Nacido en Arribeños, llegó a Junín con su esposa Graciela Etchetto en 1970. En realidad se casó en Arribeños y se fue a vivir a Buenos Aires. Allá tenía una peluquería y en sus días de franco se hacía unos mangos como colectivero.
Instalado en Ramos Mejía, nació su hija Fernanda. Recién empezaba la movida de “Pinar de Rocha” (que llegó a albergar hasta 50.000 personas por fin de semana) en la gran urbe porteña y era un desparramo de pibes, autos, etc. etc. infernal.
Ahí fue cuando la cabeza le hizo “clic” y pensó “esto no es lo que quiero para criar a mi hija”. Y con tres meses solamente cumplidos de su primogénita se vino a radicar a la ciudad de Junín.
Ya en nuestro medio alquiló la peluquería de Perico Schiavoni por unos tres meses y después se trasladó a Gandini, casi Quintana. En un local puso su peluquería y un kiosquito. Y acá arranca una parte de la rica historia de nuestra ciudad.
“Primero el PRODE se jugaba solamente en la Capital Federal. Y yo tenía un convenio con una agencia de Buenos Aires. Tomábamos las apuestas acá y las mandábamos allá a través de un tío de mi señora que pasaba a buscar las jugadas. Éramos los únicos que hacíamos este trabajo.
Después salió la Provincia a legalizar las apuestas y ahí vinieron los problemas.
Fue un drama conseguir la licencia oficial. Era todo una lucha porque a los grandes se la dieron primero, Petraglia, Campini y Catena, y Nanni por ejemplo. Yo tenía todo terminado en el Instituto Provincial de Lotería y Casinos de la Provincia de Buenos Aires y me pateaban los papeles para adelante, me los cajoneaban.
Pero encontré un amigo de la infancia que tenía un cargo en el gobierno y en cuestión de días me solucionó el problema, porque era una injusticia que no pudiera estar trabajando cuando en realidad lo venía haciendo.
Más o menos en agosto del ´72 arranqué con el Prode oficial que ya era el boom en Junín y, además, Lotería.
No recuerdo la cantidad de apuestas por fin de semana, pero eran las 12 de la noche y seguíamos con mi esposa picando jugadas. Llegamos a pasar la 1 de la madrugada en la agencia.
Había que apurarse porque hicimos un grupo de cinco agencieros, de los chicos, que una vez cada uno levábamos las jugadas de todos a la ciudad de La Plata, porque no era on-line como ahora.
Cuando volvió al país Perón, el viernes 17 de noviembre de 1972, yo estaba en La Plata porque fui personalmente a llevar las jugadas. Resultó que le tocaba ir a Ibáñez y no pudo.
Más tarde hubo gente de La Plata que se dedicó a eso y pasaban por las ciudades del interior levantando las jugadas en todas las agencias.
Calculo que hacíamos unas tres mil boletas por semana, porque empezábamos el lunes hasta el jueves a la noche. El viernes tenían que estar las apuestas en La Plata.
Además a mí también me traían jugadas de los pueblos de la zona, por ejemplo en Arribeños teníamos como una sucursal y vendimos la Grande de la Provincia (billete 9.548) en una jugada después de Reyes. Y llegaban de todos los pueblos encadenados infinidad de apuestas.
También en la Terminal de Ómnibus estaba el Negro Llamedo, en la Empresa Rojas, y caían jugadas desde pueblitos del sur de San Luis, Santa Fe y Córdoba porque allá no había nada de nada. Era una locura generalizada.
En 1974 facturamos el PRODE con trece aciertos y el ganador –que vivía acá en Junín- se fue hasta Alemania a ver el Mundial de Fútbol y se compró 100 hectáreas de campo. Este señor sacó una boleta con 13 aciertos y 8 boletas con 12 aciertos. Porque eran tarjetas combinadas que las hacía especialmente yo en la agencia. Y me regaló el premio de una de las doce boletas.
Como anécdota me compré el juego de living completo. Porque en aquella época el agenciero no ligaba un peso, no como ahora que le dan un porcentaje.
Al año la misma persona sacó el mismo importe con la misma jugada. Unos 200 mil pesos moneda nacional, en la época que la plata valía. Allá por los ´70 no se hablaba de dólares.
Hubo una jugada grande que sacaron los empleados del Ministerio de Trabajo, pero como eran un montón fue repartida entre todos y no les significó nada.
La Agencia estaba a nombre mío y no se podía vender. Había que hacer una sociedad y después uno retirarse. Muy engorroso. Pero arreglé los papeles y me la compró Miranda, que ya entró con la aparición de la Quiniela” y siguió adelante con el negocio.
Cómo nació el PRODE
El viernes 5 de noviembre de 1971 fue el día clave porque el Poder Ejecutivo Nacional, a través del Ministerio de Bienestar Social, dio a conocer la ley número 19.336, por la cual entraba en vigencia la explotación de los pronósticos deportivos, que a la postre fue conocido con cinco letras: PRODE.
Pero quedó establecido que la primera jugada no iba a ser inmediata. Iba a arrancar con la primera fecha del Campeonato Metropolitano del año 1972, que en ese entonces tenía fecha fijada para el último fin de semana de febrero. La boleta estaría conformada por 13 partidos, los 9 correspondientes a la máxima división y los 4 restantes, de la primera “B”. El ganador debía tener los 13 aciertos –eligiendo local, empate o visitante- para quedarse con el pozo mayor y había un tipo de premio “consuelo” para los 12 aciertos. Aunque si nadie acertaba la boleta completa, se podía cobrar con 11, 10 y hasta 9 aciertos. Si ningún jugador tenía esa cifra última, se declaraba desierto y pasaba el pozo a la semana siguiente.
Como dato anecdótico, de la primera jugada en la historia del PRODE participaron un total de 152.202 tarjetas. Se recaudaron más de 47 millones de pesos, los que se repartieron entre 32 ganadores. A la semana siguiente se duplicó el pozo y en ocasiones llegó a cuadruplicarse, porque era la “sensación” en la sociedad Argentina, que seguía sus alternativas a través de la radio como medio principal de la época, la televisión y los medios gráficos.
Con el paso de los años la vorágine inicial fue mermando y ya en la década del ‘90 eran pocos los apostadores, hasta su primer final en mayo de 1998. Tres años después, a fines de abril de 2001, volvió al ruedo y en febrero de 2018 llegó el final. Con su sorteo número 1.814 el PRODE se despidió para siempre.
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