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El presidente de la FIFA, Gianni Infantino y el presidente de Rusia, Vladimir Putin.
OPINIÓN

Cuando el deporte es usado como aparato de propaganda

¿Será verdad que Vladimir Putin usará el Mundial de Rusia igual que Hitler usó los Juegos Olímpicos de Berlín 36?

En plena fecha FIFA, a ochenta días del Mundial, la pregunta no le interesa ni a los propios ingleses: ¿será verdad que Vladimir Putin usará el Mundial de Rusia igual que Hitler usó los Juegos Olímpicos de Berlín 36, como dramatizó el ministro de Exteriores de Gran Bretaña, Boris Johnson? 
La crisis con Moscú se agravó el lunes con nuevas expulsiones de diplomáticos rusos, pero “la opinión del ministro –dijo el propio DT de la selección inglesa, Gareth Southgate- nos importa muy poco”. Todos los políticos se suben a las mieles del deporte. Lo hizo el propio Johnson cuando él era alcalde y Londres celebró sus Juegos Olímpicos de 2012. Hitler, es cierto, fue la manipulación más grosera. El antisemitismo ya era público cuando el Comité Olímpico Internacional (COI) del estadounidense Avery Brundage, cruzado anticomunista, no solo defendió la sede alemana, sino que la puso como ejemplo. “Si queremos preservar las instituciones, también nosotros tenemos que tomar medidas para frenar la caída del patriotismo”, dijo Brundage en el discurso de apertura de aquellos Juegos, los únicos que ganó Alemania en toda su historia y que, pese a que hubo triunfos de atletas negros como Jesse Owens, terminaron siendo una apología del nazismo.
También la AFA tenía en los años ’30 como nuevo presidente a un dirigente que simpatizaba con Hitler. “No debemos entrar a averiguar cuál es el régimen que gobierna en Alemania: tenemos que ver en ella a un Estado amigo”. Lo dijo Adrián Escobar, abogado conservador, diputado y diplomático que en 1939 asumió la presidencia de la AFA. Tomo la cita del libro “La vuelta al fútbol en 50 historias”, presentado el último miércoles en Buenos Aires y que compila grandes artículos del periodista Gustavo Veiga. Aquellos Juegos de Berlín 36 tuvieron acaso su equivalencia más cercana, como manipulación política del deporte por parte del poder autoritario, con nuestro Mundial 78, recordado en estas horas del 42º aniversario del golpe del 24 de marzo.
Justamente el libro de Veiga nos recuerda los casos más emblemáticos de los ya por lo menos 140 deportistas federados que fueron desaparecidos durante la dictadura. Entre ellos el de Antonio Piovoso, único jugador de Primera (jugó tres partidos en Gimnasia y Esgrima La Plata, era suplente de Hugo Gatti) asesinado en aquellos años del horror, cuando fue secuestrado por una patota en 1977, un año después de retirarse del fútbol. Gimnasia sufrió también la desaparición de Luis Ciancio, volante que llegó hasta la Tercera, militante del Partido Comunista Marxista Leninista (PCML), fusilado en el Pozo de Banfield en 1976. Y también llegó a jugar en las inferiores de Gimnasia Miguel Sánchez, el atleta símbolo de los deportistas desaparecidos. Los tres (Piovoso, Ciancio y Sánchez) fueron homenajeados ayer por Gimnasia.
El sábado pasado, en los actos del 24 de marzo, marchó por primera vez bajo una misma bandera la “Coordinadora de Derechos Humanos del fútbol argentino”. Hinchas de Lanús, Racing, Banfield, River, Estudiantes, Argentinos, Temperley, Chacarita, Chicago, Huracán, Newell’s, Ferro, Defensores de Belgrano, Comunicaciones y Central Ballester. No se unen por el negocio de viajar a un Mundial. Se unen para recordar que “Nunca más”, como dijo en su partido de ayer la camiseta de Atlanta. “Nuestras clases dominantes –leyó Veiga el miércoles pasado una cita de Rodolfo Walsh- han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes y mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores: la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia parece así como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las otras cosas”.
El fútbol, es cierto, sigue siendo muchas veces escenario difícil. Allí están, por ejemplo, los barras de Platense o Los Andes. Y ahora la red de prostitución denunciada en Independiente, que demuestra que el fútbol puede salvar a muchos pibes, pero también arruinarles la vida. Solemos imaginar al fútbol aislado de todo, incontaminado. Sabemos que es una ilusión. La semana pasada nos dejó también sin René Houseman. Una de sus imágenes más hermosas, en medio de tanta magia, fue su saludo con Nora Cortiñas, histórica Madre de Plaza de Mayo. El Loco fue uno de los tres jugadores que aceptó formar parte de un abrazo simbólico organizado unos años atrás entre la ESMA y el Monumental, horror y fiesta del Mundial 78. 
Cuarenta años después estamos en vísperas de otro Mundial. Putin, fue dicho, seguramente manipula al deporte como tantos otros. Es ridículo compararlo con Hitler o con Videla. Habrá fútbol en Rusia a partir de junio. Y allí estará una selección argentina que, es inevitable, renueva la ilusión de millones, sobre todo si esa selección tiene además a un crack llamado Leo Messi.

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