FUE EL MEJOR DEL SELECCIONADO ARGENTINO

Destacable labor de Maximiliano Meza en su debut mundialista

El correntino mostró buenas intenciones de juego. Suplió la falta de proyección de Eduardo Salvio y también fue socio de Lio Messi por el centro de la cancha. Angel Di María, Marcos Rojo y Lucas Biglia no rindieron como se esperaba.

El mediocampista de Independiente, Maximiliano Meza, debutante en la Copa del Mundo de la Fifa, mostró buenas intenciones de juego que le alcanzaron para ser el jugador más rescatable del seleccionado argentino en el decepcionante debut con Islandia (1-1) por el Grupo D de Rusia 2018.
El correntino se esforzó para ser socio de Lionel Messi en la gestación de juego; fue siempre opción de descarga por el costado derecho y también exhibió buen criterio para acoplarse por el sector interno del ataque argentino.
En el contexto de un debut discreto, Meza no se dejó ganar por los nervios del debut durante los 84 minutos que jugó en el estadio del Spartak Moscú y demostró condiciones para aspirar a más oportunidades dentro del once titular de Jorge Sampaoli.
Como contraste, los puntos más bajos del estreno argentino en Rusia fueron tres jugadores que ya contaban con experiencia en mundiales: el defensor Marcos Rojo, el mediocampista Lucas Biglia y el mediapunta Angel Di María.
El correntino fue el mejor de Argentina por intenciones de juego. Trató de profundizar por derecha, llegó hasta el fondo para suplir la falta de proyección de Salvio y también fue socio de Messi por el centro de la cancha.
Por el contrario, el mediocampista de Milan, Lucas Biglia, tuvo un flojo partido y fue el primero del equipo en ser reemplazado ante la necesidad de conseguir claridad en la concepción de la jugada. 
Biglia aportó poco en ese sentido, imprimió un ritmo lento, entregó pases previsibles y no pudo conectar con Messi en la sintonía necesaria para gestar el desnivel. Perdió la pelota que derivó en el gol de Islandia.
Angel Di María cumplió otro partido frustrante del mediocampista del Paris Saint Germain. Apurado, confuso, sin claridad para ejecutar el centro y con poca lucidez para atacar el espacio. Terminó encerrado con el correr de los minutos, cuando Islandia se abroqueló en los metros finales del campo de juego.
Mientras que Marcos Rojo tuvo una tarde olvidable: fuera de tiempo y distancia; flojo con la pelota y desatento para cubrir su espalda. Una actuación paupérrima.