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Real Madrid vs. Bayern Münich, una de las semifinales.
LIGA DE CAMPEONES

¿Habrá hegemonía blanca?

Nadie sale campeón en la víspera y sobremanera en el fútbol los imponderables se mueven a sus anchas, pero la victoria consumada por el Real Madrid en el Allianz Arena da a entender que va de más a más y que se perfila para quedarse con su tercera Champions League (Liga de Campeones) consecutiva y la número 13 de su historia.
Real Madrid no dominó en ningún aspecto del juego (para que lo diga Marca, diario "Merengue" si los hay), pero sí en las áreas, que son todo un mundo: de esa peculiaridad, que ya es un clásico, su clásico en el bicampeón europeo, emanó una victoria capital.
Bayern Münich remató al arco 17 veces, el arquero Keylor Navas trabajó a destajo, y resultó que sin necesitar tanto ni mucho menos (un golazo del brasileño Marcelo y una buena definición de Marcos Asensio, tras recibir de Lucas Vázquez, que a su vez había aprovechado un grosero error de Rafinha), el Real Madrid se llevó un triunfo con sabor a cosa juzgada.

Real Madrid no dominó en ningún aspecto del juego, pero sí en las áreas, que son todo un mundo: de esa peculiaridad, que ya es un clásico, su clásico en el bicampeón europeo, emanó una victoria capital.

Es cierto, cómo no, que en la versión anterior los alemanes pisaron fuerte en el Santiago Bernabéu y cayeron por imperio de un espeso cóctel de errores arbitrales y suerte adversa, pero en todo caso tan cierto como que hoy no se ven tan peligrosos como entonces.
La apertura del tanteador establecida por Joshua Kimmich y unos cuantos momentos de presión sostenida y buenos merodeos hicieron suponer que esta vez sí el Münich impondría condiciones en la red, pero nada de eso sucedió y se avizora complejo que vaya a suceder el martes próximo en Madrid, donde el equipo que dirige Zinedine Zidane hasta podría darse el lujo de perder por un gol y así y todo pasar a la final.
Una final de la Champions, por cierto, que marcha derechito y por las piedras a un electrizante mano a mano de dos poderosos con neta raigambre copera, por cuanto el martes Liverpool había atesorado buena parte del boleto con su concluyente 5-2 a expensas de la Roma.


Los ingleses que orienta el alemán Jürgen Klopp brillan de la mano del egipcio Mohamed Salah (por estos días uno de los tres mejores delanteros del planeta) jugaron como mínimo 70 minutos pintados al óleo, pero un rato de despiste permitió que los italianos conviertan por duplicado y lleven al Olímpico de Roma la encendida esperanza de rubricar una epopeya similar a la que había redundado en la eliminación del Barcelona de Lionel Messi.
En Anfield Road las diferencias fueron abismales, pero está visto que en la Champions en general y en la versión 2018 en particular, el gigante de hoy es el pequeño de mañana, y vicevesa.
Las revanchas de las semifinales de la "Orejona" están previstas para el martes en Madrid y el miércoles en Roma, en ambos casos a las 15.45 de la Argentina. La final tendrá lugar en Kiev, capital de Ucrania, el sábado 26 de mayo.

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