La tribuna que da a calle Arias tuvo su momento de tensión en el partido.
La tribuna que da a calle Arias tuvo su momento de tensión en el partido.
ESTO TAMBIÉN PASÓ EN EL EVA PERÓN

Una bienvenida fría y una tribuna caliente: lo que dejó la derrota del Verde ante el Ciclón

Sarmiento volvió a quedarse con las manos vacías en el Eva Perón. Ese estadio que, según prometió el entrenador Israel Damonte, se convertiría en una fortaleza infranqueable para los rivales, en la actualidad aparece como un territorio accesible para la conquista de los adversarios de turno.

Ayer, nuevamente fue San Lorenzo el verdugo, como lo había sido el pasado 17 de octubre, en la penúltima fecha del anterior campeonato de la Liga Profesional. La visita del Ciclón de Boedo dejó como huella la fría bienvenida dedicada por la parcialidad sarmientista a Ezequiel Cerutti, un hombre de la casa que pasó por el césped juninense escoltado por una ruidosa multitud que entremezcló tibios aplausos con silbidos casi indiferentes, para adornar su breve estadía en la ciudad.

La tensión, en contrapartida, estuvo en la tribuna situada a metros de la calle Arias, en donde sectores de la parcialidad se trenzaron a golpes y empujones, en una nueva postal de la "cultura del aguante", que define al caótico mundo de las hinchadas argentinas.

El breve enfrentamiento obligó al árbitro del partido, Darío Herrera, a detener el juego durante algunos minutos, hasta que finalmente se normalizó la situación. Desde uno de los palcos ubicados en la parte superior del estadio, por encima de las plateas descubiertas, el presidente Fernando Chiófalo observaba con preocupación los acontecimientos.

Por un breve lapso de tiempo, su atención, como la de los demás espectadores, se centró en lo que ocurría fuera del campo de juego. Los cánticos del resto del público no tardaron en exponer su disgusto por el espectáculo extrafutbolístico. "Que se vayan todos, que no quede ni uno solo", clamaron, al unísono, en un pedido a viva voz para que la pelota y los jugadores volvieran a ser los únicos protagonistas.

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