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FÚTBOL

Pedro Eugenio “Pucho” Banegas

Jugadorazo de Rivadavia en los ´60. Campeón en 1964 y 1965. Estuvo en Argentinos Juniors. Se lesionó siendo muy joven.

Nací en Fortín Tiburcio. Al año mis viejos se vinieron a Junín. Se radicaron en el barrio El Molino.

A los doce años mis padres alquilaron sobre la calle Rivadavia y me iba a jugar al parque.

Estaban Cofreces y Suma mirando los chicos, todos los días espiaban jugadores.

Un martes que se fichaba en la Liga fueron los dos a buscarme a mi casa. Suma tenía una motoneta Siambretta y Cofreces andaba en bicicleta. Yo dije, me voy en la moto. Y me fui con Suma que me fichó en Rivadavia. Por eso jugué en Rivadavia de Junín.

Estaba Delfor Ayué de técnico. Empecé con la sexta A, luego la sexta B y después me quedaba a ver los partidos de primera.

Un día Ayué sacó a Tundis, al Mudo Fernández, y me pusieron de seis. Habré jugado quince partidos en primera, pero fui campeón en 1964 y 1965.

Después de salir campeones jugamos un partido amistoso contra Sarmiento, a la noche. Me acuerdo que atajaba Alfredo Mariano Gironacci.

Con Spadaro la rompimos. Luego del partido, vinieron los de Sarmiento de raje a ofrecerme fichar. Al martes siguiente vinieron los dirigentes de Sarmiento a hablar con los de Rivadavia. Andaban en un Siam Di Tella. Pero no sé el platal que le pidió Rivadavia que en ese momento traían como cuatro jugadores de Buenos Aires.

Pero era todo política. A Sarmiento no lo querían porque acá eran conservadores y allá peronistas, si habían conseguido de todo a través de Juan Duarte.

Pero me había visto Ricardo Ulrich en el amistoso y me llevó a Argentinos Juniors, junto con Gualterio Foschiatti.

Fuimos de gira diez días con los Bichitos Colorados, por el Sur. Jugaba Jorge Antonio Coch -que venía de Boca- y Carlos Gominelli, que venía de Racing.  

Resultó que Argentinos hacía seis meses que no pagaba la pensión y nos echaron a todos. El que se quería quedar tenía que solventarse solo.

Yo me había hecho amigo de un farmacéutico que estaba enfrente de la pensión y era dirigente de Huracán. Me quiso llevar. Hasta me ofreció trabajo en la farmacia para que me quedara. Pero no me quise quedar solo.

Después me quiso llevar Independiente de Avellaneda, pero no quise ir.

Me llamaron de Estudiantes de La Plata. Me habían girado noventa pesos a Junín para que viajara con todos los papeles que me firmó mi viejo.

Me iba el lunes y el domingo en la cancha de BAP me rompí los meniscos, tenía 18 años.

Después anduve por la zona de Junín, pero se me  salía la rodilla y no jugué más. Me quedé con las ganas de saber cuál era mi techo.

Las canchas de fútbol de Junín se llenaban, todas.  No había otra cosa. Fútbol, Ciclismo y a veces boxeo. Cuando jugamos la final de 1964 reventamos la cancha de Sarmiento (165 mil pesos de recaudación), que solo se repitió cuando el Verde logró el ascenso a la A en 1980.

Hoy no salen jugadores porque hay mucha vagancia. Todos quieren ser Messi, tienen mucha película en la cabeza. Hoy hay muchos profesores de Educación Física, pero no saben nada de fútbol. Entonces el chico no aprende. Se perdió la viveza, la picardía. Jugábamos con la pelota de goma, hoy los chicos no la pueden dominar. Jugábamos a la cabeceada todos los días, de arco a arco, improvisado en la vereda. Hoy no saben cabecear.

¿Maradona o Messi?
Cuando estuve en Buenos Aires, con Argentinos Jrs. me fui un día a ver River Plate y Santos de Brasil. Jugó Pelé. Un monstruo. Sobresaliente. Hasta la gente de River lo aplaudía en cada jugada que hacía. Tan grande como Maradona o Messi. Pero todos en épocas distintas.

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