independiente tiene un carácter fuerte -futbolísticamente hablando-, pero no se caracteriza por actitudes desmedidas o deslealtad en el juego.
Lo que pasa es que teniendo a Teófilo Gutiérrez enfrente puede pasar cualquier cosa. Y sucedió, para mal de Independiente y, en definitiva, del espectáculo. ¿Cómo había empezado todo? Luego del gol racinguista Teo tomó la pelota con la mano y se la tiró a Milito, a modo de cargada. Este, muy enojado, le mandó un pelotazo que le pegó en las piernas al cafetero. En ese momento nadie vio nada y los dos siguieron. Pero después vino la entrada fuerte y la roja para el capitán del equipo de Ramón Díaz.
Minutos después Hauche y Godoy también se fueron a las duchas sin que se cumpliera el tiempo reglamentario. Fueron tres expulsiones y varias actitudes para reconsiderar de cara al comienzo de la actividad oficial.
Nuestros futbolistas suelen ser especialistas en eso de no saber controlar las emociones. Llegó la hora de recapacitar al respecto. La violencia, las actitudes descomedidas, la ampulosidad no contribuyen para nada y pueden ser detonantes de hechos de violencia más graves. También deberán tomar nota del tema aquellos que tienen a su cargo la administración de las penas para aplicar la mayor rigurosidad frente a actos tan injustificados como descalificadores.

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