Messi, en la lucha, como durante casi toda la noche
PRODUCTO DEL CANSANCIO, LAS IMPRECISIONES Y LAS REITERADAS FALTAS

Messi comenzó bien la noche, pero se fue apagando de a poco y el equipo lo sintió

El rosarino tuvo un buen inicio pero bajó bastante en el complemento. Argentina, acostumbrada sus luces, no pudo encontrar el camino

No hay ninguna duda de que Lionel Messi es líder, conductor y emblema futbolístico de la Selección Argentina. Sin embargo, ante un encuentro flojo del zurdo (algo que no acontece seguido), sus compañeros tampoco supieron cómo quebrar la resistencia de un combinado paraguayo que se cerró mucho en su campo y que en el segundo tiempo se plantó directamente a jugar de contra.

DEL INICIO PROMETEDOR A UN COMPLEMENTO LEJOS DE SU NIVEL
Como una auténtica tromba, los dirigidos por Lionel Scaloni dejaron en claro desde el primer momento su dominio por sobre los de Eduardo Berizzo. Así, en apenas cinco minutos la Selección había tenido dos chances muy claras, con Lionel Messi algo retrasado pero jugando como conductor y como lanzador, postura que viene tomando desde hace tiempo.

El capitán se mostró muy movedizo en una primera parte en la que hizo alarde de sus pases filtrados y siempre punzantes, que se transformaron cada uno de ellos en avances Albicelestes muy claros.

Sin embargo, a veces por virtud de los defensores, otras por una noche inolvidable de Antony Silva (el mismo que no pudo hacer pie en Huracán) y en ocasiones por falta de precisión en la definición, Argentina nunca pudo facturar cuando más lo mereció. Otra cuestión que fue minando el desempeño del rosarino, de mayor a menor como toda la Selección, fueron las constantes faltas de Paraguay, que lo intentó cortar en todo momento.

En total, los de Berizzo recurrieron al recurso de la infracción en 20 oportunidades, de las cuales no menos de un tercio tuvieron como destinatarios los tobillos del ex Barcelona, quien ya arrastraba una molestia, pero en su rodilla. No obstante, en la primera etapa se vio un Messi muy comprometido, que incluso demostró dotes de defensor para concretar un gran quite, totalmente limpio, en la puerta del área, del cual nació una contra que Argentina no supo aprovechar. Así, los 45 minutos iniciales dejaron la sensación de que en algún momento el gol caería, lo que finalmente no sucedió.

OTRO MESSI, OTRA SELECCIÓN
En la segunda etapa, ya decididamente volcado en busca de la ventaja, el capitán nacional jugó más cerca del área de Silva, prácticamente entre la línea de centrales y volantes. Sin embargo, sin tanto espacio como en el inicio del partido, sus pases no fueron los mismos que los del primer tiempo y, de a poco, Argentina fue perdiendo profundidad y sorpresa.

Sin un buen partido de Giovani Lo Celso ni de Rodrigo De Paul, situación que se repitió con Ángel Di María y con Joaquín Correa, mucho dependió de un rosarino sin la precisión a la cual ha acostumbrado a lo largo de su impresionante carrera. Ni los ingresos de Alejandro Gómez, Guido Rodríguez y Nicolás González surtieron efecto en conseguir un socio que Messi nunca tuvo, y que extrañó mucho.

TAMPOCO PESÓ DESDE SU PEGADA
En un encuentro que se fue oscureciendo, acrecentando la figura del iluminado Silva, Argentina tampoco encontró los caminos desde la pelota parada. Un tiro libre del rosarino, cerca del área, se fue muy desviado. Y los córners, alternativa a la que a la Selección le cuesta sacarle jugo, quedaron en su mayoría en rechazos de un equipo paraguayo abrazado a su historia.

En definitiva, el equipo dirigido por Scaloni, desde los pies de su mejor jugador, fue de mayor a menor, y nunca pudo quebrar la resistencia de los de Berizzo. La bronca de Messi y de sus compañeros al final del partido, reflejaron que la Selección no pudo cumplir su objetivo de volver a sumar de a tres pensando en Qatar.