BÁSQUET

Santiago Osvaldo Carnelli: Un jugador de los ´70

Jugó en San Martín, Rivadavia de Junín, Ciclista Juninense, 9 de Julio y la selección local. Najnúdel lo llevó como refuerzo en las giras que hacía con Atlanta.

Nací en Saenz Peña, justo de la vereda de enfrente con Santos Lugares, en Buenos Aires. Pero al año de vida trasladaron a mi viejo a los Talleres del Ferrocarril y nos vinimos a Junín.

Nos radicamos en Villa Belgrano, del paso a nivel por Jean Jaures una cuadra. Entre Saenz Peña y General Paz. Un barrio tranquilo. Lo que tenía de extraordinario era la entrada y salida de los obreros a los Talleres. Era un mundo de bicicletas, no se podía caminar. Cientos y cientos de bicicletas. Empecé la escuela en la número 16 y me pasé enseguida a la 3, frente a la plaza Alem. 

Tuve una enfermedad de chico hasta los 15 años que me dieron el alta total. Era una afección pulmonar. Me habían diagnosticado tuberculosis y cuando me llevaron a Quattordio se agarraba la cabeza. Me mandó al hospital Gutiérrez de Buenos Aires y me solucionaron todo.

Pero solamente me dejaban hacer natación, primero, y luego básquet. Tenían prohibido el fútbol. Me iba al club San Martín donde estaban Ochoa, De Rorre, Chacho Villafañe, Manolo Viaño. La locura mia era verlo jugar a Adolfo De Rorre. Era magia pura, un jugador increíble. 

Yo soy de la época de Mario Rico, Darío Sabelli. Entonces a los grandes le alcanzaba la pelota y cuando ellos descansaban, yo tiraba alguna bandeja. Y viéndolos a ellos, después imitaba lo que hacían. Un jugador que tenía grandes fundamentos era Hugo Ochoa, que fue campeón Argentino con la selección. Aprendí  jugar al básquet en San Martín, estaba Nelson Mazzutti de técnico en la primera. Pero yo miraba a los jugadores para aprender.

Justo cuando me estaba por integrar apareció Julio Nigro, que quería poner básquet en el club Rivadavia, allá por 1959. Y me convenció para ir. Pero tuvo que rodearme de jugadores. Hasta llegó a jugar el Cabezón Nievas. Había otro chico, Cerrillo, que jugaba al fútbol en Independiente de Avellaneda e inclusive ganó una Copa Libertadores de América. Sumaron dos chicos, Alaniz y Villafañe que jugaba de base. El ayudante de Nigro era el Polaco Schneider y un tapicero de apellido Salvo que hacía la planilla. Pero cuando comenzamos a surgir medianamente fue cuando trajeron dos hermanos de Buenos Aires de apellido Gasco. Y cuando llegamos a primera -que nos costó mucho- sumamos a Enzo Pinelli de Villa Belgrano, que lo trajimos de pivot y las tiraba todas de afuera. Ese torneo perdimos solamente con Argentino, los dos partidos, y un partido con San Martín. Salimos terceros.

Pero los otros equipos eran muy buenos. Junín lo tenía al Toti Garro que era la figura, en River Plate estaban el Negro Lisa y Poratto, en Villa Hugo Lo Gaffo y los hermanos Pinelli. En Los Indios Hugo Violino, ya estaba dejando Errecalde. En Ciclista Totón Conte, el Vasco Tellería. Y Argentino con Scala, empezan los Biurrun. Y en 9 de Julio Los Pagella...

Luego me llamaron de Ciclista que vieron la grieta con Rivadavia que estaba aflojando,  pero en ese entonces había una cláusula absurda: cuando cambiabas de club tenías que permanecer dos años jugando en segunda división. Después accedias a la primera.

Igual me vi beneficiado porque seguía haciendo la publicidad (con Cholo Lucaroni y Pepe Godoy) en los bailes que hacía Rivadavia que en ese tiempo traía a Juan D´Arienzo, Leonardo Fabio, Sandro. Hasta Pedrito Rico vino. Estaba Gamazo de presidente que hacía unos bailes extraordinarios.

Ciclista tenía un equipo de gente grande y me piden que arme un equipo joven, justo a los dos años cuando ya pasaba a primera.  Promoví a German Thef, estaba el abogado Rosselli, y comenzamos a tumbar equipos grandes. Cuando comenzó a marchar la cosa, vinieron de la comisión y me pusieron un técnico.

Entonces me fui a 9 de Julio. Me vino a buscar Rodolfo Palomo. Aproveché que ya estaban los dos años para el pase. Allá recién arrancaba Tatote Pagella, Edú ya estaba un poco avanzado, estaba Dady Romero de base y se vino Roberto Mancini de Los Indios.

Tatote era un manual abierto del básquetbol. Era un lujo para la época ir a verlo jugar. La gente se subía a las plantas para ver los partidos.

Vinieron los clásicos con Argentino. Hubo una finalísima en cancha de Ciclista –que era lo más grande que había en capacidad- y quedó gente afuera. Ibamos ganando por seis. Dirigían Serafín Nieto y Héber Sofía. Pero nosotros éramos muy tiernitos y en un final cerrado hubieron inconvenientes. 

Después se jugó otra final en Argentino y trajeron a D´Atri de Chivilcoy para dirigir. Lo que pasó fue que Quique tenía la camiseta 12 y Tatote el mismo número. Y el planillero en lugar de ponerle las faltas a Quique se las puso a Tatote. Y Tatote tenía 4 faltas y Quique 1 en el entretiempo. Varios no quisimos seguir jugando el partido. Pero salimos igual a terminar y perdimos.
Después salimos campeones en cancha de Argentino. Ganamos las tres últimas pelotas y las convertimos. Dady Romero le robó una bola a Lisa, yo hice el segundo en penetración y el útiimo lo hizo Tatote. Era bravo porque se jugaba con el reloj de ajedrez, en mesa de control. Fue el último año que jugamos porque después se disgregó el equipo.

River se llevó los mejores jugadores de Junín. Tatote, el Mago Aréjula –que junto con Quique fueron los máximos jugadores que dio Junín-. 

Cuando me tocó la colimba, en 1964, me mandaron a Bahía Blanca. Estando en el playón de ingreso un Sargento preguntó quien jugaba al básquet. Yo levanté la mano y me sacaron de la fila. Me llevó directo a la Asociación de Básquet para ficharme con San Lorenzo de Sud. Ese año salimos terceros en el torneo peleando contra Estudiantes y Olimpo, los equipos de Cabrera, Fruet, De Lizazo, que eran más grandes. Eso sí, me tiré una colimba de primera porque no me hicieron hacer nada. En el regimiento tenían un gimnasio con cancha de básquet y me la pasaba ahí. Había tal fanatismo de básquet en Bahía que en la guardia del ejército se escuchaban los partidos por radio. A nosotros nos televisaron cuatro veces.

Estuve en la selección de Junín. Tuve de técnico a León Najnúdel que me descubrió como jugador. El ayudante era Heriberto Schonwies, y en Capital era el técnico de Atlanta. Cuando salía de gira se llevaba de refuerzos a Quique y Tito o a mí con Mario Rico.

Es más, Carlos Timoteo Griguol le fue a consultar a Najnúdel cómo era el sistema de las cortinas para aplicarlo al fútbol. Y lo puso en práctica cuando fue campeón con la mayoría de goles de cabeza, teniendo la famosa defensa con Gómez, Cúper, Rocchia y Garré que convertían en todos los partidos. Doy fe de esto porque me lo contaron las dos partes en cuestión.

¿Ginóbili? Lejos el mejor. No se puede discutir. Es como Maradona o Messi. Puede gustar o no, pero no se puede discutir. Ganó 4 anillos de la NBA y fue 2 veces el MVP de la Liga Europea.

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