FUE FIGURA EN MUCHOS CLUBES

El triste adiós a un futbolero juninense de raíces, Juan Manuel “Manolo” Sanz

De perfil muy bajo pero de pasión muy alta, fue un gran jugador. Lució virtudes hoy revalorizadas, como el culto a la amistad, la solidaridad, el infinito amor a su familia y a la profesión y, en especial, su capacidad de mostrar siempre su lado más noble: el de buena madera.

Se baja el telón para un grande del fútbol y de la amistad. El gran zaguero de tantos equipos, juninense de ley. Juan Manuel Sanz, simplemente “Manolo”, falleció antes de ayer a los 71 años a causa de una cruel dolencia, que lo aquejó desde no mucho tiempo atrás.
Un duro golpe para el deporte local, para su familia y para todos aquellos que estuvieron cerca de él. Se trataba de un ser humano sencillo, tratable, ameno, auténtico por donde se lo mirara, que tenía sentimientos profundos con la profesión que abrazó, primero como jugador y después como entrenador.
Sanz, nacido en Junín el 28 de mayo de 1950, tuvo una brillante trayectoria en muchos clubes, donde dejó un grato recuerdo por su profesionalidad y eficiencia. Luego de jugar para Once Estrellas de Ascensión (años después fusionado con Social), debutó en Sarmiento el 8 de julio de 1972 en la victoria verde como visitante ante Fénix (2-1).
En esa gran campaña, que se recuerda por la fallida final por el ascenso ante Flandria en la cancha de Ferro, disputó 20 partidos y conquistó dos goles. Precisamente, en la temporada del retiro de Horacio “Taqueta” Barrionuevo.
En 1973, pasó a Jorge Newbery y participó en el segundo campeonato consecutivo de la Liga Deportiva del Oeste ganado por los del Pueblo Nuevo, equipo que derrotó en la última fecha a Mariano Moreno.

La formación albiazul fue con Andrade; Vilches, Sanz, Silva y Nieves; Benítez, Morán y Toro; Thomé, Cavagna y Molina. DT: Omar Váldez. Ese mismo año, Newbery estuvo a punto de ganar el Regional, tras perder con Punta Alta.
Siguió en Newbery en 1974, elenco que ganaría el derecho de jugar el Nacional de la AFA, ahora junto a su gran amigo, Mario Rizzi y otros exquisitos jugadores: Horacio Rodríguez, Sergio Lippi, Alfredo Gironacci, Juan Carlos Vilches, José Tomino, Carlos Burgos, Santiago Zunino, Jorge García y Norberto Cavagna, entre otros. En ese Nacional, disputó cinco partidos.
Así continuó su carrera: Atlético Cipolletti (Río Negro): 1975, 12 partidos; San Lorenzo de Almagro: 1976/78, 86 partidos, 5 goles; Tigre: 1980/81, 57 partidos; San Lorenzo (Mar del Plata): 1980, 4 partidos; Mariano Moreno (Junín): 1982, 7 partidos.
En total, disputó 191 encuentros y convirtió siete tantos. Si contabilizamos los equipos no profesionales en los que militó, esa cifra de partidos se extendería notablemente.
Además, militó en el ya nombrado Once Estrellas de Ascensión (hoy, Club Social), Alumni (de Vedia) y en Trenque Lauquen y Laboulaye. En el exterior, tuvo un paso por Emelec de Ecuador.
Indudablemente, su mejor momento, sin exagerar ni un poco, estuvo en San Lorenzo, en desempeños muy prolíficos, tanto en cantidad como en calidad. Se codeó con otros grandes de El Ciclón, como el mismo Mario Rizzi, Héctor Scotta, Maletti, Claudio Marangoni, Lavolpe, Collavini, Meglio, Chazarreta, Torres y otros.


Jugar tantos partidos en Primera en uno de los grandes del fútbol argentino, quizá diga algo. O lo diga todo.
Ya retirado, estuvo como ayudante de campo de Mario Alberto Rizzi, en las tres incursiones de este como entrenador de Sarmiento: 2004/05, campeón de Primera “B”, 2005/06 y 2008/09.
Como técnico jefe, “Manolo” jefe trabajó en varios clubes, Jorge Newbery y Villa Belgrano de Junín y Once Tigres (9 de Julio), entre otros. En todos, sin excepción, lo hizo con la misma pasión y seriedad que lo hizo como jugador.
“Manolo” era de portar un maletín de ilusiones y vivencias en sus encuentros con amigos. Se sentaba a saborear el momento. No fue de aquellos que suelen hacer concesiones. Le gustaba lo cabal, lo clásico. Respiraba fútbol en todo instante.
No le hacían gracia los experimentos de los entrenadores actuales, pero no los criticaba. Siempre traía a colación anécdotas de su paso por distintos clubes. Guardaba, en una prolija carpeta, fotos y artículos de su trayectoria, apretujados de emociones, como un simple recuerdo, porque odiaba hacerse notar, aún en el elogio.
Está mal que nos haya dejado un muchacho tan noble. Es injusto que se muriera “Manolo”... 

COMENTARIOS