Nací en Junín. Fui el único de los cuatro hermanos en nacer acá, los otros son todos de Chacabuco. Fui a la escuela 19, vivía en Alberdi y Bentancourt. Empecé a trabajar a los 13 años, mi viejo era jubilado y no eran épocas fáciles. Igual fui a una academia privada que estaba en Alberdi y Francia, Juan Yani se llamaba. Me recibí en dactilografía y teneduría de libros.
Frente a mi manzana había un campito, en Intendente de la Sota entre Larrory y Alberdi. No era grande porque había tres o cuatro casas alrededor. Pero se jugaba todos los días. Venían los Varela, Barbieri, Carrizo. Cuando fui creciendo ya el campito estaba en la vereda de enfrente, donde está el hospital. Ahí se jugaba veinte contra veinte.
Empecé a jugar al fútbol a los ocho años en Rivadavia. Estaban el Negro Enrique, Nievas, Gómez, Varela, Banegas, el Mudo Fernández, el Mencho Martínez, Felix Tobalina, Guillotti, Walton.
En esa época era la sexta “A”. Me acuerdo que Walter Foschiatti y Juan Manila –el de las Aberturas- me llevaron a jugar un reducido al club Sarmiento, en cancha de baldosas. Ellos jugaban en categorías más arriba. Hice muchos goles de cabeza y en 1959 Cofreces me llevó a jugar a Sarmiento. Me querían poner de 9, pero yo era full back.
Pero en 1963 me llevaron formalmente a jugar en la amateur de Sarmiento. Y fuimos hasta la AFA a fichar para el profesionalismo pero justo el cupo lo había ocupado Juan Berro. Me vine y no fui más a Sarmiento. Una lástima porque estaba Rusiñol de técnico que te enseñaba un montón, era un adelantado del fútbol para la época.
Volví a Rivadavia y fuimos campeones en 1964 y 1965. Jugué de 4 porque los viejos no le daban lugar a los pibes, costaba mucho. Eran todos tipos de 30 y yo tenía 16.
En Rivadavia pusieron un preparador físico en los albores de los ´70. Nosotros no estábamos acostumbrados. Eran dos o tres vueltas a la cancha y a jugar el picado, ese era nuestro entrenamiento. El que organizaba todo era Félix Tobalina.
Resulta que el profe nos sacó a correr a la ruta. Primero íbamos hasta la aviación, doblábamos a la izquierda hasta una línea de alta tensión, pasábamos la cruz, volvíamos para el lado de la Pequeña Familia –que no existía- y volvíamos a la cancha. Quince minutos de descanso y a jugar.
En otra época nos llevaba hasta el puente de la ruta 65 que se estaba haciendo. Ahí a cargar un compañero a babucha y subirlo. A mí me tocaba el Lolo Alaniz, medía 1.95 y pesaba como 120 kilos. Si jugaba al básquet en San Martín con Porato y Mario Rizzo. Me hacía bramar para subir.
En 1974 me corté el tendón de Aquiles jugando para Racing de Teodelina. Luego me fui a Alem, a Alejo Ledesma de Canals Córdoba con otros cinco más (Tobalina, Vilaseca, Jorge, Ainchil, Oteiza), volví a L.N. Alem y me hice un desgarro grande en 1978.
Volví a Rivadavia dos años después, a los 34 y llevábamos cinco partidos ganados y uno perdido. Trajeron un técnico que conmigo andaba mal porque en un club de la zona me había querido arreglar el contrato.
Me fui y no jugué más. Hablé con los dirigentes, les expliqué el problema y decidí retirarme.
¿Maradona o Messi? Maradona se ponía el equipo al hombro cuando las cosas andaban mal. No sé qué pasa hoy con este chico Messi en la selección que no rinde. Tal vez es su forma de ser, porque en el Barcelona te hace cinco goles en un ratito.
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