Gabriel García Márquez nunca conoció a Daniel Osvaldo, ni lo vio debutar en La Bombonera, ni sintió su sufrimiento por la descalificación frente a River, ni tampoco le explicó que los penales los fallan sólo los que tienen el coraje de ejecutarlos. El Gabo -que nunca habló con Osvaldo, pero que sabía igual que Daniel que los sueños son los faros que iluminan el trayecto hacia el futuro- alguna vez escribió que la ilusión “no se come, pero alimenta”. El centrodelantero de Boca leyó “El Coronel no tiene quien le escriba” en cada oportunidad en la que debió inclinar la balanza para cumplir su gran anhelo de jugar en el club de todos sus amores. ¿Cómo andará su estómago de certezas de cara al próximo semestre?
Osvaldo dejó de lado ofertas millonarias, naciones atractivas y mucho (muchísimo) dinero para jugar en Boca. El nueve negoció un contrato a préstamo que terminará el 30 de junio y que sólo tenía chances de ser extendido si el equipo progresaba hasta las semifinales de la Libertadores. Cuando termine el préstamo, el delantero volverá al Southampton, que, sin embargo, no desea conservarlo en su plantel. ¿Qué será de su futuro luego de mitad de año?
El cuerpo técnico ya dejó en claro que quiere que Osvaldo siga. El propio jugador tiene ganas de continuar. Los dirigentes lo quieren.
BOCA
COMENTARIOS