Con altibajos, la mano de Martín Funes comienza a dejarse ver en el juego de Sarmiento, en el tramo final de la Liga Profesional.
Los dos primeros partidos mostraron cierta coherencia entre lo que el DT -por el momento, interino- pregonó desde lo discursivo, en su primera conferencia de prensa tras su designación en lugar de Mario Sciacqua, y lo que intentó implementar en el campo de juego.
El primer cambio concreto fue el fin de la línea de 5 defensores, que el Verde utilizó en los últimos tiempos de Sciacqua al mando del plantel profesional del club juninense. Funes lo había anticipado y cumplió: en su pensamiento táctico, la defensa está compuesta por cuatro hombres.
Otro signo distintivo de sus tiempos es el intento -por momentos, infructuoso- de asegurar la tenencia del balón y progresar en el campo a base del juego asociado antes que, como en los días del anterior cuerpo técnico, priorizar la ocupación de los espacios y el corte de los circuitos de juego del adversario.
Como toda transición, Sarmiento lo sufre por momentos. Hoy, parece más bien un equipo híbrido, que lucha por desprenderse del libreto anterior, pero todavía sin el rodaje suficiente con el nuevo guión.
La confusión se nota en los instantes en los que no consigue fluidez en la salida desde el arco propio y termina resignando la posesión con un pelotazo sin destino de alguno de los dos centrales.
Tampoco aparecen todavía en toda su dimensión los volantes internos Sergio Quiroga y Federico Paradela, lo que obliga a la repetición de la vieja fórmula de Sciacqua en los segundos tiempos, con los ingresos de Graciani y Arismendi para intentar sorprender por afuera, aun cuando los 25 equipos restantes de la Liga están advertidos del movimiento.
Al interinato de Funes le restan tres partidos antes de conocer su desenlace. Un lapso de tiempo escaso para que el DT pueda impregnar al equipo de los pilares fundamentales de su propuesta futbolística.
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