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Neymar.
ENFOQUE

El baile es largo

Que la derrota de Alemania y el empate de Brasil no hayan constado en el catálogo y perfilen un inesperado pierde-paga en octavos de final está lejos de dar por hecho que no son tan buenos ni tan candidatos como se suponía.
Como se supone, más bien, en la medida que un primer partido no es más que eso, un primer partido, en el contexto de un viaje de un mes para el que tanto el vigente campeón cuanto el candidato más robusto se han preparado a conciencia.
Después de todo, o antes que todo, se impone reponer que México y Suiza no representan justamente las medidas más débiles y que en el peor de los casos son habitués de los Mundiales y dignos exponentes del tercer pelotón, cuando no del segundo.
México supo atacar a Alemania en el primer tiempo y es justo que celebre el mejor triunfo de su historia, Suiza supo defenderse con Brasil y es justo que paladee una situación confortable y un futuro promisorio en el corto plazo.
Pero hasta tanto demuestren lo contrario ni uno ni otro está habilitado para ser asociado con el póker de aspirantes a llevarse a la Copa, tal como lo están teutones y brasileños aún en una versión a media máquina, agrietada y descafeinada.

La historia de Alemania en los Mundiales es también la historia de un debut flojo (perdió con Argelia en el 82, empató con Uruguay en el 86 y con Ghana en 2014) y de una primera fase con lunares (alguna vez empató con Irlanda, cayó con Serbia y también con Alemania Oriental en la Copa que al cabo le ganaría a la "Naranja Mecánica" de Holanda, en 1974) y sin embargo, cuatro de cada cinco veces llega lejos, muy lejos.
Puede darse por descontado, entonces, que Jürgen Klopp dispone de todas las piezas para armar un gran rompecabezas.
Lo de Brasil, por su parte, ha tenido toda la cara de un "dolce far niente" a destiempo: tan fácil lo vio en los primeros 20/25 minutos que sobreestimó sus recursos y subestimó los de la ordenada y rocosa formación helvética.
Hechas las cuentas necesariamente provisorias, de Brasil han emanado una noticia buena y una noticia mala.
La buena: que en esos 20/25 minutos de despliegue de superioridad imponente dejó bien en claro que en el techo de sus posibilidades será difícil encontrar un equipo capaz de superarlo.
La mala: Neymar y la luz roja de su estado físico y de su tono emocional.
Tal vez porque uno condicionó lo otro, menos que un líder carismático Neymar ha sido hoy un líder fastidiado que dinamitó su juego y propagó la epidemia.

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