boxeo Agustín Vergara
Matthysse y Marcos "El Chino" Maidana (centro), viajando en la caja de un camión para pelear en Santa Fe, hace algunos años.
BOXEO DE CARA A LOS JUEGOS OLÍMPICOS 2021

Agustín Vergara viajó varias horas en camión para llegar a la concentración con la Selección

La historia del boxeador cordobés de 20 años que armó el bolso y atravesó una odisea para estar presente.

Hay una imagen que para los amantes del boxeo sintetiza casi todas las emociones cuando se mira hacia atrás y se repasan las carreras de Marcos "Chino" Maidana y Lucas Martín Matthysse, el peleador sureño que estuvo mucho tiempo radicado en Junín.
En la jaula de un camión, viajaban entonces Lucas y Marcos, mezclados junto a otro grupo de adolescentes, camino a un festival boxístico que se realizaría en el norte santafesino. ¿Se habrán imaginado entonces, mientras iban apilados como ganado, que pocos años más tarde integrarían la Selección nacional ? ¿Se les cruzó ese día por sus cabezas la remota idea de volar en avión, viajar en primera clase, pelear en Estados Unidos y ser campeones mundiales?
La semana pasada, la Selección Argentina de boxeo recibió la autorización para volver a entrenarse, y aquella postal de Maidana y Matthysse vivió su más fiel replay. Agustín Vergara, el cordobés titular de los 63 kilos del combinado nacional, emuló en parte al "Chino" y a "La máquina", ya que viajó en camión desde Córdoba a Vicente López –donde la Selección argentina hace el aislamiento hasta el domingo 30 de agosto, fecha en la que partirá hacia la concentración en Santa Teresita.
Vergara, de 20 años, armó el bolso y en el cruce de las avenidas Alem y Circunvalación de Córdoba saltó hacia el camión que conducía Jorge, un transportista amigo del primo de su entrenador, Manuel Albarracín.
En esa travesía que duró 24 horas, el triple campeón argentino amateur pasó por Rosario y Zárate, donde descargaron los envases de plástico que transportaban, y cuando por fin llegó a Vicente López, le tocó despedirse de ese añorado transporte de carga de forma repentina. La Policía local no los dejó entrar a la ciudad y, entonces, Vergara se bajó, agarró la mochila y caminó las más de 30 cuadras que lo separaban del hotel donde se alojó.
Así las cosas, resulta sencillo comprender el porqué de las mil y una emociones al ver fotos, al naufragar por los recuerdos. Porque la historia vuelve a mostrar las agallas de un muchacho que, destinado a casi nada, se rebela y va por casi todo.

Drogas y delitos
Es que Vergara, mucho antes de esperar expectante a que la agenda deportiva se acomode para buscar un pasaje a los próximos Juegos Olímpicos de Tokio (ahora en 2021), mandó a la lona a dos rivales largamente más bravos que los casi 90 que tuvo en sus seis años de carrera: las drogas y la delincuencia.
“Desde los 10 y hasta los 14, me drogué a escondidas. Un día, robé en el Walmart, me corrió la Policía y no me pudieron agarrar, y eso que me seguían hasta en moto –le confesó el hijo de Marcos "El Príncipe" Vergara, exboxeador, al portal especializado en pugilismo, "A la vera del ring".
Ampliando, Agustín comentó: "Ese día, mi papá se cansó y me echó de mi casa. Puse la ropa en una bolsa de consorcio, me fui a la calle y llegué como pude a Cosquín, donde vivían mi mamá y mi abuela. Allá robé de nuevo y me metieron preso en el Complejo Esperanza (Instituto que alberga a adolescentes de 13 a 18 años en conflicto con la ley penal). Hasta que un día, un pastor me dijo: ‘Si dejás esa porquería, vas a ser campeón del mundo’. Yo lo miraba raro, porque había tomado pastillas, pero nunca le dije ni que era boxeador. Dios, mi viejo y el boxeo me ayudaron a salir de eso. Empecé a razonar todo lo que estaba haciendo, todo lo que había hecho sufrir a mi abuela”, expresó finalmente, muy emocionado.

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