TRAS UN ACCIDENTE, LE AMPUTARON LA PIERNA IZQUIERDA

Ezequiel Cabrera y su historia de superación

De perder el miembro inferior en un siniestro vial a patear un penal con muletas, para despedirse del fútbol en su equipo, Atlético Quenumá.

El futbolista Ezequiel Cabrera protagonizó un accidente vial que lo dejó al borde de la muerte, pero se recuperó y decidió retirarse como siempre soñó: adentro de una cancha y con la camiseta de su querido equipo. 
Cabrera, quien es efectivo de la Policía Bonaerense, jugaba de delantero en Club Atlético Quenumá, institución que se ubica al Oeste de la Provincia de Buenos Aires y que participa de los campeonatos de la Liga Cultural y Deportiva de Tres Lomas. 
El 1° de febrero de este 2019, dos días después de cumplir 31 años, el atacante viajaba en su auto para ejercer su trabajo de policía, pero un accidente lo dejó al borde de la muerte. 
"Me dormí en mi auto, me crucé de carril. Se ve que me quedé dormido y aceleré. Cuando impacté lo hice a 180 kilómetros por hora -recordó- El guarda-raíl se me metió por el lado del conductor, lo que empuja un amortiguador hacia adentro y me enrolla mi pierna izquierda, cortándomela".
Cabrera estuvo 26 días en el hospital. El 6 de octubre, tras nueve meses, tuvo la posibilidad de volver a jugar en Quenumá con una pierna amputada para despedirse como siempre quiso: adentro de una cancha y con la camiseta de su querido equipo. 
Esto fue gracias al árbitro Sergio Orozco, quien le permitió retornar con sus muletas. "Fue una cuestión más humana que deportiva. Traté de que la vida le diera la oportunidad de retirarse jugando al fútbol", dijo el juez.
En ese histórico encuentro marcó un gol de penal y decidió decir adiós como jugador. "La gente empezó a aplaudir, a tocar bocina, a filmar. Fue tremendo ese momento, me queda en el corazón", manifestó Gustavo Tomasello, entrenador de reserva, sobre el instante en el que Cabrera ingresó al campo de juego para darle al balón desde los 12 pasos. Luego, agregó: "Me abrazo y me dijo: 'Simplemente, gracias. Gracias por todo'".
Ezequiel Cabrera tiene muchos proyectos. Quiere nadar, competir en los Juegos Paralímpicos. También quiere correr maratones, ya compitió en dos y tiene fechas para noviembre y diciembre en 3 y 5 kilómetros respectivamente, mientras trabaja como asistente de campo en el cuerpo técnico de Atlético Quenumá.
Para este joven de 31 años la discapacidad no fue una pérdida, sino una oportunidad. Sufrió en febrero pasado ese trauma gravísimo. Pero la amputación de una pierna, luego del siniestro, no fue un episodio que lo empujara a una profunda depresión y desánimo, todo lo contrario.
Para “Eze”, surgieron nuevos proyectos, otra manera de ver la vida y hasta sueña con dar charlas motivacionales. Y tiene condiciones para eso.
Ezequiel es policía de la Patrulla Rural de Trenque Lauquen y hasta enero de este año vivía en Salliqueló, trabajaba parte de la semana en Trenque Lauquen, cursaba la carrera de profesorado de Educación Física y jugaba en el club quenumense, como centro delantero. Tras realizar la pretemporada junto a sus compañeros, el destino le tuvo reservada una encrucijada.
Aquel 1° de febrero había niebla y alrededor de las 6.15 de la mañana, Cabrera viajaba hacia Trenque Lauquen. Se quedó dormido al volante, cruzó el carril de la ruta 5 y chocó contra un guarda-rail. 
En un segundo su vida cambió. Le impuso algunas limitaciones, pero no lo bajoneó. Al otro día del accidente, desde Terapia Intensiva le pidió a su hermana que posteara una foto en las redes sociales. Se le ve con el pulgar arriba y la leyenda “estoy bien, vayan juntando hierros para mi nueva pierna”.
“No sé por qué lo tomé así, muchas veces haciendo chistes, tratando que el que está al lado mío no sufra, que me vea que estoy bien, con fuerzas, no quiero que nadie se bajonee por mí, esa actitud me quedó. Yo no tuve bajones, no me pregunto por qué me pasó a mí, ya está, me pasó y tengo que seguir adelante”, dijo en su momento al portal Oeste BA.
Su historia se hizo viral en los últimos días, porque se convirtió en el primer jugador de la Liga de Tres Lomas de fútbol amputado en jugar y convertir un gol. Fue una tarde soñada, llena de emociones y lágrimas.
“Era injusto que el destino me retirara del fútbol, me quería retirar cuando yo quería”, dijo quien viene de una familia de policías, un mandato familiar del que no iba a poder escapar y también es guardavidas, por eso decidió competir en natación y también en pedestrismo.

El accidente
Sebastián Cabrera rememoró el difícil momento vivido:
“Recuerdo el accidente. Me desperté con el golpe, recuerdo todo. Busqué el teléfono y llamé al 911. Recuerdo a los médicos, a la policía. Siempre supe lo que me había pasado”, señaló.
Desde ese día inició la recuperación. Pasa parte de la semana en La Pampa, en sesiones de kinesiología, donde además entrena para natación, y hasta ahora se animó a integrar una banda de música y luego viaja a Quenumá junto al equipo de fútbol.
A mediados de año le entregaron una prótesis ortopédica. “Había visto muchos videos de las amputaciones y de las prótesis, cuando me dieron la mía no podía caminar, y le dije al médico que no la quería. Me explicó que nadie sale caminando el primer día. Así que empecé a practicar en Buenos Aires, en Palermo y caminé tres o cuatro horas, y a los tres o cuatro días ya caminaba sin muletas y con un solo bastón”.
Fue a cuatro sesiones de psicología y la profesional “Me dio el alta porque me veía bien” y como si fuera poco aceptó la invitación de un amigo para competir en una maratón en Morteros, Córdoba. 
“Fue una emoción tremenda porque era la primera maratón”. Luego, el 15 de septiembre corrió 3 kilómetros en Tres Lomas “y el 10 de noviembre lo hizo en la Escuela Vucetich (allí participó el atleta juninense Leonardo Frías) y el sábado 7 de diciembre lo hará en Pehuajó.

Su último gol
Hace pocos días, hizo un gol. Quería jugar un minuto y retirarse del fútbol. Pero casi lo hizo un par de meses antes, aunque el árbitro de ese encuentro no le permitió jugar. “No me quería chocar con las situaciones de que alguien me diga que no podía hacer algo por mi discapacidad, lloré un rato largo”.
A las dos semanas el árbitro Sergio Orozco le dijo que ‘Los sueños están para cumplirlos así que si vos querés jugar me llamás y jugás’. Guardé el número y lo llamé, porque se venía la última fecha de local. Él arregló todo, dirigió él el partido, habló con el equipo rival y arregló todo”. 
A las 11 fue a sacarse la foto con los jugadores del senior y aguardó en el banco los minutos finales del encuentro que su equipo perdía 3 a 0 frente a El Ceibo.
“Entrar a la cancha fue una mezcla de muchas emociones, nostalgia, felicidad, sentirse cumplido. En enero empecé a hacer la pretemporada con la ilusión de jugar, y ahora estaba adentro, no importa en qué circunstancias, estaba cumpliendo el sueño. Sólo quería entrar, después la quería tocar, metí una pared y me solté y después quería hacer un gol. Íbamos perdiendo y el equipo rival generó un penal, tocaron la pelota con la mano. El jueves había ido a entrenar porque nunca había practicado patear y me pusieron a practicar penales, así que la jugada estaría acordada”.
Cuando cobraron penal, “empecé a llorar, no quería mirar a nadie porque si los veía llorar me iba quebrar. El arquero me preguntó dónde iba a ir, le dije que no sabía porque no sabía si iba a poder patearlo, le apunté al palo izquierdo del arquero, no pude levantar la cabeza, sólo podía llorar. Todos me abrazaron. El árbitro terminó el partido y me regaló la camiseta con la leyenda ´El que abandona, no tiene premio´. Fue una tarde soñada.  Sentía que era injusto retirarme cuando al destino se le ocurrió, ahora me retiro yo, cuando yo quiero”.

Sobreponerse a las distintas situaciones
Con emoción, luego Ezequiel manifestó: “
En las redes sociales, mucha gente me pone mensajes, cosas como ‘hoy no tenía ganas de levantarme y te veo a vos y me das fuerza’. Me gustaría dar charlas, para que la gente pueda sacar lo mejor de sí y sobreponerse a las distintas situaciones. Si sos apasionado por algo, no importa lo que te pase. Yo tengo una dificultad mayor, me va a costar un poco más, pero todo se puede lograr. A veces me duele el cuerpo, pero quien te quita lo bailado”.
Finalmente, el futbolista-policía que mereció un espacio especial en el programa “Interior Futbolero, de la señal TNT Sports, reconoció: “Sé que es la cabeza el motor más grande que tenemos. Hay que meterle para adelante. Voluntad y querer hacer algo. No necesitás más que eso. ¿Podés fallar? Sí, miles de veces. Ganamos una sola vez: Cuando cumplimos objetivos. Mientras tanto, fallamos muchísimo. Hay que aprender a chocarse con eso y a disfrutar mucho cuando se cumple un objetivo. Hay que vivir la vida como nos toque. A veces va a costar un poquito más, pero se va a poder vivir como uno se lo propone".

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