FÚTBOL

Ricardo “Palala” Pelli

El último de una dinastía de futbolistas que hizo historia en la ciudad. Jugó en BAP y otros clubes de la zona.

Nací en el barrio del club BAP. Justo en esa época habían sacado las vías del ferrocarril Central Argentino, donde ahora está la avenida San Martín. 

Había tanto lugar que los más chicos jugaban en un sector de lo que hoy es la Avenida, los medianos (donde estaba mi hermano, el Fiaca) dos cuadras más adelante y los más grandes al final.

A las cuatro de la tarde salía a la calle doña Lola, mi madre, y con voz ronca gritaba “Eh che, ustedes, a tomar la leche” y salíamos los Pelli de todos lados. Pero café con leche de los de antes, con esas galletas inigualables que le poníamos dulce de leche hasta el hartazgo.

Y después que merendábamos, nos íbamos de raje a jugar de nuevo con los pibes. Porque el picado seguía. Entrábamos a jugar nuevamente.

Fui a la escuela N° 12, cerca de casa. Después a trabajar, desde los 13 años. Igualmente estaba de moda ir a las academias y, como la contabilidad era el auge, me mandaron a aprender ahí. Nunca me sirvió para nada.

Yo me la pasaba en el club Independiente, que la sede estaba cerca de casa. Pero si yo me iba a fichar a Independiente, don Gervasio –mi viejo- me crucificaba de por vida.

Todos los Pelli eran de BAP indefectiblemente (Atilio, Coco y Don Gervasio). Don Gervasio fue capitán del equipo de Junín en 1935, jugaba con todos los pibes. Fueron a jugar a Rufino. Pateaba como una bestia. Y la pelota era de tiento. Ganaba Rufino 1-0 y hubo penal para BAP. Mi viejo habló con el arquero y le dijo que por favor se corriera, que iba a patear el penal. Lógicamente el tipo se le mató de risa. Le quebró el brazo en dos partes, porque lo agarró de lleno con el tiento, y, encima, fue gol. Otras épocas. Había que moverla a esa pelota... era la época que Bernabé Ferreira, en los entretiempos, la hacía remojar en una lata de 20 litros de agua para que pesara más. Una locura.
Mi viejo, en la cancha de BAP, la pateó de arco a arco en una oportunidad. Era un campeonato a ver quien la pateaba más lejos. Y le ganó a Bernabé Ferreira, que jugaba con él.

Entonces fiché en BAP, pero de grande. Entré directo a la cuarta, que era preliminar de la primera y fui goleador. De técnico estaba el Sordo Ramos y colaboraba Torelli. Pero fue Roberto Contreras, el Lobo, quien más me dirigió. Enseguida me empezaron ascender y llegué a primera, con 20 años. Estaba el Vasco Guruceaga, Juan Carlos Roldán, el Fiaca Pelli, Sergio Ferreri, Capogroso, Hugo López, Cucú Piedrabuena, los dos Frías y Walter Destéfani, que recién empezaba.

Ganamos un nocturno de película allá por mediados de los años ´60. Moreno tenía un equipazo, con Pardini, Guzmán, Caramelo. Unos nenes bárbaro. Pero primero le ganamos a Rivadavia en la final de ganadores, que recuerdo me marcó Nievas todo el partido. Perdíamos cuatro a uno y se venía una tormenta. El arquero de Rivadavia, Dilluvio, tenía el hombro sacado. No va que el Coco Basso lo mandó al Titi Rubini a chocarlo a Dilluvio. Lo tiró al diablo. Faltaban 10 minutos y los hinchas de Rivadavia se iban diciendo que les tocaba contra Moreno. Cuando los hinchas llegaron de la cancha de Sarmiento a la Avenida San Martín estábamos 4-4 con los goles del Mellizo Azconzábal y el Vasco Guruceaga, que le pateaban de la mitad de la cancha. Y le ganamos. 

Pero contra Moreno perdimos tres a uno, el primero. Pero en la semana ser armó un revuelo bárbaro en la comisión directiva de Moreno y no se presentaron al segundo. Y nos dieron el campeonato a nosotros.

Después me fui a jugar a Origone. Salimos subcampeones y salí goleador de la Liga Independiente. Fuimos con Pezzati, con Miguel Arbeleche y mi hermano, el Fiaca. Fue allá por 1975, que yo había venido de laburar en Trenque Lauquen. Me había salido un laburo allá y cuando llegué se había corrido la bola que iba el mejor 9 de Junín y la zona –culpa de los choferes de los micros-. Cuando bajé del colectivo me estaba esperando hasta el intendente, fotógrafos de los diarios, dirigentes de clubes. Conocían mi historia porque ya en ese entonces llegaba el diario Democracia a Trenque Lauquen. Querían que fichara allá. Practiqué para estar en forma, pero nunca jugué.

Luego pasé al Singlar de Ascensión, pero no hicimos una buena campaña. Un solo partido, en Saforcada, e hice siete goles.

Lo bueno es que estando en Ascensión, Ricardo Bochini, que tenía un campo en la zona, trajo a Independiente a jugar un amistoso. No jugó el Bocha, estaba Hugo Saggioratto de 10. No entraba un alma en la cancha. Estábamos todos metidos atrás. A mi me marcaba Carrera de un lado y Enzo Trossero del otro. Imposible jugar. Igual perdimos 2 a 1. Se hizo una cena enorme donde todo el pueblo se sacó fotos con los jugadores.

Volví a BAP solo para despuntar el vicio, pero ya dejé de jugar.

El problema del fútbol de hoy en día es que desaparecieron los potreros. Por eso no salen jugadores. Antes todos los clubes tenían reclutadores de jugadores. En moto, bicicleta o a pie. Se paraban en todos lados y te decían “nene vos donde jugás”. Y arriba, a ficharlo a la Liga Deportiva del Oeste antes que se lo robe otro club. Estaban el Negro Castro en Independiente, don Juan Torelli en BAP, Salvador Chiaravino en Defensa Argentina, por citar algunos.

¿Maradona o Messi? Maradona en mi vida fue un ídolo, que me hizo muy feliz con el gol a los ingleses. Ahora lo es Messi, más completo para mi punto de vista.

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