El equipo albiceleste, campeón en Atenas 2004 y medalla de bronce en Beijing 2008, parece un vino de vieja cepa: cuanto más `grande` es, mejor estacionado está.
Y así pasó en la noche del domingo con el equipo de Julio Lamas que, prácticamente, borró de la cancha a un rival duro, en apariencia, con los argumentos de siempre: notable juego colectivo, mucha entrega y un inclaudicable compromiso solidario.
El capitán Luis Scola fue imparable bajo los tableros y aportó 32 tantos. El astro bahiense Emanuel Ginóbili desplegó su prodigiosa mano zurda y sumó 21 tantos. Y el escolta santafesino Carlos Delfino, de notable producción, contribuyó con 20 unidades.
El equipo albiceleste continuará su participación en Londres, enfrentándose este martes a Francia, a partir de las 20 local (16 de Buenos Aires).
A diferencia de lo ocurrido en los dos últimos amistosos de la preparación con España (85-105) y Estados Unidos (80-86), el equipo de Julio Lamas arrancó concentrado, compenetrado, solidario y con la intención de maniatar al adversario para no sufrir posteriores contratiempos.
En ese contexto, el tándem Ginóbili-Prigioni asumió la conducción y propició muchas de las jugadas de `pick and roll` (3) que causaron daño en el cesto contrario.
Así, Scola volvió a convertirse en pesadilla y anotó 10 tantos en un primer cuarto en el que Argentina siempre llevó la iniciativa, pese a que nunca pudo escaparse demasiado.
Es que Lituania se mantuvo en la lucha a partir de lo que aportó el alero Linas Kleiza, estrella de los Toronto Raptors, que acumuló 9 puntos en el período inicial.
Al promediar el primer segmento, el quinteto albiceleste ganaba apenas por 2 tantos (12-10) y esa diferencia se esfumó tiempo después, cuando los europeos (que rotaron el banco e introdujeron cinco variantes en los 10m. de arranque) pasaron al frente 17-16, a los 5m. 55s.
Pero Argentina aprovechó un rebote ofensivo que capturó el pivote Juan Gutiérrez y dos pérdidas consecutivas del rival para terminar ganando por la mínima: 24-23.
El segundo cuarto entregó una película similar. Y, quizás, con una mejor `trama` porque aparecieron los `actores` que hasta allí no habían tenido rodaje. Entonces fue el turno de Carlos Delfino.
El escolta santafesino, quien no completó buena parte de la preparación por una lesión inguinal, metió cuatro triples en este parcial, se ofreció como descarga y rotó con inteligencia el balón. ¿El resultado? Argentina neutralizó el poderío de los lituanos bajo los tableros, intensificó el dominio y alargó la diferencia: 51-39.
El tercer período le permitió al equipo de Lamas consolidar un rendimiento colectivo cercano al ideal. Y Delfino, nuevamente, se erigió en el artífice del dominio, bien acompañado por el capitán Scola (7 puntos). El santafesino metió 8 puntos (dos triples) para que la Argentina se disparase a 20 (63-43), a falta de 6m. 39s.
Pero los que vinieron desde el banco como Facundo Campazzo (reemplazó casi todo el período a Pablo Prigioni, aquejado por un golpe en el pie derecho), Hernán Jasen o Leonardo Gutiérrez también aportaron soltura y atrevimiento para no resentir el funcionamiento. Entonces, el marcador con el que terminó el segmento (78-61) asomaba como lógico a partir de lo que ofrecieron uno y otro.
En el período final, el panorama no se modificó demasiado y el equipo argentino, esa Generación Dorada que quiere codearse con la gloria por tercer JJ.OO. consecutivo, se anotó un "triunfo de los grandes".
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