Rubén "Hueso" Glaría: "Fue grandioso haber  quedado en la historia grande de Sarmiento"
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Rubén "Hueso" Glaría: "Fue grandioso haber quedado en la historia grande de Sarmiento"

Llegó para aportar su experiencia y logró el último título de su exitosa carrera como jugador. Integró la Selección Argentina con la cual disputó el Mundial ´74 y fue técnico de varios equipos del ascenso. Luego se acercó a la política para ser Intendente de José C. Paz y presidió el Instituto Provincial del Deporte.

Es otro de los prestigiosos futbolistas que dejó su rastro en el fútbol juninense. Gran marcador derecho y voz de mando en la defensa del equipo campeón de 1980 "desde el primer día supe que íbamos a pelear el título". Una temporada con la camiseta "verde" le bastó para "enamorar" a los hinchas. Su temperamento y entrega lo llevaron a ser unos de los más queridos por la gente que lo tiene en un pedestal. "León Espósito me convenció para que fuera, me dijo: tenemos un desafío en Sarmiento" aduce el "Hueso" y agrega "acepté porque quería hacer historia". Su inicio como jugador fue en Juventud Unida pero a los 16 años llegó a San Lorenzo donde debutó en primera. Jugó el Mundial de 1974 y fue parte del denominado equipo "fantasma" que disputó el partido en Bolivia para clasificar a ese campeonato. Pese a su gran trayectoria no dudó en afirmar: "en Junín pasé el mejor año de mi vida".

-¿Llegó a Sarmiento buscando su último gran objetivo como jugador?
 -Puede ser; uno va midiendo cuando está llegando al final, como decía el "Toto" Lorenzo: "cuando tenés las gomas lisas te vas dando cuenta" (risas). No sabía si iba a ser el último año, pero sí que era una oportunidad importante y un gran desafío para todos los que estábamos, porque si nos iba mal no podíamos salir de nuestras casas por la gran expectativa que había: no podía retirarme fracasando.   

-Habiendo ganado tanto en su carrera, jugó en equipos grandes de Argentina y hasta un mundial, ¿por qué siempre dice que el año en Sarmiento fue el mejor de su vida?
-Por la gente. Ellos me lo hicieron sentir así. Creo que fueron los verdaderos ganadores de ese torneo. Fue espectacular, emocionante e inolvidable. Una satisfacción haber estado tan cerca de ellos. En Buenoss Aires eso no te pasa, lo vivís distinto: vas jugas, das la vuelta y el otro día estás en tu casa. En Junín no: todos los días la gente en los entrenamientos, en la calle, o cuando volvíamos de jugar en capital nos esperaban diez kilómetros antes para recibirnos. ¿Dónde ves eso? Te pega mucho. Por eso fue y será el mejor año de mi vida.

-¿Lo único malo que tuvieron ese año fue el colectivo?
-(risas) Seguro. Pertenecía al club y no andaba muy bien: era un desastre (risas). Llevamos tortas para comer en los viajes porque sabíamos que en el camino teníamos que parar. Cada tanto se recalentaba el motor y debíamos esperar que se enfriara. Ahí, aprovechamos a tomar mate, comer y reírnos hasta que le cambiaran el agua y se retomara  el viaje. Siempre lo tomábamos con humor, era un gran grupo. 

-Pero lo mejor fue cuando se maquilló la nariz para jugar…
-Huy no me olvido más, ¿Quién te lo contó? (risas). Jugábamos contra El Porvenir en los tramos finales del torneo y tenía la nariz fracturada. El médico me dijo que no podía jugar pero yo no me quería perder el partido. Le pedí a Montes concentrar igual y a la noche con Peracca buscamos a la mucama del Hotel para pedirle algo que me tape un poco el yeso. Me trajo Angel Face (risas) para maquillármelo, me pusieron curitas, un lío: fuimos a hablar con Montes para decirle que quería jugar y los muchachos me apoyaban. Ganamos 1 a 0 y seguimos punteros.  

Las claves

Todos marcan que la unión de ese plantel posibilitó el título. Además el compromiso era tal que pese a los golpes o lesiones ninguno quería perderse los partidos. "Hoy estas cosas no pasan" recalca el "Hueso".
 
-¿Esa fue una de las claves que todos quisieron jugar siempre y se apoyaban entre ustedes?
-Creo que sí, pero va todo de la mano. Teníamos grandes jugadores y personas. Aunque lo que destaco mucho es que los jugadores de Ju-nín fueron todos unos fenómenos, en silencio hacían lo suyo. Después nosotros nos llevábamos los laureles y a ellos por ser de allá le daban menos bola. No fueron envidiosos, al contrario, nos ayudaban en todo momento, nos cuidaban y cuando jugaban lo hacían muy bien y se mataban. Eso es muy valioso porque en el fútbol hay mucha envidia y ellos en ningún momento tiraran para otro lado. 

-¿Y usted que le aportó?
-Creo que mi personalidad, ser líder de grupo, ser buen tipo. Dejar el nombre de lado y adaptarse al momento. No creerse figura ni nada de eso, sino siempre sumar.

-Al final llegaron al objetivo, ¿ese día que sintió?
-Mucha emoción:  fue una gratificación saber que habíamos estado acertados en aceptar este desafío y le habíamos dado una alegría inmensa a toda esa gente que tanto nos ayudó, que nos acompañó cuando las cosas no andaban bien. Fue grandioso haber quedado en la historia grande del club.

-¿Por qué no se dio su continuidad al próximo año?
-Pensé que el ciclo estaba cumplido. Creo que las cosas no se repiten y habíamos logrado algo tan importante que me quería quedar con eso. Me hablaron para seguir aunque por formalidad. Por eso agradecí todo lo que me dieron y preferí cerrar mi ciclo con ese éxito inolvidable.

-Saliendo un poco de Sarmiento, usted que fue un gran lateral derecho, ¿piensa que es un puesto que en el país se perdió?
-Se estaba perdiendo pero se dieron cuenta lo importante que es marcar la punta o proyectarse: es más fácil que entrar por el medio. Por eso ahora en inferiores lo están volviendo a implementar, pasa que los chicos no tienen un referente en ese puesto y de 4 no se va a probar nadie. Es una especie en extinción, esperemos que se pueda recuperar. A mí me decían: usted marque la punta, la agarra y se la da a un compañero o cuando ve el hueco se proyecta. Eso es un 4 y es muy necesario en el fútbol.

-La selección fantasma, ¿qué fue para usted?
-Otro desafío muy grande. Nos recorrimos todo el norte en colectivo, solos, comiendo lo que comprábamos en el camino, jugando con el primer equipo que se nos cruce en el viaje. No nos veía nadie por eso dijimos: somos como fantasmas. Teníamos que ganar en la altura para ir al mundial, porque si no clasificábamos iba a ser una tragedia. Por suerte pudimos hacerlo. 

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