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ENFOQUE

Justicia Superclásica

Del partido jugado el domingo a la noche en el Estadio José María Minella de Mar del Plata podrán decirse muchas cosas, pero jamás que no se llevó la victoria el equipo que sembró más en todos los indicadores, de modo que el gol del colombiano Rafael Santos Borré selló los valores de un River más determinado y castigó la llamativa escasez de Boca.
Escasez de decisión para presionar en el campo adversario, de juego, de situaciones de gol y de presencia real de Carlos Tevez, cuyo tercer ciclo con la camiseta del club de la Ribera ha empezado igual de descolorido que su tránsito por el fútbol chino.
A veces el gol llega como consecuencia de un dominio claro y a veces el dominio claro es fruto de la modificación del escenario que opera la conquista del gol.
Y fue la segunda alternativa, al cabo, la que abrió el camino a una superioridad, la de River, ausente en el primer tiempo y sin embargo inapelable después, cuando se suponía que Boca iba a machacar en busca del empate, y crecer en el uno por uno y en la estructura colectiva propiamente dicha.
En la jugada que resolvió el Superclásico de verano hubo un poco de todo: en orden de influencia, el atrevimiento y la expeditiva definición del colombiano de Barranquilla, la pared que devolvió Nacho Scocco, algo de azar en un desvío previo, la lentitud de los centrales de Boca y la floja respuesta de Agustín Rossi.
Por cierto: no son pocos los seguidores de Boca que encuentran a Rossi de garantía insuficiente para defender el arco en la Copa Libertadores.
Tampoco a los hinchas de River dejaría tranquilo que en la Copa atajara Javier Lux, pero ya llegó Franco Armani.
Baste con reponer que en todo el segundo tiempo apenas si fue inquietado, sea dicho de alguna manera, por un disparo de Ramón Ábila, que había ingresado para robustecer un ataque, el de Boca, tibio de toda tibieza.
Es que los mejores momentos del partido, que fueron los mejores momentos de River, se correspondieron con una vigorosa presencia del mediocampo: Leonardo Ponzio en la contención, Nacho Fernández en la circulación y Pity Martínez en el desequilibrio.
Herido de unas cuantas ausencias, nobleza obliga, Boca no tuvo mediocampo, o en todo caso no tuvo un mediocampo a la altura de las circunstancias: el juvenil Julián Chicco fue criterioso pero sin modificar la ecuación y el uruguayo Nahitan Nández, de lo mejor en términos de compromiso, se perdió en la madeja de su descontrol.
Como Cristian Pavón fue de más a menos, Cristian Espinoza fue de poco a nada y Tevez trotó por la cancha, Boca terminó cerca del empate en el resultado pero muy lejos en la sensación térmica.
Y no es que River haya brillado, nada más lejos, pero con un buen tramo de control territorial y media docena de aproximaciones profundas, incluida una en la que Scocco deshizo un gol hecho, justificó un triunfo que sin otorgar puntos conlleva las vitaminas de todo duelo de esta dimensión. 
Entre los protagonistas debutantes en el Superclásico fue mediocre lo de Emmanuel Mas y más flojo aún lo del impetuoso Julio Buffarini, que repartió suela de más y fue expulsado por el joven árbitro bahiense Facundo Tello.
El próximo derby que reunirá a los dos clubes más poderosos de la Argentina ofrecerá el inédito atractivo de la Supercopa Argentina que estará en juego el 14 de marzo en el Mario Alberto Kempes de Córdoba.

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