FÚTBOL

Héctor Raúl “El Pulpo” Demaría

Varias veces campeón con las inferiores de Mariano Moreno, logró el título del peleado y famoso nocturno de 1971. Además, al básquet, fue campeón con San Martín de 1969.

En la escuela secundaria me decían Pulpo, pero en el barrio donde nací me decían Chueca. Pero no me quedó ningún apodo. Es más me conocen como Raúl y mi primer nombre es Héctor.

En el barrio estaba siempre en un gran dilema. Vivía en Libanesa llegando a Italia, a cinco cuadras del club Rivadavia y cuatro del club Villa. Iba a la escuela 18. Todos mis amigos eran de Rivadavia o de Villa. Yo frecuentaba el club Los Andes, un club donde los ferroviarios jugaban a los naipes y nos echaban a nosotros que íbamos a jugar al metegol.

Paralelamente al fútbol jugué al básquet en San Martín y fui campeón en 1969. En aquel entonces se jugaba de noviembre a marzo porque en aquel entonces las canchas casi todas eran abiertas. Enfrente de casa vivía don Luis Isa, médico, que siempre le decía a mi vieja que me iba a sacar de la calle porque estaba siempre en el campito. Y me llevó a San Martín, me pasaba a buscar todas las tardes. Tuve la suerte de agarrar el equipo de Mario Rico, los dos Sabelli, Manolo Viaño, Spichialli, Pepe Moreno, Martín Sofía. Jugaba uno o dos minutos por partido, porque los más chicos entrábamos un ratito. Pero salí en la foto.

Había campitos en cada manzana. Los sábados íbamos al parque San Martín que estaba enfrente de la cancha de Newbery. Mirábamos jugar a los más grandes y a la expectativa que alguno nos dijera “pibe, vení que falta uno”. Había como cuatro o cinco campitos en el predio, pero con plantas y raíces por todos lados. Entonces había que jugar esquivando todo. Ahí se agarraba la gambeta, sí o sí.

Se  hizo un campeonato en el barrio Obrero, donde hoy está la placita y me vinieron a buscar. Jugué con el Piojo Garbe, Tobal, Sebelli, Di Giullio, López, Cieri, Buffalino. Ahí estaban Alaniz, Castro, Torelli,  toda la gente que te veía jugar y te llevaba a los clubes. Entonces vinieron y hablaron con mi viejo.

Pero la decisión de un morenista de la primera hora fue llevarme a Mariano Moreno. Desde el '52 que iba a la cancha a ver a Moreno con mi padre.  Tendría 12 años cuando fue al club. Mi viejo me había armado una bicicleta, una Peugeot que después me la robaron, y me iba a practicar todos los días.

Llegué a Moreno y no conocía a nadie. Me aceptaron enseguida, hice muy buenos amigos. Salimos campeones en quinta en 1969 con Saldías, Vilchez, Peralta, Méndez, el Vasco Rodríguez. El problema era que en primera estaba el famoso equipo con Molina, Romero, los dos Caresani, Orellanos, Martiarena, Suárez, Guzmán. Para poder llegar a jugar en ese equipo fue tremendo.

En una oportunidad el Ruso Caresani dejó de jugar y me ascendieron. Debuté en la cancha de Villa y Arnaldo Molina me dijo “si superás esta podés seguir jugando en la primera”. La cancha de Villa se venía abajo. Me fue bien y quedé.

Tuve la suerte de jugar con el más grande del Fútbol de Junín, Taqueta Barrionuevo, cuando vino a Mariano Moreno. Además enfrenté a otros grandes como Félix Tobalina, Omar Atondo, el Loro Rodríguez.

Pero la realidad era que estaba Jorge Newbery con ese gran equipo y le ganábamos a todos, menos a ellos. Llegamos a jugar tres finales, pero no pudimos ganarlas.

Con Moreno salimos campeones en el nocturno de 1971 que estaban Andrade, Caresani, Toti Orellanos, Herrera, Martiarena, Ortiz, Pardini, Rocha, Corro y López.

Tuve la suerte de tener a Chiche Tablada como director técnico. Y como son las cosas de la vida que con el tiempo pasó a ser de mi familia, porque mi hermano se casó con una de sus hijas. Lo pude tratar muchísimo. Era un fenómeno como persona, como jugador y como técnico. Le pegaba a la pelota como los dioses. Y era la pelota de cien kilos, creo que con la pelota de hoy hubiese hecho magia. También tuve como técnico a Ramón Romero, un gran tipo. Y al final a Héctor Silva que fue lo más cerca del profesionalismo que tuve.

Me llamaron de otros clubes pero ya en 1978 conseguí un trabajo que tenía que viajar de lunes a viernes y no podía practicar. Me insistieron para que vaya a jugar, pero no estaba físicamente a tono. Además venía una camada buena abajo en Moreno con el Turco Mecherques, Ceratto, Kenan, que tuvieron la suerte de poder clasificar para jugar el Nacional cuando llegó Vergara como presidente que trajo algunos refuerzos. Ahí estalló el Moreno que todos estábamos anhelando pero que nunca habíamos podido lograr porque estaba la barrera de Newbery. Fue el tope para nosotros en ese momento.

Hoy no salen tantos jugadores porque el chico tiene muchas más actividades que nosotros antes no teníamos. Desde que la televisión se veía de acuerdo a como venía el viento hasta las figuritas, los autitos, armábamos barriletes. Todo en grupo y con una inventiva superlativa. Cuando mi vieja se descuidaba la dejábamos sin medias porque se las robábamos para hacer una pelota. Y se jugaba hasta que se mojaba. Era la famosa pelota de trapo. En cuatro cuadras  había dos barrios. Estaba el de Tipaldi que jugaba en Rivadavia a la vuelta de casa y el de los Césere que estaba antes de llegar a Rivadavia. Y estoy hablando de cinco cuadras nomás. Nosotros nos juntábamos una vez en el campito de ellos y otras venían al nuestro. Era una rutina diaria donde los horarios de juego eran en la calle. Hoy los chicos tienen la computadora, la Play, el celular y al Fútbol no le dan ni la hora.

Antes la gente, en un Moreno-Newbery o Moreno-Sarmiento, daba cinco vueltas al alambrado. Hoy no va nadie a la cancha. Pero claro hoy juega Moreno pero a la vez por televisión pasan River o Boca en directo. Antes la gente se llevaba la radio a la cancha y lo escuchaba contra el alambrado.

¿Maradona o Messi? Si tuviera que elegir un compañero, Maradona. Por lo que transmitió dentro de la cancha. Creo que si la tecnología de la televisión de hoy hubiese estado en la época da Maradona, hubiese sido magnífico.

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