Una de las formaciones de River Plate que integró Rubén Dortona, abajo, segundo desde la izquierda.
Una de las formaciones de River Plate que integró Rubén Dortona, abajo, segundo desde la izquierda.
FUE UN DESTACADO FUTBOLISTA JUNINENSE

El adiós a un jugador lujoso, Rubén Dortona

Tenía 77 años y brilló en distintas formaciones del Club Atlético River Plate de nuestra ciudad, en la década del '60.

Otro duro golpe recibió el fútbol juninense, tras conocerse la muerte de Rubén Luis Dortona, de 77 años, un doloroso hecho ocurrido hace pocos días. Fue un gran jugador de River Plate de Junín, con rol protagónico en la década del '60, donde brilló en distintas formaciones de la institución aurinegra.  Realizó todas las divisiones inferiores en “La Loba”, de la mano de un verdadero artesano de adolescentes y jóvenes, Waldino Urquiza. Llegó a Primera con 16 años, a raíz de sus sobresalientes condiciones. 

Tuvo como compañeros a muchos cracks de su época, como Mario Porato, Juan Carlos Allende, Ismael Bustos, Ricardo Ricci, Rubén “Pinocho” Ciarapica, Alberto “Hormiga” Fernández, Walter “Alemán” Foschiatti, Mario Dicún, Wilde Muñoz, Miguel Ángel Villegas, Edgardo Danunzio, Miguel Carpaneto, Alberto Commisso, Roberto Contreras, "Sota" Molina y Mario Bustamante, entre muchísimos otros.

Todo un jugador distinto en la era que no había Internet ni arcos redondos, de caño, cuando en las prácticas raleadas, muchas veces casi solitarias, uno se daba el placer de charlar con el canchero del estadio, nada menos que un fino crack del pasado como Carmelo Commisso. Tiempos que bien podría definirse como la bohemia del sacrificio para entrenar. Rubén hizo ese tránsito llevando en alto sus fuertes filiaciones:

Riverplatense de alma (el de aquí y el porteño), fana de la amistad y personaje de una pieza. Quien esto escribe tuvo la fortuna de compartir equipos aurinegros con él y tenerlo como amigo después del retiro. En los últimos años solíamos encontrarnos en el estacionamiento que regenteaba con su esposa, en la calle Mayor López, entre Rector Álvarez Rodríguez y Ataliva Roca. 

Las largas charlas tenían un solo destinatario: recuerdos del River Plate, cuando todavía no era “La Loba”. Coincidíamos en reverdecer hermosos momentos. 

Por ejemplo, cuando Hernán Porato llegaba con su bicicleta a nuestras casas. Verlo al hermano de Mario era motivo de entrañable alegría, señal intangible que al otro día estábamos convocados para jugar.

Debutó en Primera a los 16 años, junto al “Lorito” Allende, bajo la batuta técnica de alguien que le gustaba incorporar a figuras jóvenes al primer equipo, como fue Armando Carini.

El recordado “Lobo” tenía un fino olfato para detectar talentos y darle oportunidades (y responsabilidades) a las promesas del club. El "campito" del Alumni fue otro de los lugares donde desplegó su habilidad, de muy chico, en aquellos inolvidables reducidos repletos de espectadores. Respaldado por compañeros más “grandes” ("Ñano" Mosca, Perelli y "Tito" Bustos, entre varios más), no dejaba de sorprender por su incipiente categoría.

Tenía una gran riqueza tecnica
¿Sus características?: Fue un jugador con gran riqueza técnica, de buena pegada y frecuente llegada a posiciones de gol, además de disciplinado para los relevos y el quite, si fuese necesario. Un enganche con dinámica y precisión, con continuos desbordes para llegar con posibilidades al área adversaria. 

Era diferente en muchos sentidos, siempre con el balón a tierra y el arquero rival en la mira. Todo un crack. Amaba a su River a morir. Nunca dejó de hacerlo. Con su hermoso nieto de compañía, era una figura constante en las canchas locales apoyando al aurinegro, pasión que también hacía notar en las redes sociales.

Rubén deja cuatro hijos esplendidos (Mariano, María, José y Marcela), una esposa amable y encantadora (Beatriz) y centenares de recuerdos. Todos sentiremos que se ha marchado un cómplice de la amistad y un inventor amoroso de la pelota bien al pie. Chau, Flaco.

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